Aún recuerdo la vez en la que mi mamá me reveló que Papá Noel no existía. El encanto y la magia de la Navidad desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
Esa es una parte dolorosa de crecer. Perdemos la “magia de la Navidad” hasta que nos damos cuenta de que esa magia puede volver si la creamos para los que nos rodean.
Sin embargo, aprender sobre la verdad de Papá Noel fue difícil para mí porque eso me hizo dudar de la sinceridad de mis padres.
Me preguntaba cómo podrían afirmar que estaban diciendo la verdad y al mismo tiempo impulsarme a creer en algo falso.
Claro, cuando crecí, entendí que mis padres no deseaban mentirme. Solo deseaban que viviera la magia de Papá Noel como ellos cuando fueron niños.
Servir a otros
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Después de casarnos y tener hijos, mi esposo y yo pensamos mucho en cómo celebraríamos Navidad.
Acordamos mantener la Navidad centrada en el Salvador y, al mismo tiempo, alentar la magia de Papa Noel.
Mantuvimos nuestro enfoque en el Salvador al leer las Escrituras e historias inspiradoras. Asimismo, redujimos nuestro presupuesto de regalos y nos aseguramos de que al menos la mitad de nuestras decoraciones fueran religiosas.
A medida que nuestros hijos crecían, mi esposo y yo discutimos sobre el tema de Papá Noel. Decidimos encontrar una manera de que Papá Noel fuera parte de nuestra celebración navideña sin perjudicar la confianza ni sinceridad.
Finalmente, recibimos la respuesta en 1996, durante un devocional de Navidad de la Primera Presidencia.
En su discurso, el presidente James E. Faust nos alentó a demostrar nuestro amor por el Salvador al servir. Dijo que la mejor forma de servicio era anónima y mencionó que Papá Noel simbolizaba el espíritu de donación anónima.
Así que se me ocurrió una forma de combinar nuestro deseo de mantener la Navidad enfocada en Cristo y preparar a nuestros hijos para la “conversación sobre Papá Noel”.
Al día siguiente, fui a una tienda y compré un nacimiento. Durante las siguientes dos semanas y media, apareció este nacimiento, comenzando con los animales y terminando con el niño Jesús, en nuestra cocina de forma misteriosa junto con una nota firmada por el espíritu navideño.
La nota decía que nos habían dejado ese nacimiento para mantener el verdadero espíritu de la Navidad, celebrar a nuestro Salvador.
El verdadero espíritu de la Navidad
El espíritu navideño visitó nuestra casa durante muchos años antes de que nuestro hijo mayor tuviera la edad suficiente para aprender sobre Papá Noel.
Ese año, justo antes de que empezaran las vacaciones, tuve una conversación con él.
Le dije que estaba trabajando en una sorpresa navideña muy especial y que necesitaba su ayuda. Le revelé que yo era el espíritu navideño y que me gustaría que él fuera mi asistente y se emocionó mucho.
Le dije que tenía que mantenerlo en secreto para que sus hermanas no supieran de dónde venían los regalos. Luego, fuimos a la tienda y compramos tres adornos navideños.
A lo largo del mes, hice todo lo posible para mantenerlo emocionado y ayudarlo a sentir el gozo de dar de forma anónima.
Antes de poner los adornos por la noche, caminábamos de puntillas por la casa, intentando no reírnos y nos aseguramos de que todos estuvieran dormidos.
Cuando descubrían los regalos a la mañana siguiente, él y yo nos mirábamos sorprendidos e intercambiábamos sonrisas por nuestro secreto.
Recuerdos navideños
Unos días después de Navidad, mi esposo y yo le preguntamos a nuestro hijo que fue lo mejor de Navidad para él. Sin duda, nos respondió: “¡ser el espíritu de Navidad!”
Le preguntamos por qué esa fue la mejor parte y respondió: “Porque ¡fue divertido! Nadie sabía que yo fui quien dejó esos regalos”.
Juntos reflexionamos por qué las donaciones anónimas traen tanto gozo y satisfacción. Asimismo, le dijimos que los padres adoran dar regalos anónimamente a sus hijos en Navidad.
Luego, le contamos que tenía un secreto especial sobre cómo les dejábamos regalos a sus hermanas sin que supieran que éramos nosotros.
Después, le preguntamos si podía adivinar quién era Papá Noel. Nuestro hijo se rió al darse cuenta que éramos nosotros. Además, se sintió feliz de compartir nuestro secreto.
Le dijimos que ahora tenía la edad suficiente para saber sobre Papá Noel y ser su ayudante. Asimismo, le pedimos que no le contase eso a sus hermanas que eran pequeñas.
Nuestra conversación acabó mejor de lo que imaginamos e hicimos lo mismo con nuestros otros hijos a medida que crecían.
Ahora, nuestros hijos son adolescentes y continuamos con la tradición. A lo largo de los años, el espíritu de Navidad trajo una variedad de regalos, todos centrados en el Salvador.
Mantuvimos en enfoque de la Navidad en Cristo y construimos lazos de confianza con nuestros hijos.
La alegría de dar obsequios anónimos
El presidente James E. Faust expresó:
“Dar de forma anónima refleja el amor del Salvador. Aquellos de nosotros que contribuimos de forma anónima sentimos los dulces sentimientos del Espíritu que apreciamos cuando hacemos algo por los demás de forma anónima. Dar de forma anónima le da al presente una forma más elevada de santidad” (La Primera Presidencia se enfoca en el Salvador en Devocional de Navida, Ensign, febrero de 2007, pág. 74–75).
Fuente: Mais Fe