Es bueno que se haga esta pregunta porque, si bien podemos tener una idea de cuál es la posición de la Iglesia sobre estos temas, es posible que nunca hayas escuchado este tipo de conversaciones en alguna clase de escuela dominical.
El Manual de la Iglesia tiene muy poco que decirnos al respecto. De hecho, solo se nos da la siguiente definición y advertencia en la sección “El ocultismo”:
“El ocultismo se concentra en las tinieblas, conduce al engaño y destruye la fe en Cristo. El ocultismo incluye adorar a Satanás; también abarca actividades místicas que no están en armonía con el evangelio de Jesucristo. Tales actividades incluyen (entre otras) la adivinación, los hechizos y las prácticas de sanación que son imitaciones del poder del sacerdocio de Dios.
Los miembros de la Iglesia no deben participar en ninguna forma de adoración a Satanás ni afiliarse de ninguna manera al ocultismo. No deben tocar temas sombríos en sus conversaciones ni en las reuniones de la Iglesia”.
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Si bien el Manual de la Iglesia no brinda una definición o posición de algo más puntual sobre el tema, las Escrituras son mucho más claras al respecto:
Deuteronomio 18:10-12 claramente excluye la participación de psíquicos, médiums o cualquier tipo de práctica de magia y hechicería.
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni quien pregunte a espíritus, ni mago ni quien consulte a los muertos.
Porque es abominable a Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios las expulsa de delante de ti”.- Deuteronomio 18: 10-12.
En Hechos 13, Pablo dejó en claro lo que pensaba de cierto hechicero, o “falso profeta”, que impedía que otro hombre escuchara el Evangelio.
“Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?”
Isaías llegó incluso a predecir la recompensa eterna de quienes practican las artes ocultas:
“…los astrólogos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses para pronosticar… serán como rastrojo; el fuego los quemará; no salvarán sus vidas del poder de la llama”. -Isaías 47:13-14
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El artículo de Robert J. Matthews en la revista Ensign, “Lo que dicen las Escrituras sobre la astrología, la adivinación, los médiums espirituales, la magia, la hechicería y la nigromancia”, aclara la naturaleza opuesta entre las artes ocultas y el verdadero poder del sacerdocio de Dios de la siguiente manera:
“Las escrituras nos enseñan que los encantamientos y conjuros de un hechicero, médium o nigromante son características de las falsas religiones y supersticiones del mundo. Aquellos que los practican de hecho se encuentran en oposición a los verdaderos profetas y apóstoles.
Todos los que están familiarizados con el espíritu y la fe de Jesucristo no querrán tener ningún tipo de interacción con ninguna forma de adivinación y magia espiritual”.
Aunque no nos vemos rodeados por una gran cantidad de personas que practican o alientan la práctica de las artes ocultas, éstas han estado presentes a lo largo de la historia. Puede parecer tonto o inofensivo que alguien te lea las cartas o participar de algún tipo de adivinación, sin embargo, debe evitarse.
José Smith advirtió:
“Los espíritus de mentira transcurren por el mundo. Habrá grandes manifestaciones de espíritus, tanto falsos como verdaderos”.
Pero, ¿cómo determinamos cuál es cuál?
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El Libro de Mormón nos brinda la manera de distinguir lo falso de lo verdadero.
“Pues he aquí, mis hermanos, os es concedido juzgar, a fin de que podáis discernir el bien del mal; y la manera de juzgar es tan clara, a fin de que sepáis con un perfecto conocimiento, como la luz del día lo es de la obscuridad de la noche.
Pero cualquier cosa que persuade a los hombres a hacer lo malo, y a no creer en Cristo, y a negarlo, y a no servir a Dios, entonces sabréis, con un conocimiento perfecto, que es del diablo; porque de este modo obra el diablo, porque él no persuade a ningún hombre a hacer lo bueno, no, ni a uno solo; ni lo hacen sus ángeles; ni los que a él se sujetan”. -Moroni 7:15, 17
Busca la verdad y la comprensión del Espíritu Santo. Estudia las Escrituras y las palabras de los profetas. Recibe y estudia tu bendición patriarcal.
En resumen, confía en el Señor, no procures los dones místicos de otros. Si hay algo que necesitas saber, el Señor te lo dirá si te esfuerzas por escucharlo.
Fuente: LdsDaily
