Dentro de la Iglesia, a menudo se enseña que el “plan de Satanás” era obligar a todos a elegir siempre lo correcto para que todos los hijos de Dios pudieran ser salvos.
Este plan de compulsión absoluta es una posibilidad; sin embargo, las Escrituras no brindan ningún detalle del plan de Satanás más allá de su motivo principal: destruir el albedrío del hombre.
Ese albedrío tiene dos partes: elección y consecuencia.
Si bien la mayoría de las personas asume que Satanás estaba tratando de quitarnos nuestra capacidad de elegir, él también pudo haber logrado su objetivo al quitar o mitigar las consecuencias de nuestras acciones.
De una forma u otra, el albedrío se perdía. Satanás presentó un plan atractivo que eliminaba los riesgos de la mortalidad (así como el progreso personal, obviamente) y prometía un regreso seguro a la presencia de Dios.
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El plan de Satanás continúa en la vida mortal
Mientras que el plan de Dios se centra completamente en la inmortalidad y la vida eterna de Sus hijos, el plan de Satanás se centra completamente en su propia gloria. Él “procuró usurpar el reino de nuestro Dios y su Cristo” (DyC 76: 28).
Si bien prometió “[redimir] a todo el género humano, de modo que no se [perdería] ni una sola alma” (Moises 4: 1), tal vez “aquel inicuo que fue un mentiroso desde el principio” (DyC 93: 25) estaba más preocupado por procurar seguidores y usurpar el poder de Dios que por cumplir sus promesas y asegurar nuestra salvación, tal como lo hace ahora.
De hecho, el élder J. Reuben Clark explicó la imposibilidad de cada alternativa de su plan:
“Al leer las Escrituras me doy cuenta de que el plan de Satanás exigía una de dos cosas: o la coacción de la mente, el espíritu, la inteligencia del hombre, o la salvación del hombre en el pecado.
Dudo que la inteligencia del hombre se pueda coaccionar. Indudablemente, el hombre no puede salvarse en el pecado, debido a que las leyes de salvación y exaltación se fundan en la rectitud y no en el pecado”.
Así como lo aprendió Korihor cuando se quedó mudo y luego fue pisoteado hasta morir por predicar en contra de Cristo, como lo aprendió la tercera parte de las huestes del cielo cuando no pudieron recibir un cuerpo ni regresar con Dios, como todos los que siguen a Satanás eventualmente lo aprenderán, el padre de las mentiras no cumplirá sus promesas.
“El diablo no amparará a sus hijos en el postrer día, sino que los arrastra aceleradamente al infierno”. -Alma 30: 60
El Diccionario de la Biblia enseña lo siguiente:
“La guerra todavía continúa en la vida mortal… los mismos contendientes y los mismos problemas están en guerra, y la misma salvación está en juego”.
El plan de Satanás no ha cambiado.
Él está aún más decidido a lograr que lo sigamos que por cumplir cualquiera de sus falsas e inalcanzables promesas. Y su objetivo sigue siendo destruir nuestro albedrío: nuestra capacidad de elegir y las consecuencias que acompañan a esas elecciones.
El plan de Satanás elimina nuestras elecciones
Con frecuencia hablamos de las formas en que Satanás continúa luchando en contra de nuestro albedrío, las drogas, el alcohol, los cigarrillos, la pornografía, cualquier adicción que domine nuestro autocontrol y capacidad para tomar nuestras propias decisiones.
Incluso la tecnología, comer o mantener una imagen pueden convertirse en adicciones que nos despojen de nuestro albedrío.
Nos atrae, nos adormece y nos lleva a estos caminos de aparente libertad, secreto y placer con una cuerda de lino hasta que nos ata con cadenas ineludibles en las que hemos perdido el control de nuestras elecciones.
Estos peligros son reales, atractivos y esclavizantes. Ser víctima de cualquiera de las tácticas debilitadoras de elecciones de Satanás ciertamente destruye nuestro albedrío y le da el poder que siempre ha buscado.
Sin embargo, esta no es su única herramienta.
El plan de Satanás no tenía consecuencias
El Diccionario de la Biblia también explica:
“Lucifer y sus seguidores querían que la salvación llegara automáticamente a todos los que pasaran por la vida terrenal, sin importar la preferencia, el albedrío o la dedicación voluntaria de una persona”.
En otras palabras, sólo tendríamos que llegar a la tierra, vivir la vida como quisiéramos, para luego obtener la salvación. Sin más ni más.
Como lo explica Nefi, muchas personas todavía aceptan y enseñan este concepto.
“Sí, y habrá muchos que dirán: Comed, bebed y divertíos, porque mañana moriremos; y nos irá bien.
Y también habrá muchos que dirán: Comed, bebed y divertíos; no obstante, temed a Dios, pues él justificará la comisión de unos cuantos pecados; sí, mentid un poco, aprovechaos de alguno por causa de sus palabras, tended trampa a vuestro prójimo; en esto no hay mal; y haced todas estas cosas, porque mañana moriremos; y si es que somos culpables, Dios nos dará algunos azotes, y al fin nos salvaremos en el reino de Dios.” – 2 Ne 28: 7-8
¡Este es el plan de Satanás!
Desde el principio prometió un plan que salvaría a todos los hijos de Dios, cuando en realidad no podría salvar a ninguno de ellos.
Trata de separar la consecuencia detrás de nuestras elecciones, para convencernos de que por fin seremos salvos en el reino de Dios, sin importar lo que hicimos o no hicimos en esta vida.
Quiere que creamos que todavía podemos asistir al banquete de bodas, incluso si no tenemos el aceite suficiente para nuestras lámparas y que “perseverar hasta el fin” simplemente significa pasar por la vida mortal hasta que ésta llegue a su fin para luego obtener la recompensa de la vida eterna.
Elegir el plan de Dios
Dios tiene un fin diferente en mente para todos nosotros. El fin, meta u objetivo de Su plan es que podemos ser como Él.
Para alcanzar ese fin, nuestras elecciones y sus consecuencias son de suma importancia.
Dios no quiere que regresemos a Él de la misma manera en que nos fuimos, solo porque nos vimos obligados a hacer lo correcto y nunca tuvimos la oportunidad de elegir.
Él no salvará a aquellos que realmente no lo eligieron y todas las consecuencias del verdadero camino del discipulado.
El plan de Dios es misericordioso, pero también es justo y requiere ambos aspectos de nuestro albedrío.
“La naturaleza del conflicto es tal que no puede haber neutralidad, ni lo hubo entonces ni lo habrá ahora”.
Nos mantuvimos firmes con Cristo una vez. Estamos aquí para demostrar que elegiremos hacerlo de nuevo, sin importar las consecuencias.
Este artículo fue escrito originalmente por Steven Smith y fue publicado originalmente por thirdhour.org. bajo el título “What is Satan’s Plan?”