Hemos estado leyendo y estudiando la vida de Jesús a través del programa “Ven, Sígueme” este año. Al volver a leer los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan sobre el último día de Jesús: Sus últimas horas, el término de Su sacrificio en nuestro nombre, estoy sorprendido.
Me sorprende Su amor por cada uno de nosotros. Por ti, por mí, por cada persona. Sabemos que lo traicionaron, se burlaron de Él, lo golpearon y lo crucificaron. ¡Es tan difícil imaginarse que lo trataron con tanto odio, ira y violencia! Él no hizo más que lo bueno de manera constante.
Sin embargo, incluso, en el último día de Su ministerio terrenal, Él se llenó de amor y perdón.
De los muchos principios demostrados a través de este acto extraordinario, me gustaría que centremos nuestra atención, por un momento, en tres cosas: amar, perdonar y arrepentirse.
La Expiación es el mayor acto de amor y perdón. Además, ¿qué nos pide Dios a cambio? Arrepentirnos, perdonarnos los unos a los otros y amar.
Eso suena maravilloso y sé que es la manera correcta, pero…
- ¡Me lastimó tanto!
- ¡No es justo!
- ¡No merezco ser tratado de esa manera!
- ¡Hicieron trampa!
- ¡Me robó!
- ¡Me traicionaron!
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Estas emociones fluyen fácilmente de las experiencias de vida. Pero, ¿cuál es la alternativa de arrepentimiento, perdón y amor? Estar enojado, resentido, irse, atacar, murmurar. ¿Eso suena como la persona que quieres ser? ¿Eso suena como la manera en que quieres vivir?
No puedes ser amargado y esperar que tu vida sea dulce
Puedes pensar que cuando alguien te hace algo ofensivo, te lo está haciendo a ti. Pero, no. No se trata de ti en lo más mínimo. Pero, si lo tomas de manera personal, lo haces por ti y sufres junto con esa persona.
¡Esta es una razón por la que el Salvador dice que cuando no perdonamos a los demás, queda en nosotros el pecado más grande!
Un corazón implacable te detendrá en la vida mucho más que cualquier cosa que alguien te pueda hacer.
Consideremos el primero de estos tres principios.
AMAR
El Élder Holland dijo que “es amar, no ser amado, lo que nos acerca realmente a los demás”. Si Dios nos ama, como creemos que lo hace, ¿por qué hay infelicidad? Y no necesitamos ver más allá de nuestras propias experiencias para saber que esto es verdad. ¿Amas a alguien y, sin embargo, es infeliz?
Entonces, ¿qué es lo que realmente te hace feliz? Es el amar, sentir amor por alguien más. Como el amor por un niño o un nieto. Puede ser difícil de describir, pero conoces ese sentimiento de gozo y felicidad cuando está ahí. Y, harías cualquier cosa por ellos.
Amar, el VERBO, viene antes de amor el sustantivo.
Stephen Covey compartió una experiencia que tuvo al dirigirse a un grupo grande. Después, una de las personas de la audiencia se acercó a él para pedirle un consejo. Dijo que ya no amaba a su esposa, que se habían alejado y que estaba pidiendo un consejo.
Stephen dijo, “ámela”.
“Pero le dije que ya no la amo. Simplemente no siento nada. ¿Qué debo hacer?”
“Ámela”.
“Pero acabo de decirle que no la amo. Se nos acabó el amor, simplemente no está ahí. No creo que le esté ayudando ni a ella ni a mí. Me siento confundido con respecto a qué hacer”.
“Amigo, AMAR el VERBO viene antes de AMOR el SUSTANTIVO”.
“Descubre cómo puedes servirle y demostrarle amor. Trátala con el máximo respeto. Coloca sus necesidades antes que las tuyas. Cuida su bienestar y encontrarás el amor que buscas y mucho más”.
El poeta Edwin Markham dijo:
Dibujó un círculo que me excluía.
Herético, rebelde, una cosa para burlarse.
Pero el amor y yo teníamos el ingenio para ganar:
¡Dibujamos un círculo y lo llevamos adentro!
Debido a la humildad, la fortaleza y el completo conocimiento del Salvador del Plan de Felicidad, se llevó a cabo la Expiación. ¡Esta tarea incomprensiblemente dolorosa e imposible! Y al hacerlo, ¡Él dibujó un círculo al que nos llevó a todos!
Su amor hace que nuestra capacidad de amar sea posible y completa. Pero, debemos actuar, debemos demostrar amor. Amar el VERBO viene antes de amor el sustantivo. O, podríamos decir, amar la ACCIÓN viene antes de amar el sentimiento.
PERDONAR
Y, ¿Qué pasa con el perdón?
No conozco la diferencia entre el amor y el perdón
¡No la puedo ver!
Una y otra vez, Jesús demuestra a través de Sus palabras y Sus acciones, que perdonar es amar y amar es perdonar.
Perdonar y ser perdonado son las dos caras de la misma moneda.
Jesús enseñó este principio con una historia en Mateo 18: 24 – 35.
Voy a parafrasear la historia para ser más breve:
Se trajo un sirviente al rey, que le debía 10.000 talentos. ¡Una suma de dinero increíblemente grande! Pero el sirviente no podía pagar, por lo que el rey ordenó que lo vendieran a él, a su esposa, sus hijos y todo lo que tenía para que le pagara.
Pero el siervo cayó al suelo y le suplicó, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te pagaré todo. El rey movido a misericordia, le perdonó la deuda.
Pero el siervo salió y encontró a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios (alrededor de 3 a 4 meses de salario de un trabajador común, una suma casi completamente insignificante en comparación con la deuda que le acababan de perdonar), y lo tomó por el cuello, diciendo, ¡Págame lo que me debes! El hombre se postró a sus pies y le suplico, diciendo, “Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo”.
Pero no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Cuando los demás vieron esto, le contaron al rey todo lo que sucedió. Entonces su rey le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también haber tenido misericordia de tu consiervo, así como yo tuve misericordia de ti?” Su rey se enojó y lo entregó a los verdugos hasta que pudiera pagarle todo lo que le debía.
Y, aquí es donde el Salvador lo explica claramente para ti y para mí:
Así también hará con vosotros mi Padre Celestial, si no perdona de corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Nuevamente, en Doctrina y Convenios 64: 8 – 10, Él nos aconseja:
En la antigüedad mis discípulos buscaron motivo el uno contra el otro, y no se perdonaron unos a otros en su corazón; y por esta maldad fueron afligidos y disciplinados con severidad.
Por tanto, os digo que debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado.
Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres.
¿Puedes buscar en tu propia vida y recordar lo afligido y disciplinado que fuiste al no perdonar?
¡Considera con cuánta más frecuencia sufriste por tu enojo y aflicción que por las mismas cosas por las que te enojaste y afligiste! Cada vez que las recuerdas y te mortificas por esas emociones negativas, experimentas el dolor una y otra vez. La justicia hará sufrir a alguien una vez. Pero, nosotros sufrimos mil veces. Eso no es justicia ni misericordia.
CS Lewis ice:
“Ser cristiano significa perdonar lo imperdonable porque Dios te ha perdonado lo imperdonable”.
¡Debo perdonar lo imperdonable a los demás porque Dios me ha perdonado lo imperdonable!
Esa palabra “imperdonable”, suena bastante mal, ¿no? Pero, ¿qué significa eso realmente? Y, ¿qué he hecho que sea imperdonable?
Todo lo que requiera arrepentimiento es imperdonable porque CUALQUIERA me aleja de Dios.
En Doctrina y Convenios 1: 31, el Señor dice:
“Porque yo, el Señor, no puedo considerar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia”.
¡Eso lo resume todo!
Ahora, en todos nuestros esfuerzos por actuar mejor y ser mejores, todavía nos equivocamos. Todavía perdemos la paciencia, juzgamos injustamente, nos aferramos a los rencores, el resentimiento, los chismes, alimentamos nuestro orgullo y somos descuidados en nuestras relaciones con los demás y con Dios.
Afortunadamente, está el versículo 32 de esa misma sección:
“No obstante, el que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor será perdonado”.
Lo que nos lleva al tercer principio, que hace posible la increíble Expiación del Salvador.
ARREPENTIRSE
A veces actuamos como si nuestra consciencia fuera una voz suave que nos dice lo que otras personas deberían hacer. Pero, esa “luz de Cristo” está ahí para TI y para MÍ, para guiar, dirigir e inspirar, si estamos dispuestos a ser humildes, escuchar y actuar.
La palabra “arrepentirse” o “arrepentimiento” se encuentra en todas las Escrituras.
- En la Biblia 133 veces
- En Doctrina y Convenios 135 veces.
- En el Libro de Mormón 382 veces
El consejo del Señor para nosotros es claro.
En la sesión del Sacerdocio de esta última Conferencia General, el Presidente Nelson compartió su consejo sobre el arrepentimiento:
Demasiadas personas consideran el arrepentimiento como un castigo; algo a evitarse excepto en las circunstancias más graves; pero es Satanás quien genera ese sentimiento de castigo. Él trata de impedir que miremos hacia Jesucristo, que espera con los brazos abiertos, con la esperanza y disposición de sanarnos, perdonarnos, limpiarnos, fortalecernos, purificarnos y santificarnos.
La palabra arrepentimiento en el Nuevo Testamento en griego es metanoeo. El prefijo meta- significa “cambio”; el sufijo -noeo se relaciona con palabras griegas que significan “mente”, “conocimiento”, “espíritu” y “aliento”.
Por tanto, cuando Jesús nos pide a ustedes y a mí que nos “arrepintamos”, nos invita a cambiar nuestra mente, conocimiento, espíritu, e incluso cómo respiramos. Nos pide que cambiemos la forma en que amamos, pensamos, servimos, invertimos el tiempo, tratamos a nuestra esposa, enseñamos a nuestros hijos, y aun cómo cuidamos nuestro cuerpo.
Nada es más liberador, más ennoblecedor ni más crucial para nuestro progreso individual que centrarse con regularidad y a diario en el arrepentimiento. El arrepentimiento no es un suceso; es un proceso; es la clave de la felicidad y la paz interior; cuando lo acompaña la fe, el arrepentimiento despeja el acceso al poder de la expiación de Jesucristo.
Ya sea que avancen con diligencia por la senda de los convenios, que hayan tropezado o se hayan apartado de tal senda, o que ni siquiera puedan ver dicha senda desde donde estén ahora, les ruego que se arrepientan. Sientan el poder fortalecedor del arrepentimiento diario; de actuar y de ser un poco mejor cada día.
Al escoger arrepentirnos, ¡escogemos cambiar! Permitimos que el Salvador nos transforme en la mejor versión de nosotros.
Tenemos que actuar mejor y ser mejores, porque estamos en una batalla ¡El adversario está cuadruplicando sus esfuerzos! Pídele al Padre Celestial que te muestre lo que te impide hacer los cambios necesarios.
¿Qué necesito empezar a hacer y qué necesito dejar de hacer para actuar mejor y ser mejor que antes?
El Presidente Nelson nos dio dos maneras de actuar mejor y ser mejores:
- La forma en que trato mi cuerpo
- El don de este cuerpo me permite llegar a ser más semejante a Dios
- La mayoría de las tentaciones que el adversario pone en nuestro camino ocasionan que maltratemos nuestro cuerpo o el de otras personas
- Satanás es desdichado sin un cuerpo y quiere que nosotros seamos desdichados a causa del nuestro
- La forma en que honro a las mujeres en mi vida, esposas e hijas, madres y hermanas
- Mi primer y principal deber es ser el compañero de mi esposa
- Nada en ninguna pantalla es más importante que su bienestar
- Orar para tener mi corazón en sintonía con el de mi esposa
- Busca su consejo y escucha. Las sugerencias de ella mejorarán mi proceder
- ¡Las fuerzas del mal nunca han sido más intensas que hoy!
Debo centrar mi atención en el arrepentimiento diario. Esta es la única manera de mantener a mi familia a salvo. El Señor necesita hombres desinteresados y mujeres que pongan el bienestar de otras personas por encima del propio. Los hombres y las mujeres que se esfuercen por actuar mejor y ser mejores.
Sé que mientras tú y yo hagamos estos esfuerzos por ARREPENTIRNOS, PERDONAR y AMAR, experimentaremos milagros en nuestra vida. Déjame enfatizar esta promesa de Dios:
Experimentarás milagros en tu vida a medida que te arrepientas, perdones y ames.
El Profeta nos hizo esta promesa, al igual que el Señor, cuyo Sacrificio Expiatorio lo hace todo posible.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Marcus Nicolls y fue publicado en latterdaysaintmag.com con el título “Three Principles from the Atonement for Daily Living”.