Hoy, hace un año, la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días anunció que todos los templos cerrarían temporalmente en un esfuerzo por mitigar los efectos de la pandemia de COVID-19.
Durante el último año, la mayoría de los Santos de los Últimos Días no ha podido asistir a los edificios sagrados que con frecuencia se consideran el punto más significativo de su adoración.
Los miembros de todo el mundo esperan ansiosamente el día en que los templos vuelvan a abrir de manera total y así recibir las lecciones que Dios quiere que aprendamos.
Hemos tenido tiempo para apreciar mejor el templo. Hemos tenido tiempo para encontrar a nuestros antepasados por medio de la obra de historia familiar. Mas si dejamos que la contención y el orgullo continúen envolviendo a la sociedad moderna, podríamos perdernos una de las lecciones más importantes de todas.
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En agosto de 2020, tuve la oportunidad de regresar al templo. Durante los últimos siete años, me he desempeñado como obrera de ordenanzas y coordinadora de turnos. Tuve la bendición de ser una de las obreras llamadas a prestar servicio cuando comenzó la Fase 1 del plan de reapertura del templo.
Mientras estaba sentada en la capilla del Templo de Provo City Center para nuestra primera reunión de capacitación, hablamos sobre los sacrificios que tendríamos que hacer para mantenernos bien de salud y cumplir con las normas que permitirían mantener el templo abierto.
Desde esa reunión, he pensado mucho en si nosotros, como pueblo de Sión, le estamos mostrando al Señor lo importantes que son los templos para nosotros por medio de nuestras acciones y los humildes sacrificios que estamos dispuestos a hacer.
Convenios de sacrificio y consagración
En el templo, hacemos convenios específicos de sacrificar y consagrar. El sacrificio implica renunciar a algo, especialmente por un propósito superior. La consagración es tanto el acto de dedicar algo exclusivamente a un propósito como el acto de hacer algo santo o sagrado.
Podemos conectarnos con el templo, incluso si no podemos entrar a él, al hacer que los convenios que hicimos estén más presentes en nuestra vida diaria. Podemos ser más conscientes de la manera en que vivimos nuestros convenios y cómo afectan nuestras decisiones.
Tenemos la oportunidad de mostrarles a nuestros Padres Celestiales lo que realmente significan los templos para nosotros.
No se trata solo de nuestro deseo de estar en el templo y de lo que esperamos ganar cuando entremos por esas puertas sagradas. Se trata de la obra y la gloria de Dios y el recogimiento de Israel.
La forma en que sacrificamos y consagramos nuestras vidas para que los templos puedan reabrirse le muestra a Dios lo que sentimos verdaderamente con respecto a Su obra.
Un ejemplo a seguir
Primera presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1894. De izquierda a derecha: George Q. Cannon, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow.
Podemos aprender estos principios de los primeros Santos. El 25 de septiembre de 1890, el presidente Wilford Woodruff publicó “El Manifiesto”, un documento que anunciaba oficialmente que la Iglesia dejaría de practicar el matrimonio plural.
Para los Santos de los Últimos Días, los sacrificios hechos para vivir el matrimonio plural fueron grandes y significativos. De 1862 a 1889, las leyes promulgadas por los Estados Unidos infringían continuamente los derechos de los Santos; muchos fueron multados, encarcelados u obligados a esconderse.
No obstante, a pesar de la intensa persecución, los Santos estaban decididos a seguir a Dios.
Recompensa para el arresto de John Taylor, Presidente de la Iglesia de Jesucristo entre 1880 y 1887, y George Q. Cannon, segundo consejero de la Primera Presidencia
Todo cambió en mayo de 1890 cuando la Corte Suprema decidió aprobar la Ley Edmunds-Tucker. Esto significaba que el gobierno de los Estados Unidos tenía el derecho de apoderarse de todas las propiedades de la Iglesia por más de $ 50,000, lo que incluiría los templos del Señor. No habría ningún otro medio legal de compensación.
El presidente Woodruff oró con diligencia para saber cómo proteger los templos y la obra que se realizaba en ellos. Él recibió revelación del Señor de que el tiempo del matrimonio plural había llegado a su fin. El presidente Woodruff dijo:
“El Señor me mostró, en visión y por revelación exactamente lo que sucedería si no poníamos fin a esta práctica. Todos los templos se [escaparían] de nuestras manos. Dios me ha dicho exactamente qué hacer, y cuáles serían las consecuencias si no lo hacíamos”.
Zina D. H. Young
Muchos miembros de la Iglesia enfrentaron un período de transición que duró años, debido a que, de manera repentina, se les pidió que sacrificaran el principio por el que habían luchado durante tanto tiempo.
Zina D. H. Young, la tercera presidenta general de la Sociedad de Socorro, expresó en el día en que se anunció el Manifiesto:
“Hoy los corazones de todos fueron probados, pero se volvieron a Dios y le obedecieron con humildad”.
Esta experiencia es un recordatorio de que nada es más importante para el Señor que la gran obra de recoger a Israel en ambos lados del velo, incluido lo que los primeros Santos creían que era su libertad y derecho a vivir la práctica del matrimonio plural.
Tenemos la bendición de no enfrentar las mismas persecuciones que la Iglesia tuvo en su tiempo.
El presidente Russell M. Nelson nos recordó la importancia de la obra del templo en la actualidad cuando dijo:
“El Señor está acelerando Su obra para recoger a Israel. Ese recogimiento es lo más importante que se está llevando a cabo hoy en la tierra…
Cuando hablamos del recogimiento, simplemente estamos diciendo esta verdad fundamental: cada uno de los hijos de nuestro Padre Celestial, a ambos lados del velo, merece escuchar el mensaje del evangelio restaurado de Jesucristo”.
Llevando a cabo la obra de Dios
¿Qué lecciones podemos aprender de nuestras experiencias modernas? Podemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para proteger la obra del Señor.
Podemos esforzarnos por seguir el consejo del profeta viviente y hacer todo lo posible para continuar protegiéndonos a nosotros mismos y a los demás de la pandemia de COVID-19. Podemos contar con el consejo del profeta que realizó la siguiente declaración:
“A medida que se disponga de oportunidades apropiadas, la Iglesia insta a sus miembros, empleados y misioneros a ser buenos ciudadanos del mundo y ayudar a mitigar la pandemia protegiéndose a sí mismos y a los demás mediante la inmunización.
Los individuos son responsables de tomar sus propias decisiones sobre la vacunación. Al tomar esa determinación, recomendamos que, cuando sea posible, se asesoren con un profesional médico competente sobre sus circunstancias y necesidades personales”.
Podemos preguntarnos, ¿qué es más importante? ¿Mis sentimientos personales al respecto o la guía e instrucción de un profeta? ¿Mi comodidad y conveniencia o la obra realizada dentro de los templos?
Creo que el Señor está cuidando y observando a su pueblo. Él nos observa para ver si nos unimos como pueblo de Sión para declarar, por medio de nuestras acciones, que es lo que más apreciamos.
Nuestras acciones como persona pueden diferir según nuestras circunstancias, pero ¿podemos estar seguros de que nuestro esfuerzo como pueblo este último año sin el templo reflejan ello?
Es mi más sincero deseo y oración que nos hagamos esa pregunta y, si no estamos seguros de la respuesta, hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para cambiar.
Este período de pruebas está llegando a su fin, pero la forma en que nos ha cambiado no tiene porqué terminar.
Fuente: ldsdaily.com
