Estudios demuestran que los niveles bajos de estrés, los buenos hábitos y el apoyo de la comunidad que una afiliación religiosa brinda podrían ser puntos clave para vencer al coronavirus
Más de cien estudios han encontrado que las personas que practican alguna religión tienen menos probabilidades de fumar, un hábito que tiene un gran impacto en las personas afectadas por el coronavirus.
Según Stanton Glantz, profesor de medicina y director del Centro de Investigación y Educación sobre el Control del Tabaco de la Universidad de California, la investigación muestra que fumar casi duplica el riesgo de la enfermedad de COVID-19 en una persona, lo que podría implicar la necesidad de cuidados críticos o incluso la muerte
Glantz explicó que el sistema respiratorio tiene una función inmune natural muy fuerte, comenzando con pelos microscópicos llamados cilios que se encuentran en la nariz y que atrapan virus, bacterias y toxinas. En lo profundo de los pulmones, las células llamadas macrófagos “engullen” aquellas cosas que pueden dañar el cuerpo.
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“Fumar inhabilita gran parte de esa función de inmunidad, lo que lo hace más susceptible a infectarse. Por lo que, si contraes la enfermedad, puedes tener una infección terrible”, dijo Glantz.
Según Koenig, la mayoría de las investigaciones relacionadas con la religión y la salud analizan el cristianismo, que promueve comportamientos saludables al enseñar que el cuerpo es un templo.
Pero hay una serie de estudios que también examinan el Islam, el judaísmo, el budismo y el hinduismo, y todos defienden creencias similares sobre la santidad del cuerpo.
Las prácticas de vegetarianismo y yoga asociadas con el hinduismo y la conciencia plena y las prácticas de respiración asociadas con el budismo también pueden tener beneficios directos para la salud, dijo Koenig.
Un estudio de 2017 realizado por académicos de la Escuela de Salud Pública Emory Rollins clasificó a las personas de su muestra como protestantes, católicos, judíos, de otra religión o sin religión. El estudio demostró un vínculo entre la asistencia regular a los servicios religiosos con una mejor salud y una menor mortalidad.
Descubrieron que las personas que asistieron a los servicios de adoración con frecuencia tenían un riesgo menor de mortalidad (40%) en comparación con los que nunca asistieron.
Incluso aquellos que asistieron a servicios con menos frecuencia mostraron una mayor protección contra la mortalidad que aquellos que no asistían en absoluto. No hubo diferencias por afiliación religiosa.
El bienestar emocional
El estrés aumenta la susceptibilidad a las infecciones virales, dijo Koenig, pero las prácticas espirituales individuales y las redes de apoyo que vienen con la religión organizada pueden promover el bienestar emocional.
“Una gran parte de ir a la iglesia se encuentra en el apoyo social que uno recibe”, dijo Carolyn Aldwin, directora del Centro para la Investigación del Envejecimiento Saludable de la Universidad Estatal de Oregon. “La integración social tiene un gran impacto en la salud”.
Para protegerse contra el coronavirus, las comunidades religiosas cuidan de las personas mayores o personas vulnerables al llamarlos y preguntar cómo están, o al prestarles servicio en lo que necesiten, como ir de compras para que eviten salir de casa, dijo Aldwin.
Los beneficios de la autorregulación emocional también son significativos, dijo Aldwin, quien estudió los efectos de la religión y la espiritualidad en las personas con insuficiencia cardíaca congestiva.
“Sentir tranquilidad, felicidad y apoyo, puede permitir que una persona, que tiene una enfermedad como insuficiencia cardíaca congestiva, la cual es muy difícil de regular y difícil de sobrellevar, experimente menos sufrimiento e incluso pueda vivir aun más”, dijo Aldwin.
Según Koenig, las emociones positivas tienen un efecto opuesto en el sistema inmunológico que las emociones negativas y el estrés.
“Si tienes un sentido y propósito, si sientes alegría y satisfacción en tu vida, si experimentas una sensación de paz, todo eso tendrá un impacto positivo en el sistema inmunológico de la manera exactamente opuesta a la que se observa con el estrés crónico, la ansiedad y la depresión”, dijo Koenig.
El cardiólogo Dhanunjaya Lakkireddy, director médico del Instituto de Ritmo Cardíaco de Kansas City, se propuso evaluar los impactos en la salud de una persona que realiza una práctica espiritual en particular: la oración.
El “estudio de la oración COVID” de Lakkireddy es un prueba de control aleatorio doble ciego, donde los pacientes con coronavirus que se inscriben voluntariamente en el sitio web son asignados a un grupo de control o a un grupo donde diferentes voluntarios religiosos, que representan tradiciones cristianas, musulmanas, hindúes, judías y budistas, oran por aquellos que pacientes.
Lakkireddy y sus colegas planean medir si esta oración intercesora remota afecta los resultados del coronavirus, como la mortalidad, el número de días en UCI y los días en un ventilador.
Lakkireddy nació en el hinduismo y fue a una escuela católica, pero no se considera perteneciente a una religión en particular. Dijo que el estudio apenas requería fondos del instituto porque él y otros habían ofrecido su tiempo como voluntarios.
“Siempre me intrigó la idea de un poder divino sobrenatural que puede afectar lo que hacemos como seres humanos en esta tierra”, dijo Lakkireddy. “Tan científico y crítico como quiero ser en mi pensamiento, la pregunta sobre esta fuerza divina llamó mi atención”.
No obstante, Aldwin se mantiene escéptico de que cualquier aspecto de la espiritualidad, como la oración, pueda tener un gran impacto en la salud y el coronavirus.
“Las personas que son fielmente religiosas tienen muchas cosas a su favor. Tienen una comunidad que les brinda apoyo, que es casi como una red de seguridad social. Hay mejores comportamientos de salud, tranquilidad y aceptación ante la adversidad”, dijo Aldwin.
Congregarse para adorar
Si bien algunas prácticas religiosas y sistemas de creencias pueden estar correlacionados con comportamientos saludables, los beneficios podrían ser negados instantáneamente si las personas de fe se reúnen para adorar en grupos grandes sin las precauciones adecuadas, como el distanciamiento social y el uso de máscarillas.
Se han atribuido múltiples brotes de coronavirus a grupos religiosos, como las comunidades judías ortodoxas en Nueva York o la religión Shincheonji en Corea del Sur.
“La religión, la espiritualidad o la fe, como en todas las facetas de la vida y los desafíos de salud actuales, pueden ser parte del problema o parte de la solución”, dijo Jeff Levin, director del programa sobre religión y salud de la población de la Universidad de Baylor.
“Especialmente donde los mensajes que provienen del púlpito o de los líderes religiosos, les dice a las personas que ignoren las precauciones de salud pública”.
Con los fallecimientos por coronavirus disminuyendo cada semana en Estados Unidos, las iglesias del país han comenzado a abrir nuevamente sus puertas.
La mayoría está tratando de desalentar los abrazos y los apretones de mano que generalmente acompañan al hermanamiento.
Algunos están implementando reglas con respecto a qué tan cerca pueden sentarse las personas en los bancos, o eliminando la tradición de cantar himnos porque exhalar el aire con mayor fuerza puede propagar el virus en mayor medida.
Jeff Levin dijo que cree que estas precauciones son razonables y juiciosas.
“Las iglesias y los pastores y las organizaciones religiosas no deberían ser una fuente de ansiedad para las personas o de desánimo, deberían ser un apoyo para las personas, haciéndoles saber que superarán todo esto, que sólo deben esperar un poco más”, dijo Levin.
“No queremos deshacer el bien que hemos hecho. Todavía hay mucho que no sabemos sobre el virus, seguimos aprendiendo que las cosas podrían empeorar en cualquier momento. Todavía no es hora de cantar de victoria”.
Fuente: deseret.com