Salt Lake City – Durante los últimos seis meses, los sitios sagrados han sido objeto de ataques constantes por parte de los terroristas.
En octubre de 2018, un hombre armado disparó a unos judíos mientras adoraban en la sinagoga del Árbol de la Vida en Pittsburgh, el ataque más mortal contra los judíos en la historia de los Estados Unidos.
En marzo, dispararon a unos musulmanes mientras oraban en Christchurch, Nueva Zelanda. El 21 de abril, unos cristianos fueron el blanco de ataques durante los servicios de Pascua en Sri Lanka.
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Pocos días después, el 27 de abril, un tiroteo en una sinagoga de California, Chabad of Poway, dejó a una mujer muerta y dos personas heridas mientras celebraban la Pascua.
El ataque a las casas de adoración es un fenómeno antiguo, dice Robert Pape, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, que se especializa en asuntos de seguridad internacional. Pape dice que esta tendencia es impulsada, en parte, por lo que describe como el “lado práctico” de dichos ataques.
“Las casas de adoración siempre han sido un blanco continuo de ataques para el terrorismo. La razón se debe a que sabes algo sobre las personas que probablemente estarán ahí, cuál es su religión y también sabes el tiempo y el lugar en los que estarán ahí”, dijo Pape.
Sin embargo, parece que los últimos ataques fueron impulsados por un nuevo fenómeno: el aumento de lo que los expertos llaman “terrorismo de las redes sociales”.
Las redes sociales se han convertido en “el centro de atracción” de la propagación del terrorismo.
El sospechoso de 19 años del tiroteo de Poway publicó un manifiesto en internet, en el que afirmaba haber atacado la sinagoga para “ayudar a la raza europea” a defenderse de los “judíos internacionales”.
El extenso documento fue similar al que publicó un supremacista blanco, que es acusado de haber matado a 50 personas en Nueva Zelanda y llevó una cámara conectada a un casco para transmitir su tiroteo en Facebook.
“Las redes sociales ofrecen oportunidades a los terroristas islámicos, los terroristas supremacistas blancos e incluso a escolares armados para expandirse y vanagloriarse, de formas que ninguna otra plataforma de medios de comunicación lo hace”, dijo Pape.
Los representantes de las plataformas de las redes sociales se han pronunciados sobre sus esfuerzos de combatir dicha actividad en sus sitios.
Después del ataque terrorista en Christchurch, Facebook emitió una larga declaración en la que expresaba el compromiso de la empresa de “trabajar con los líderes de Nueva Zelanda, otros gobiernos y toda la industria tecnológica para ayudar a contrarrestar el discurso de odio y amenaza del terrorismo”.
Tal compromiso fue imitado por líderes mundiales, incluida la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, que anunció el 15 de mayo que ella y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se reunirían con líderes y ejecutivos de empresas tecnológicas mundiales en París en un esfuerzo por evitar que las redes sociales promuevan el terrorismo tras los recientes ataques en Nueva Zelanda y Sri Lanka.
Anticipándose a la reunión, Deseret News habló con los expertos en contraterrorismo y políticas de seguridad internacional sobre cómo específicamente las redes sociales, en las palabras de Pape, “han cambiado el panorama del terrorismo”, al hacer que los sitios sagrados sean más vulnerables que nunca al extremismo.
Una nueva tendencia
Las redes sociales no generan nuevos motivos para el terrorismo, según Raffaello Pantucci, director de Estudios de Seguridad Internacional del Instituto Real de Servicios Unidos, un centro independiente de estudios sobre la seguridad y defensa internacional con sede en el Reino Unido.
En cambio, “dan mayor aceleración a las ideas o problemas que originalmente impulsan el terrorismo”, como el odio religioso, o el estado de salud mental de un atacante.
Esa aceleración se manifiesta en tres etapas del terrorismo, según Pape.
La primera es antes de que ocurra un ataque, cuando las redes sociales pueden contribuir a la radicalización y movilización de las personas a planificar y ejecutar un ataque en primer lugar.
Esto también es impulsado por los algoritmos de las redes sociales, que construyen a un universo en el que una persona ve cada vez más el contenido en el que parece estar interesada en lugar de pintar un retrato equilibrado del mundo.
Por ejemplo, Pape dice que, si a alguien le interesa ver el mundo a través de la lente de los conflictos religiosos. Entonces, las redes sociales pueden dramatizar esa visión del mundo al exponer constantemente al usuario a contenidos similares sobre ese tema y “alimentar al usuario con cosas que ya cree”.
“Si estás viendo este problema solo a través de la lente de las redes sociales, sentirás que realmente está sucediendo un conflicto en el mundo que te rodea, fortalecerá esa creencia dentro de ti y te incitará a mayores acciones”, agregó Pape.}
El segundo papel que juegan las redes sociales es durante un ataque, como la transmisión en vivo de Facebook, que amplifica la visibilidad del ataque en tiempo real.
Finalmente, hay redes sociales después del ataque, que glorifican y amplían la reputación de las personas que llevan a cabo los ataques, dijo Pape.
“Las redes sociales han logrado más que cualquier otro medio que desarrollamos con la tecnología”, dijo.
Pape dice que esto también se debe a que las redes sociales no están sujetas a la “seguridad de los medios de comunicación tradicionales”. Por ejemplo, la prensa puede elegir no usar el nombre del atacante y enfatizar a los héroes que salvaron vidas, como en el caso de Lori Gilbert Kaye (60 años) que murió en el ataque de Poway cuando saltó entre un hombre armado y su rabino, Yisroel Goldstein, salvándole la vida.
Sin embargo, eso no impedirá que las personas en las redes sociales glorifiquen al atacante de todos modos, distribuyan su nombre y los detalles del ataque en todo el mundo en una variedad de plataformas.
Nuevamente, la forma en que están diseñados los algoritmos de las redes sociales amplía este problema. Mientras más personas interactúan con una publicación, esa publicación se vuelve más notoria, se propaga cada vez más rápido y se abre camino a la vista de las personas de todo el mundo.
Eso también ha cambiado el perfil del tipo de terrorista que los expertos dicen que es probable que cometa un ataque: desde uno motivado por la religión, tal como una persona que está profundamente empapada de fe religiosa o afinidad por una comunidad religiosa o un asunto político hasta alguien con poca conexión a una comunidad o creencia religiosa y con una motivación más prominente por una historia de aislamiento social o violencia.
“Ahora, nos enfrentamos a personas que realmente buscan la gloria y el empoderamiento, que tienen poca conexión a una comunidad, religiosa o política. Eso es muy nuevo y encaja con el auge de las redes sociales”, dijo Pape.
¿Las redes sociales pueden ser una fuerza para el bien?
“A pesar de los recientes ataques, las redes sociales no deben considerarse únicamente como una fuerza para el mal”, dice la rabina Hara Person, directora ejecutiva de estrategia de la Conferencia Central de Rabinos Estadounidenses.
“Las redes sociales pueden ser una fuerza para el bien, al ayudar a unir a las personas. Pero, lamentablemente, como hemos visto, con frecuencia ayudan a avivar las llamas del odio y la violencia al permitir que los extremistas difundan su mensaje peligroso en la corriente principal… Lamentablemente, no es sorprendente que las casas de adoración se hayan convertido en blancos de la violencia extremista”.
Dijo que las sinagogas en todo el país y el mundo han tomado pasos proactivos para prevenir tales actos de terrorismo.
El rabino Avremi Zippel, director del programa de Chabad Lubavitch de Utah dice que los ataques en California a una sinagoga Chabad lo llevó a tomar medidas para proteger su propio edificio, se aseguró de que las puertas de las instalaciones estuvieran cerradas todo el tiempo y contrató un cuerpo de seguridad armada que estuviera presente en los servicios cada semana.
Sin embargo, dijo que el tiroteo de Chabad en California lo hizo sentir más triste que asustado. Si bien Chabad es un movimiento judío ortodoxo jasídico, también es la organización judía más grande del mundo, una que se esfuerza por ayudar a los judíos de todos los orígenes y tradiciones religiosas a encontrar formas significativas de conectarse con su fe.
Por lo tanto, el ataque contra el Chabad de California, dice el rabino Zippel, no fue solo un ataque contra los judíos ortodoxos, sino también contra los judíos de todos los orígenes y clases sociales que se unieron para celebrar la Pascua.
El rabino Zippel dice que por eso, después de un ataque, es más importante que nunca que las personas de fe llenen las bancas, en lugar de evitarlas por miedo.
“El lugar más importante en el que un judío puede estar después de un ataque es una sinagoga. La mayor victoria que podemos proclamar sobre aquellos que buscan atacarnos es llenar nuestras sinagogas más que antes”, dijo.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Gillian Friedman y fue publicado en deseretnews.com con el título “How social media fuels attacks on sacred spaces”.