Yo enseño la clase de principios del Evangelio. Mientras enseñaba sobre la expiación, una conversa tuvo ciertas dificultades con la idea de que todos recibirán un cuerpo en la resurrección.
Ella pensó que no era justo que gente mala, asesinos y etc. también tuvieran un cuerpo. Ella no entiende porqué no creemos en un solo cielo y un infierno como en otras religiones.
Ella piensa que la gente mala debería ser castigada severamente, no cree que las personas malas deban tener un cuerpo al igual que las buenas. ¿Podrías ayudarme a saber lo que le puedo decir?
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Respuesta
Antes de la resurrección del Salvador, nunca antes había sucedido nada parecido. Hubo dos aspectos como resultado del gran sacrificio del Salvador.
1. Un sufrimiento infinito.
El sacrificio que Jesucristo sufrió fue infinito, lo que significa que la expiación es infinita, para toda la humanidad y por toda la eternidad.
En palabras del élder Neal A. Maxwell, quien fue un miembro del Quórum de los Doce Apóstoles:
“Varios pasajes de las Escrituras describen la esencia de esa expiación gloriosa y rescatadora, incluso un versículo autobiográfico impresionante confiesa que Jesús… no desmayó, sino que “acabó [Sus] preparativos para con los hijos de los hombres” (DyC 19: 19)”.
2. Todas las formas de Vida
Tan grande fue el poder de Su resurrección que resultó en la resurrección no solo de toda la humanidad, sino para todas las seres vivientes! ¡Y no solo a los seres de esta tierra, sino de todo el universo! Lo que Jesucristo hizo fue una gran expiación universal.
En DyC 38: 11-12 leemos:
“Porque toda carne se ha corrompido delante de mí; y los poderes de las tinieblas prevalecen en la tierra, entre los hijos de los hombres, en presencia de todas las huestes de los cielos. Por lo que reina el silencio, y toda la eternidad padece”.
Bruce R. McConkie dijo:
“Hay muchos entre nosotros que no se les dificulta asimilar que la expiación es infinita y eterna y que se aplica a todas las formas de vida. Pues saben que las revelaciones afirman que todas las formas de vida son entidades espirituales y que serán resucitadas, animales, aves, peces, todo es de naturaleza eterna.
Pero algunos entre nosotros todavía no han vislumbrado que todas las cosas cayeron y se convirtieron en mortales para que pudieran ser resucitadas.
Los primeros Hermanos de nuestra dispensación escribieron estas palabras:
“La palabra expiación significa liberación, mediante una ofrenda de rescate, de la sanción de una ley quebrantada… Efectuada por Jesucristo, significa la redención de la tierra y todas las cosas pertenecientes a ella a través de Su muerte y resurrección, del poder que dicha muerte ha obtenido sobre ellos a través de la transgresión de Adán…
La Redención de la muerte a través de los sufrimientos de Cristo, es para todos los hombres, los justos y los inicuos, para esta tierra y todas las cosas creadas sobre ella”’. -“Sermons and Writings of Bruce R. McConkie”
Por esa razón que resucitan los inicuos. No obstante, la resurrección de los malvados no será una bendición para ellos.
En el Libro de Mormón en Mosíah 3: 25 leemos lo siguiente:
“Y si fueren malas, serán consignados al horrendo espectáculo de su propia culpa y abominaciones, que los hará retroceder de la presencia del Señor a un estado de miseria y tormento sin fin, de donde no podrán ya volver; por tanto, han bebido condenación para sus propias almas”.
De modo que la hermana conversa no debe preocuparse de que los malvados se salgan con la suya, por así decirlo, solo porque han resucitado, o que por su resurrección se están escapando del castigo correspondiente a sus acciones. Su castigo con un cuerpo físico será mucho, mucho mayor.
Ahora bien, la razón por la que no creemos que solo haya un cielo y un infierno como lo creen muchas otras religiones, es porque simplemente no es verdad. Tal creencia sería una contradicción directa a las escrituras, tanto antiguas como modernas.
En Juan 14: 1-3 leemos:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis”.
Me pregunto cómo ve el mundo esta escritura. Quizás piensen que en ese cielo hay muchas mansiones y que las más “lujosas” se dan a las personas más justas. Si esa es su creencia, ¿cómo pueden explicar la escritura que se encuentra en 1 Corintios 15: 39-44?
“No toda carne es la misma carne; mas una carne ciertamente es la de los hombres, y otra carne la de los animales, y otra la de los peces, y otra la de las aves.
Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrestres; mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres.
Una es la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.
Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción”.
Esta escritura se traduce con mayor precisión y con menos confusión en la traducción de José Smith de la Biblia.
“Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrestres y cuerpos telestiales; mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres y otra la de los telestiales”
El versículo 40 de la TJS cita los tres reinos de gloria, el celestial, el terrestre y el telestial, comparándolos con precisión a las glorias o el resplandor del sol, la luna y las estrellas.
En la sección 76 de Doctrina y Convenios de las Escrituras de nuestros días, el Señor presenta una descripción detallada de quienes habitarán cada uno de estos tres grados de gloria en las eternidades.
Cuando aquella conversa lea la sección, y si tiene la compañía y la influencia del espíritu, las entenderá y sabrá que son verdaderas. De no ser así, tratar de convencerla no servirá de mucho.
“Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, a no ser que haya tenido el Espíritu de Dios”. (JST 1 Cor. 2:11).
Fuente: askgramps.org