“Para la persona equivocada nunca serás valiosa, pero para la persona indicada siempre serás la respuesta a sus oraciones”.
Creo que varios hemos pasado por esa etapa en la que nos gusta alguien que sabemos que no es bueno para nosotros y forzamos las cosas para que “funcione” porque guardamos la esperanza de que todo puede cambiar.
Después de varios intentos, nos damos cuenta de que esa persona realmente no era para nosotros o quizás aún no lo aceptamos.
Si esa persona tiene las siguientes características, es muy probable que no te conduzca a un matrimonio eterno y feliz. ¡Veamos!
1. Su única manera de resolver los problemas es terminando contigo
El matrimonio estará lleno de altibajos, habrá momentos de felicidad y desafíos. Te has puesto a pensar, ¿qué pasaría si se casan y hay conflictos? ¿cómo los va a resolver? ¿se va a ir de la casa? ¿te va a dejar con todo el problema?
Necesitas una persona que esté en los buenos momentos y más en los malos.
“No encuentras un matrimonio feliz, lo construyes”. – Élder Bednar
2. No le gusta cómo eres
Estás cambiando tu esencia para que la relación funcione.
Te ves al espejo y te das cuenta de que no estás actuando como eres tú y ¿por qué? Para complacer a esa persona, para que no se vaya.
¿Por qué haces eso? Antes de ser fiel a los demás, debes serte fiel a ti mismo.
No cambies para complacer a los demás, cambia porque realmente lo necesitas, porque conoces tus puntos débiles y quieres mejorar por ti.
La persona que realmente desee compartir su vida contigo, no va a mermar tu autoestima, no te va a hacer creer que ser tú no está bien.
Al contrario, te va a ayudar a relucir quien eres, te va a inspirar a ser mejor. No te forzará, tú vas a sentir ese deseo de cambio, “la luz se allega a la luz”.
3. Le da igual cómo te sientes
Sabes que a esa persona no le importa lo que sientes y por eso escondes lo que te pasa. No mereces estar con una persona a la que le dé igual si estás triste o tienes un problema.
La vida ya es demasiado dura como para que la persona que supuestamente te quiere, te de malos tratos.
Dale la vuelta a esa situación y quiérete, sal de ahí.
Si así se comporta en una relación, donde cada quién demuestra lo mejor de sí, imagínate cómo será en el matrimonio, cuando se muestre como realmente es. El matrimonio no va a arreglar esos problemas.
“El Salvador nos dio el mandamiento de perdonar, pero no nos mandó a regresar a circunstancias destructivas, ni relaciones de maltrato y abuso”. – Élder Holland
4. No habla de un futuro juntos
Si nunca habla de cómo se ve contigo de aquí en unos años es demasiado obvio que no piensa en ti como una compañera eterna o un compañero eterno.
Es mejor que dejes en claro cuáles son tus metas y le preguntes qué es lo que planea él o ella. Tal vez, sus cursos de vida sean diferentes y estén aplazando algo que saben que va a terminar.
Recuerda que mientras más tiempo pases con la persona equivocada, menos tiempo pasarás con la persona indicada.
“Una relación exitosa no se basa solo en el romanticismo, sino en tener metas eternas”.
5. No se dirige a ti con amor
No es amable contigo, usa términos despectivos, te compara con otras personas, no reconoce tus virtudes, te grita, sus comentarios te lastiman.
No esperes más, apártate de esa persona. Necesitas a alguien que te haga florecer, no que te marchite.
Eres un hijo de Dios, de un valor incalculable, que debe ser tratado con amor y cuidado. Tienes personas que te aman y te hacen recordar lo valioso que eres, ¿por qué dejarías que tu pareja te haga sentir tan mal?
Escoge amarte hoy, escoge amarte siempre.
“La vida de por sí es dura, por lo cual no necesitas estar con alguien que, aunque se supone que te ama, esté constantemente minándote la autoestima, el sentido de dignidad, la confianza y la alegría. Cuando estés en manos de esta persona, tienes el derecho a sentirte a salvo físicamente y segura emocionalmente”. – Jeffrey R. Holland
Voy a terminar este artículo con una analogía.
A veces nos gusta tanto un zapato que cuando nos lo probamos y nos damos cuenta de que no es de nuestra talla, acomodamos nuestros pies para que nos quede y, al final, solo termina hiriéndonos. ¿Por qué? Porque no es de nuestra talla, aunque nos probemos el zapato de mil formas, no nos va a quedar y tendremos que cambiarlo, ya que de lo contrario solo nos causará heridas.
Lo mismo nos sucede cuando seguimos eligiendo a la persona que nos lastima.
Fuente: Instagram