En la Iglesia de Jesucristo, un “llamamiento” es una invitación formal o una asignación extendida a un miembro para servir en cualquier organización de la Iglesia.
Estos llamamientos son emitidos por líderes locales, como obispos o presidentes de estaca, quienes reciben inspiración y orientación para determinar dónde los miembros pueden utilizar mejor sus talentos y ayudar a los demás Santos de los Últimos Días.
Muchos miembros creen que no hay una buena razón para rechazar un llamamiento. Sin embargo, al analizar más de cerca los principios del evangelio, así como las sutilezas de nuestras propias vidas, podemos ver que surgen circunstancias donde sería válido decir que no.
Estas son algunas de las razones y maneras en las que podemos comunicarnos con nuestros líderes sobre cómo vivir la Ley de Consagración, incluso cuando no podemos servir un llamamiento.
Salud física y mental
Es probable que todos sintamos miedo, inseguridad o incluso desagrado cuando se trata de servir en la Iglesia.
Puede que sea estresante y sabemos que requiere tiempo y trabajo, sin embargo, es importante recordar que estos sentimientos naturales no son una razón para rechazar un llamamiento de inmediato.
No obstante, si nuestra salud física o mental está en peligro, es posible que debamos considerar como nuestro llamamiento podría afectarnos; sobre todo si estamos pasando por un estado de crisis, enfermedad o ya estamos recuperándonos.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que una enfermedad mental no siempre le impedirá a una persona servir. Muchos pueden y sirven fielmente mientras se esfuerzan por vivir con sus condiciones.
Lo que el Señor no quiere es que corramos más rápido de lo que tenemos fuerzas. Un llamamiento para servir nunca debe conducir a daño emocional o físico.
Otras opciones: Si lo deseas, puedes proponer servir de manera temporal para evaluar cómo te desenvuelves en el llamamiento, buscar en oración otra forma de servicio que complemente lo que se te había asignado originalmente y solicitar apoyo para fortalecer tu resistencia emocional a fin de mejorar tu salud para futuros llamamientos.
Dignidad
La dignidad no es perfección. Todos pecamos, cometemos errores y enfrentamos dificultades. Aun así, servimos con más poder e inspiración cuando nos esforzamos por guardar nuestros convenios y por ser dignos.
Si tienes un problema de dignidad más serio, habla con tus líderes al respecto con total honestidad. Es posible que ciertos llamamientos no sean adecuados según tus circunstancias actuales. Esto puede ser especialmente cierto si te llaman a trabajar con niños o jóvenes.
No permitas que tu orgullo o vergüenza te impida ser honesto sobre tu situación. Esfuérzate sinceramente por arrepentirte y encontrar maneras de servir en el reino de Dios que sean apropiadas para ti en este momento.
Otras opciones: Solicite otro llamamiento que pueda ser más adecuado; ofrécete como voluntario de manera no oficial; cumpla con sus asignaciones de ministrar.
Y tú, ¿qué consejo le darías a alguien que está considerando rechazar su llamamiento?
Fuente: LDS Daily