Algunas personas constantemente han estado en la búsqueda de evidencia que demuestre cómo aquellos a quienes se les sostiene como profetas, videntes y reveladores han cometido errores graves mientras lideraban La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Si bien estos errores necesariamente no “destruirían la Iglesia”, la llevarían por un camino muy diferente al que el Señor tiene planeado.
Lo que sucedió con la pérdida de las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón es uno de los ejemplos que más se usan.
Si bien aquel error de entregarle las páginas a Martin Harris no llevó a la Iglesia a la destrucción, fue suficiente como para evidenciar que los líderes proféticos pueden cometer errores graves con consecuencias negativas.
Obviamente, eso es algo cualquiera esperaría después de tal equivocación.
Este acontecimiento demuestra que los profetas no son perfectos. José Smith deseaba algo que el Señor claramente no quería. Sin embargo, dos características de este evento brindan una perspectiva relevante sobre su significado para comprender a los profetas.
Primero, es importante recordar que José Smith en realidad recibió el permiso del Señor para entregarle las páginas a Martin Harris. El Señor le dijo “no” las dos primeras veces que José le preguntó, y el profeta no lo hizo (Doctrina y Convenios 3).
Sin embargo, pidió una tercera vez, y esta vez el Señor le dio Su permiso.
Ahora bien, algo significativo que debo añadir, es que el Señor pudo darle Su permiso porque Él ya había hecho los arreglos necesarios, con siglos de anticipación, para compensar con creces esta pérdida.
No solo proporcionó relatos de primera mano de Nefi y de Jacob para reemplazar lo que en un futuro se perdería con el compendio de este Libro, sino que Mormón, quien agregó los registros, los atesoró describiendo: “Me son preciosas” (Palabras de Mormón 1:6).
Además, el Señor mismo dijo:
“Hay muchas cosas grabadas en las planchas de Nefi que dan mayor claridad a mi evangelio”. (Doctrina y Convenios 10:45)
Este reemplazo resultó ser una gran bendición y “ganancia” para la Iglesia.
En segundo lugar, este incidente ha servido como una importante advertencia. De hecho, es posible que aquello haya sido Su plan desde el principio.
Después de todo, el Señor podría haberle dicho nuevamente a José que “no”, y así no se hubieran perdido las páginas.
En cambio, el Señor cedió, tal como lo había preparado tantos siglos atrás, y así permitió que José aprendiera a través de su propia experiencia, una angustiosa experiencia, la importancia de confiar en el Señor, incluso confiando en su justo criterio.
Esto le enseñó al profeta que no sabía tanto como creía saber, y fue una lección que aprendió a través de la experiencia, no simplemente porque se lo dijeron.
Además de eso, todos nosotros, millones de nosotros, hemos aprendido indirectamente lo mismo a través de esta experiencia.
El Señor preparó y permitió que se cumpliera un deseo erróneo, y al mismo tiempo trabajaba con siglos de anticipación para convertir ese deseo erróneo en una ventaja.
Aquel momento es un ejemplo de cómo el Señor es capaz de crear planes de “respaldo” para asegurar que Su obra no se frustre a pesar de las debilidades de los hombres.
De hecho, puede encontrar formas de enseñarnos una lección y mejorar las cosas, ¡y todo al mismo tiempo!
Lejos de ser un ejemplo de cómo los líderes pueden causar un daño grave a la Iglesia, el episodio de las 116 páginas es un ejemplo mucho mejor de cómo no pueden hacerlo.
Fuente: Meridian Magazine