Como maestra de la Sociedad de Socorro de mi barrio, se me pidió que diera la clase en base al discurso de la hermana Kristin M. Yee en la Conferencia General de octubre de 2022: “Gloria en lugar de ceniza: El camino sanador del perdón”.
Di mi clase compartiendo una experiencia personal muy difícil sobre mi hija mayor, Amber, quien padeció de bipolaridad severa por muchos años, y usualmente se sentía tan abrumada que en ocasiones intentó quitarse la vida.
Afortunadamente, mediante la gracia de Dios, sobrevivió a todos sus intentos.
Ella comenzó a mejorar durante varios meses, y esa mejora fue nuestra luz de esperanza. Sin embargo, su progreso se detuvo radicalmente cuando su novio repentinamente terminó con ella.
Amber quedó desbastada.
Aunque ya había progresado bastante en su tratamiento para la bipolaridad, mi esposo y yo estábamos muy preocupados por lo vulnerable que se encontraba.
Inmediatamente después de terminar esa relación, se mudó con su compañera de trabajo a quien llamaré Chelsea (no es su nombre verdadero).
Repentinamente, Amber comenzó a vestirse inapropiadamente y a usar un lenguaje soez y vulgar. Dejó de visitarnos, y paró de asistir a la Iglesia desarrollando un sentimiento negativo contra ella.
Finalmente, Amber nos comentó que estaba en una relación con Chelsea, nos informó que estaba determinada a casarse con ella y nos preguntó si la ayudaríamos con la boda.
Durante el tiempo en que Amber estuvo con Chelsea, nos dimos cuenta que sus dificultades con la depresión y el suicidio habían regresado.
Para ser honesta, Chelsea era como el diablo para mí. Sentí que se había aprovechado de mi hija cuando estaba vulnerable. Debo admitir que tenía un “corazón contencioso” contra ella.
Me fue difícil aceptar esa relación pues no sentía que mi hija fuera gay; ella siempre había estado loca por los chicos. Este cambio tan drástico parecía estar destruyendo a mi niña.
En su discurso, la hermana Yee nos desafió a todos a examinarnos a nosotros mismos y ver si teníamos un “corazón contencioso” en contra de alguien, y si era así, realizar un “gran cambio de corazón”.
Dicho cambio me parecía imposible, desesperadamente deseaba que la relación de mi hija con Chelsea terminara. Quedé devastada cuando Amber me pidió que la ayude con la boda.
Un día me quedé sorprendida cuando me dijo que había decidido terminar su relación con Chelsea.
Me sentí tan aliviada, y cuando le pregunté la razón, me dijo: “Bueno mamá, sabes, realmente no soy gay”.
Estaba tan feliz de que Chelsea no estuviera en su vida.
Amber me dijo que esta separación sería dolorosa y difícil para ella, por lo que sintió que debía estudiar e otro lugar y así superar este momento.
¡Yo estaba más que feliz de ayudarla!
Todo estuvo bien durante unos meses.
De pronto, Amber nos llamó diciéndonos que había recibido una llamada de Chelsea contándole que había sido desalojada de su departamento y que se estaba quedando en su carro a escondidas porque el banco quería embargarlo.
Mi hija nos contó que Chelsea era terrible con el dinero, que no sabía cómo administrarlo apropiadamente, y que durante el tiempo que vivieron juntas, era ella quien pagaba la renta, el carro, las cuentas, y el teléfono de ambas.
Lo último que quería era que Amber sintiera la necesidad de regresar para ayudarla, así que le dije que no se preocupara, que yo personalmente me aseguraría de que Chelsea estuviera bien.
Me preguntaba cómo lo haría, especialmente con los sentimientos negativos que tenía contra ella. Tomé valor y la llamé diciéndole que iría a buscarla.
Literalmente sentí que había invitado al diablo a mudarse a mi casa, pero jamás imaginé lo que sucedería en los próximos meses.
Mientras la conocía más, descubrí algunas cosas sobre ella. Su madre había fallecido poco después de su nacimiento, su padre la había abandonado para irse con otra mujer; básicamente se tuvo que criar sola.
Mi esposo, John, comenzó a pasar tiempo con ella durante las mañanas, enseñándole cómo hacer un presupuesto y otras actividades financieras.
Con el tiempo, me di cuenta de que Chelsea nunca había recibido el amor de una madre. Ella comía todos sus alimentos en restaurantes de comida rápida, no sabía cocinar, no sabía interactuar con otras personas, y no tenía una vida saludable e higiénica.
Le enseñé a hacer su lista de compras para la semana, fuimos al supermercado y luego le enseñé a cocinar. Pasamos una gran cantidad de horas juntas en la cocina.
Durante su tiempo con nosotros, su lenguaje cambió, su estilo de vestir cambió. Le enseñamos varias cosas, como manejar bicicleta, jugar básquet, etc. ¡Inclusive celebramos su cumpleaños juntos!
Comenzamos a amar a Chelsea.
Después de unos meses, Chelsea nos dijo que se sentía lista para mudarse y tomar responsabilidades que antes la habían abrumado.
Mientras se iba, ella me dio un fuerte abrazo, y con lágrimas en los ojos, me dijo que yo había sido la madre que ella nunca tuvo. Me agradeció profundamente.
En ese momento, ambas lloramos. Estaba tan avergonzada por el corazón contencioso que había tenido en contra de esta joven.
Al final, me sentí bendecida por Chelsea.
Cuán agradecida estoy con Dios por darme una segunda oportunidad. Ahora estoy completamente de acuerdo con la frase de Lewis Smedes:
“Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que aquel prisionero eras tú”.
Perdonar lo imperdonable
Amy Biehl se graduó en la Universidad de Standford con el deseo de ir a Sudáfrica para combatir el “apartheid”. Si bien sus padres estaban preocupados por su seguridad, la apoyaron.
En la noche del 25 de agosto de 1993, mientras Amy y sus amigos manejaban con dirección a su casa, un grupo de vándalos saltaron al carro y la asesinaron.
Su madre, Linda, no podía superar la muerte de su hija, por lo que decidió viajar a ese lugar junto a su esposo.
Cuando vieron la pobreza de aquella ciudad, especialmente la de los jóvenes africanos, decidieron quedarse y hacer un cambio.
Así es como comenzaron la fundación de caridad llamada “Amy Biehl Foundation”.
Actualmente, dos de los asesinos estudian en la fundación.
El padre de Amy expresó lo siguiente:
“Creo que Amy estaría muy orgullosa de lo que ha conseguido en su corta vida. Ella desearía hacer mucho más, y sus sueños pueden lograrse a través de estos dos hombres.
Si ellos tienen éxito, será una gran evidencia para toda Sudáfrica de que dos personas pueden salir adelante a pesar de las situaciones más adversas y hacer algo por sí mismos.
Ese es el sueño de Amy, y creo que ella está viviendo ese sueño ahora, a través de ellos”.
Para mí esta es una increíble historia, una que te cambia el alma.
Haber vivido con un corazón contencioso contra Chelsea solo destruía mi propia vida. Es un peso que ninguno de nosotros debería llevar.
Jesucristo nos mostró el camino con Sus palabras mientras estaba en la cruz, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, nos ha enseñado que nada es imperdonable.
Entiendo que muchas de nuestras heridas sean profundas, y que nuestro dolor sea demasiado intenso, pero sinceramente creo que cada uno de nosotros puede seguir el ejemplo del Salvador a través de Su expiación.
Es de esta manera que obtendremos la luz del perdón, ablandando nuestros corazones contenciosos, encontrando sanación divina y una vida ausente de odio.
Es por mucho, la mejor manera de vivir.
Fuente: Meridian Magazine
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