Imagina este épico viaje por el desierto con Nefi y sus hermanos, Laman y Lemuel: La misma arena ardiente bajo sus pies, el mismo sol que les derrite la piel y el mismo aire desértico secándoles la garganta.
Pero, ¿quién diría que un viaje por el desierto podría desencadenar dos respuestas radicalmente opuestas?
Durante una clase que dictaba en instituto, hice una pregunta que desencadenó un marcado contraste entre las perspectivas de estos hermanos que emprendían un viaje por el desierto.
Esto resonó con el tema de la ardua travesía de la vida.
La reacción de Nefi
Nefi, en medio del calor y el hambre, alza la voz en un grito de gratitud:
“Y tan grandes fueron las bendiciones del Señor sobre nosotros, que aunque vivimos de carne cruda en el desierto, nuestras mujeres tuvieron abundante leche para sus niños, y eran fuertes, sí, aun como los hombres; y empezaron a soportar sus viajes sin murmurar.
Y así vemos que los mandamientos de Dios se deben cumplir. Y si los hijos de los hombres guardan los mandamientos de Dios, él los alimenta y los fortifica, y provee los medios por los cuales pueden cumplir lo que les ha mandado; por tanto, él nos proporcionó lo necesario mientras permanecimos en el desierto” (1 Nefi 17: 2-3).
Nefi se maravilló de las bendiciones del Señor durante su paso por el desierto.
Su viaje, una metáfora de nuestra vida, se transformó en una peregrinación gozosa porque entendía las acciones del Creador.
La reacción de Lamán y Lemuel
Sin embargo, en las mismas arenas abrasadoras, la respuesta de Lamán y Lemuel fue más una queja:
“He aquí, hemos padecido en el desierto estos muchos años; y durante este tiempo hubiéramos podido disfrutar de nuestras posesiones y de la tierra de nuestra herencia; sí, y hubiéramos podido ser dichosos” (1 Nefi 17: 21).
Su viaje, aunque idéntico en lo físico, estaba plagado de descontento y miseria.
¿Cuál era el verdadero problema con Lamán y Lemuel?
Le pregunté a mi clase: “¿Cuál era el problema fundamental de Laman y Lemuel?” La respuesta fue profunda, pues se aplicaba a todos nosotros, “una mala actitud”.
El Libro de Mormón nos revela la verdad:
“Y así era como Lamán y Lemuel, que eran los mayores, murmuraban en contra de su padre; y hacían esto porque no conocían la manera de proceder de aquel Dios que los había creado” (1 Nefi 2: 12).
Su problema central no era simplemente una mala actitud. Era una profunda falta de comprensión sobre las formas de su Creador.
El desierto de la vida
En el desierto de la vida, todos enfrentamos pruebas, dificultades y sed, pero es la transformación interior la que define nuestro viaje.
El espíritu radiante de Nefi provenía de conocer a Dios íntimamente, navegando por el desierto con compañía divina. En contraste, la falta de este conocimiento dejó a Lamán y Lemuel varados en la negatividad, la amargura, la desesperación y las quejas.
Esta narrativa refleja nuestras vidas. Nuestro viaje por el desierto, diseñado para refinarnos y purificarnos, exige más que afirmaciones positivas.
“Conocer la manera de proceder de aquel Dios que nos creó” se convierte en la fuente de verdadera fortaleza, gozo y confianza perdurables:
“¡Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre!” (2 Nefi 4: 34).
Así que, en el vasto desierto de nuestra existencia, busquemos no solo una buena actitud, sino una conexión profunda con el Creador. Que nuestro viaje no sea una lucha inútil, sino una travesía transformadora hacia la tierra prometida.
Fuente: Meridian Magazine
Video relacionado
@masfe.org El Libro de Mormón testifica de Jesucristo y nos cambiará la vida si estamos dispuestos a leerlo. #masfe #sud #conferenciageneral #ldsconf #generalconference #conferenciageneral193 #lds #iglesia ♬ Relaxing Japanese-style piano song inviting nostalgia – Akiko Akiyama