Es un cuento común en BYU y la Universidad de Utah: los graduados de la escuela secundaria que sirven durante dos años como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días regresan para unirse a algún programa deportivo.
Para otras universidades, no practicar dos años un deporte es un retroceso. Sin embargo, ese no es el caso del equipo de fútbol Stanford Cardinal.
David Shaw, entrenador en jefe de los Cardinals, reconoce el impacto positivo que los misioneros retornados traen al equipo.
Recientemente, Shaw habló con Associated Press sobre cómo los jugadores que han cumplido misiones agregan perspectiva a su equipo y los alienta a compartir esa perspectiva cuando sea el momento adecuado.
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“He tenido esta conversación con todos los chicos que regresan de estas misiones.
Yo digo, ‘Saliste al mundo, experimentaste cosas, creciste, diferente a estos jóvenes que recién terminaron la escuela secundaria y vinieron aquí’.
No lo guardes en secreto.
Lo que sea que hayas obtenido, lo que sea que hayas aprendido, sin importar cómo hayas crecido, expresa eso, para que esos muchachos puedan beneficiarse de tu experiencia’”, dijo Shaw a Associated Press.
Esta no es la primera vez que Shaw habla sobre el impacto que los jugadores Santos de los Últimos Días tienen en su equipo.
En 2019, también le dijo a KSL Sports cómo la perspectiva de los jugadores más maduros como el ex misionero Sean Barton ayuda a sus compañeros de equipo.
“Barton fue fenomenal para nosotros y regresó con mucha madurez y firmeza. Terminó siendo un gran futbolista, pero también un gran líder porque era un poco mayor y sabio para el mundo”, dijo.
Lance Anderson, coordinador defensivo de los Cardinals, es un Santo de los Últimos Días y lidera los esfuerzos de reclutamiento del equipo en Utah.
Los jugadores Santos de los Últimos Días del equipo de fútbol de Stanford han servido misiones en todo el mundo, desde Nueva Zelanda hasta Tailandia y Taiwán.
Tanner McKee, misionero retornado y mariscal de campo de segundo año de Stanford, compartió con Associated Press algunas lecciones que aprendió al servir en su misión en Brasil.
“Obviamente, hemos visto muchos problemas diferentes en el mundo y al volver siento que puedo ayudar al equipo a lidiar con la adversidad.
Hay muchas personas en el equipo de fútbol que provienen de diferentes culturas u orígenes, y al vivir en Brasil tuve que aprender una cultura completamente nueva y conocer a personas con orígenes completamente diferentes.
Así que, siento que el nivel de madurez me ha ayudado mucho a ser un mejor líder, a ser un mejor mariscal de campo, a ser una mejor persona para este equipo”, dijo.
Por supuesto, BYU encabeza las listas de misioneros retornados en su equipo de fútbol.
A principios de este año, el entrenador en jefe de fútbol, Kilani Sitake, dijo que hay 86 misioneros retornados que hablan 12 idiomas diferentes en su lista y 25 misioneros de tiempo completo que actualmente sirven en todo el mundo.
Asimismo, reconoció las oportunidades de crecimiento y aprendizaje que el servicio misional brinda a sus jugadores.
“Es realmente importante maximizar las oportunidades para amar y aprender.
Eso es servir en una misión, servir a otras personas, aprender a amarse unos a otros, ser grandes discípulos de Cristo, aprender tanto cuanto puedas, las experiencias que obtienes allí.
Sigan creciendo y aprendiendo.
Los quiero chicos y ¡vamos Cougs!”, dijo Sitake.
Fuente: LDS Living