Todos hemos estado ahí. Estás saliendo con un grupo de personas el 31 de diciembre. Quizá estás hablando con alguien, te encuentras con una pausa en la conversación y te preguntan “Entonces, ¿cuáles son tus metas para el Año Nuevo?” Haces una pausa, tal vez porque tú aún no has pensado en eso, y posiblemente lo has pensado, pero decirle a otra persona cuales son tus pensamientos te obligan a comprometerte. ¿Recuerdas siquiera cuáles fueron tus metas el último 31 de diciembre?
Si no, ¿Por qué no?
Esto se basa es dos conceptos que las personas que creen en una deidad están familiarizadas: la esperanza y la fe. Para cumplir con una meta – sea de Año Nuevo u otra – necesitamos ambas. Cuando sólo esperamos las cosas, queremos que el resultado sea bueno, pero estamos inseguros de lo que es o de lo que debemos hacer para garantizar un resultado. La fe nos da la dirección y el enfoque que necesitamos para obtener los resultados que deseamos.
Tuve entrenamiento en el ejército en Fort Knox, Kentucky este verano. Hubieron muchos momentos que midieron mis habilidades como soldado, uno de ellos fue en el campo de tiro. En el campo, tuvimos que dispararle a 40 siluetas que aparecerían durante unos segundos a la vez a distancias de 50 a 300 metros. Para pasar el curso, teníamos que darle a al menos 23.
Cuando fue mi turno de disparar, mis lentes protectores se empañaron, (Kentucky es bastante húmedo) tuve problemas para obtener una vista adecuada y no logré acertar suficientes objetivos.
Afortunadamente, tuve una segunda oportunidad. Pude haber vuelto a la fila, haber extraído más munición y esperado un mejor resultado. Sin embargo, me di cuenta de que eso probablemente no hubiera funcionado, así que ejercité la fe. Sabía que era capaz de disparar mejor de lo hice, así que tomé los pasos para obtener el resultado que necesitaba. Apliqué algunos consejos básicos de puntería de uno de los sargentos y observé los objetivos por un tiempo para ver exactamente cuánto tiempo tenía para dispararles a cada uno; también hice otra cosa importante: oré.
“Padre celestial” le dije “Sé que no puedes hacerme disparar mejor, pero ¿podrías evitar que mis lentes se empañen?” Tomé lo que había aprendido, así como la fuerza adicional que obtuve por la oración, y regresé a la línea. Mis lentes se mantuvieron limpios y alcancé a dispararle a 35 de los 40 objetivos.
Otra parte clave de tener fe para seguir con tus metas es compartirlas. Encuentra a alguien en quien puedas confiar y cuéntales lo que estás haciendo y por qué. Ya sea que estés escribiendo un libro, yendo al gimnasio o desarrollando una nueva habilidad, es más probable que sigas adelante si otra persona lo sabe. Finalmente, pide consejo diario de cualquier dios en el que creas y obtén fuerza mediante la oración y la meditación.
Si te trazas una meta para el 2018, ejercita la fe. Tienes un libro lleno de páginas en blanco sobre las cuales puedes escribir los próximos capítulos de tu vida. Ten un resultado claro en mente y traza objetivos y planes sólidos. Mientras confíes en Dios, confiarás en ti mismo. Alcanza esos objetivos uno por uno, el próximo año podrás decir que te trazaste algo y que lo cumpliste.
Este artículo fue escrito originalmente por Daniel West y fue publicado por faithcounts.com, con el título: “I Can Start Over Again”