En el Libro de Mormón, el hermano de Jared y su pueblo afrontaron un viaje largo y desafiante.
El Señor les prometió que los llevaría a salvo a una nueva tierra, la tierra prometida. Sin embargo, cuando observamos detenidamente su experiencia, descubrimos que fueron los impetuosos vientos y olas los que los impulsaron y los llevaron a donde necesitaban ir.
Éter 6: 8 dice:
“Y ocurrió que el viento no dejó de soplar hacia la tierra prometida mientras estuvieron sobre las aguas; y de este modo fueron impelidos ante el viento”.
¿Te enfrentas a fuertes e impetuosos vientos y olas?
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Cuando atravesamos por esos momentos, a menudo queremos clamar por paz y aguas tranquilas, sin darnos cuenta de que el Señor está tratando de ayudarnos a llegar a una tierra mucho mejor, una tierra prometida.
Aceptar este proceso y mantener fuerte nuestra fe puede ser un desafío. Aquí hay algunas maneras en las que puedes acceder al poder de Dios y al poder de Su propia divinidad para transformar tus pruebas en milagros.
No renuncies a tu albedrío
Lo primero que Satanás quiere hacer cuando nos encontramos decaídos y desanimados es que abandonemos nuestro albedrío. Quiere que nos sintamos impotentes y que dejemos de esforzarnos. Debemos seguir haciendo lo justo y nuestro esfuerzo nos mantendrá firmes y a salvo.
Es posible que debas reconocer cuales son tus limitaciones y ser paciente contigo mismo mientras sigues adelante dentro de los límites de tu propia mortalidad.
No te rindas y no aceptes que nada cambiará o que no tienes el poder de marcar la diferencia en tu propia vida, ¡tú puedes! Incluso los pequeños avances son victorias en nuestras vidas.
“Les suplico que acudan a nuestro Padre Celestial con fe; Él los animará y los guiará. No siempre retirará las aflicciones, pero Él los consolará y guiará con amor a través de cualquier tormenta que enfrenten”.- Thomas S. Monson, “El mirar hacia atrás y seguir adelante”
Enfócate en la naturaleza de Jesucristo
Las personas siempre nos podrán decir que encontremos algo que podamos aprender de nuestras pruebas. Esto, con frecuencia, no es eficaz, especialmente cuando atravesamos por una pena muy grande. A cambio, podemos enfocarnos en lo que estamos aprendiendo sobre la naturaleza de nuestro Salvador. Ese es el verdadero propósito de todas nuestras experiencias: llegar a ser como Jesucristo.
Estudia Su vida y Sus atributos. Observa cómo tus vientos y olas pueden hacer que te parezcas más a Él. Estudiar la sección de atributos semejantes a los de Cristo en “Predicad Mi Evangelio” es un excelente punto de partida.
“Pongan a Dios en primer plano, no importa las pruebas a las que se enfrenten. Amen a Dios; tengan fe en Cristo y entréguense a Él en todas las cosas”. – Koichi Aoyagi, “Persevera en tu camino”
Pide ayuda y esfuérzate por ser honesto
El hermano de Jared no viajó solo. Él y su familia tenían un gran deseo de estar juntos y que sus idiomas no se confundieran como le sucedió al resto de de personas en la Torre de Babel. Ellos realizaron su viaje juntos.
Esfuérzate por ser honesto contigo mismo en cuanto a lo que estás atravesando y procura conseguir la ayuda adecuada que necesitas, ya sea profesional o eclesiástica.
Puede que al principio sea difícil hablar de lo que sientes, pero puedes empezar con algo pequeño. Si no sabes cómo abrirte a los demás, considera escribir diferentes formas de responder a la pregunta: “¿Cómo estás?”.
“No hay prueba que sea tan grande que no podamos superarla juntos”. – Neil L. Andersen, “La prueba de vuestra fe”
Empieza a edificar tu tierra prometida
A diferencia del hermano de Jared, no estamos atrapados físicamente en un barco donde lo único que tenemos que hacer es esperar. Hay muchas cosas que podemos hacer en la actualidad para edificar nuestra tierra prometida.
Trázate metas que te gustaría y puedes alcanzar. Trata de no ir más lejos de lo que tus fuerzas te permitan. Lee tu bendición patriarcal todos los días y trata de descubrir cómo se vería tu tierra prometida con la ayuda del Señor.
¡Hacer estas simples cosas te ayudarán a tener fe en un futuro brillante y feliz! Cada día es una nueva oportunidad para que permitamos que el Padre Celestial nos impulse a seguir a adelante.
Las cosas buenas vendrán. Las bendiciones vendrán. Los milagros vendrán.
“Nuestras dificultades nos permiten cambiar para mejorar, reconstruir nuestra vida a la manera en que nuestro Padre Celestial nos enseña y llegar a ser diferentes de lo que éramos; mejor de lo que éramos, más comprensivos, más compasivos, con testimonios más fuertes de los que antes teníamos”. -Thomas S. Monson, “No te dejaré, ni te desampararé”
Fuente: Ldsdaily.com