Pregunta
Mi esposo y yo crecimos en la Iglesia de Jesucristo, y hemos estado casados por 40 años.
Él ha tenido problemas con la pornografía durante toda su vida, lo esconde de mí, pero lo he descubierto muchas veces. Además, mira a mujeres cuando está conmigo.
Ya le he dicho lo doloroso que es para mí e incluso hemos ido a terapia juntos después de esas conversaciones, pero dentro de las sesiones me ha gritado y no ha querido retomarlas.
No ha hecho nada para solucionar este problema a excepción de confesarlo ante el obispo un par de veces y evita el tema.
Cuando quiero hablar con él sobre ello, me dice que soy una mala persona, que no confió en él y que eso no está bien. Él ha herido nuestra relación tantas veces que no sé cómo confiar en él.
Respuesta
Puedo sentir tu cansancio y decepción luego de décadas viviendo con estos desafíos e intentando ayudarlo a eliminar esta conducta tan venenosa, pero es importante que reconozcas que antes de reparar la confianza, debes aprender a confiar en Dios y en ti misma.
Lo que has experimentado es la confrontación contra una persistente y duradera conducta que ha lastimado tu matrimonio.
El consumo en secreto de pornografía no es lo único que ha lastimado tu matrimonio, sino también el esconderlo, la agresión y la falta de empatía y preocupación ante el dolor de tus profundas heridas.
Solo deseas ayudarlo a que pare, pero solo recibes insultos, dolor, crítica y culpa; él transfiere la responsabilidad sobre tus hombros.
Comenzarás a confiar en ti misma cuando reconozcas que tú no eres la responsable de detener este tipo de conductas, rechaces participar en este círculo de culpa y permitas que “el espíritu hable de las cosas como realmente son, y de las cosas como realmente serán” (Jacob 4:13).
Tú sabes que este círculo vicioso no te está ayudando y es tiempo de hacer algo diferente al respecto. No puedes confiar en que él te ayudará a salir de ese círculo, solo se necesita una persona para dejarlo.
Tal vez esperas que él se preocupe y así estén los dos en la misma página y trabajen juntos, pero, por favor, date cuenta de que si él continúa teniendo esa misma conducta agresiva y no hace nada por cambiar, no habrá mucho qué sanar, pues no se podrá.
Esto es normal para personas que recaen en un patrón conductual adictivo o compulsivo, pues se desensibilizan del dolor de su pareja, y si no podemos preocuparnos por este dolor, no podemos preocuparnos por la relación. Es frustrante ver que nada funciona.
Felizmente, nos estás imposibilitada de ayudarte a ti misma, pues, si has estado intentando salir de esta agonía por tanto tiempo, espero que uses esa misma energía y motivación para sanar tus heridas. Continúa buscando ayuda en tu relación con tu Padre Celestial y Jesucristo.
Es hora de priorizar tu sanación buscando la ayuda que has estado procurando por un largo tiempo. También es normal sentirse aislada cuando tu pareja te es infiel, pero hay grupos que te ayudarán a levantar tus manos caídas y fortalecerán tus rodillas debilitadas (Doctrina y Convenios 81:5).
Cuando él te acuse de no confiar en él, sigue adelante y dile que así es. Déjale en claro que la confianza se gana al guardar los compromisos y cambiando conductas tóxicas. Por supuesto, confía en él en algunos ámbitos, pero no en todos. La confianza se gana en cualquier relación.
Por favor, quiero que sepas que no confiar en alguien no te vuelve una mala personas; te vuelve en una persona que sabe discernir que algo no está bien y que actúas sabiamente.
Has aguantado, esperado, suplicado y ayudado, está bien que te preocupes por ti y avances hacia adelante. El élder Jeffrey R. Holland nos recuerda qué hacer cuando estamos emocional y físicamente agotados:
“Al igual que con su automóvil, estén alertas a las temperaturas elevadas, a la velocidad excesiva o al bajo nivel de combustible. Cuando afronten una “depresión por agotamiento”, hagan los ajustes necesarios. La fatiga es un enemigo común para todos nosotros, así que disminuyan el ritmo, descansen, repongan energías y recobren fuerzas”.
Confía en ti misma y en el Señor. Podrás encontrar guía y dirección personal para tu vida a medida que afrontas estos comportamientos que han dañado tanto tu persona como tu matrimonio.
Confía que tu alma, tu cuerpo y tu espíritu te darán señales claras sobre a dónde ir, qué decir y qué hacer.
Fuente: Meridian Magazine