En este semana, la hermana Jean B. Bingham, presidenta general de la Sociedad de Socorro, compartió una experiencia personal en cuanto a la adopción de niños.
Ella declaró:
“Mi esposo y yo nunca planeamos llegar a ser padres tutelares; simplemente sucedió. Siempre quisimos tener muchos hijos, pero el tiempo pasaba y eso no sucedía. Pasaron los años y finalmente tuve un embarazo que llegó a buen término, pero pasaron más años y no venían más hijos. Nuestro médico dijo que si queríamos tener más hijos, debíamos adoptarlos, así que empezamos el proceso con entusiasmo. Luego de casi un año, me enteré de que estaba embarazada de nuevo, así que detuvimos el proceso de adopción. Seis meses después de que naciera nuestra segunda hija, nos preguntaron si consideraríamos la posibilidad de ser padres tutelares. Como ya habíamos pasado por el proceso de calificación para la adopción, nos autorizaron legalmente para ejercer el cuidado tutelar. Durante los veinte años siguientes, cuidamos de muchos niños de todas las edades, desde recién nacidos y niños en edad de primaria, hasta madres adolescentes. Aquí, nuestra hija de acogida, Olesia, de Rusia, sostiene a uno de nuestros bebés de acogida recién nacido.
Una cosa que aprendimos es que los niños son resilientes. Al recibir amor y estímulo, la trayectoria de sus vidas puede cambiar y reflejar un impacto positivo. También aprendimos que hay la urgente necesidad de fortalecer a las familias. Todos debemos tener en cuenta a los niños y los adolescentes que nos rodean, y debemos darles consciente y generosamente el amor y el apoyo que necesitan.
Y sobre todo, aprendí que hay un plan divino. El Señor está a cargo, y confiar en Su tiempo nos trae paz, aun cuando eso no nos quite la prueba que experimentamos.”
