La reunión sacramental, sin lugar a dudas, se debe tratar de Jesucristo. Ya que, en ella recordamos los convenios que hicimos con nuestro Padre Celestial y el sacrificio que hizo nuestro Salvador por nosotros, para salvarnos del pecado y aliviar nuestras cargas.
A esta reunión sagrada pueden asistir todos: Los menos activos que sintieron el deseo de volver a la casa del Señor, los familiares de los miembros que nos visitan para ser partícipes de la bendición de un bebé, los investigadores que sienten la necesidad de tener a Dios en sus vidas, etc.
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Nunca olvidaré la ansiedad que sentí cuando llevé a un investigador a la Iglesia, por primera vez, mientras servía como misionero. Mi compañero y yo nos esforzábamos mucho por hablar, enseñar y testificar de Jesucristo. Los investigadores se sentían interesados y conmovidos por el Espíritu, asistían a la iglesia y hacían preguntas como:
“¿Por qué el discursante habló de José Smith todo el tiempo?”
“¿Ustedes adoran a Jesús?”
“¿Cómo es que los discursantes no leyeron nada de las Escrituras?”
Nunca debemos permitir que alguien tenga dudas con respecto a si adoramos, veneramos y nos regocijamos en las enseñanzas de Jesucristo.
Sí, Joseph Smith es importante. Las historias sobre la reciente actividad del cuórum de élderes o la fiesta de Navidad del barrio son importantes. Una cita rebuscada de tu erudito favorito sobre la obra misional podría ser importante.
PERO, si todo eso no apunta directamente a Jesucristo y Sus enseñanzas. Entonces, todo está perdido. Todo lo demás es solo un apéndice de Cristo y Su expiación según José Smith. Así que deja que todo lo demás se discuta durante las reuniones auxiliares.
La reunión sacramental existe para que aprendamos de Cristo.
Aprendemos de Jesucristo a través del recordatorio reverente de Su cuerpo simbólico que se encuentra en ese altar al frente de la capilla.
Deberíamos aprender de Jesucristo a través del testimonio y las enseñanzas de los que llevan a cabo y participan del programa.
Los visitantes pueden tener una idea equivocada si asisten a una reunión sacramental y ven que pasamos demasiado tiempo concentrándonos en otras cosas además de Cristo y Sus enseñanzas.
Solo entre la Biblia y el Libro de Mormón, hay suficiente sabiduría, historias, parábolas y sermones a los que podemos recurrir las 52 semanas del año (menos durante la conferencia general y de estaca) en que asistimos a esta reunión tan importante.
Si nos quedamos sin temas de los que hablar después de la semana 48. Entonces, podemos comenzar de nuevo porque existe la gran posibilidad de que necesitemos escucharlos nuevamente si se trata de Cristo y Sus enseñanzas.
Pero, ¿podríamos quedarnos sin formas de explorar los efectos de Su influencia en nuestras vidas?
Amo a los pioneros. Hicieron lo inimaginable. Soportaron cosas que nunca podré comprender. Pero, si vamos a hablar sobre ellos en la reunión sacramental, no olvidemos enfocarnos en la persona por la que ellos hicieron todos esos sacrificios, nuestro Salvador, Jesucristo.
Si vamos a contar historias sobre nuestras familias, hablar sobre la apostasía y la restauración, la obra del templo, el regreso del Profeta Elías, otro miembro del barrio, las historias de los misioneros o cuánto aprendimos al servir en un determinado llamamiento… asegurémonos de que Cristo sea el centro de esas historias.
Se usa o se hace referencia a alguna variación del nombre del Salvador en el Libro de Mormón 3,925 veces en aproximadamente cada 1.7 versículos. No existe un libro que se centre más en Cristo en el planeta. Creo que nuestras reuniones sacramentales también deberían ser las reuniones que se centren más en Cristo en el mundo.
Los profetas y apóstoles existen para testificar de Cristo. El Libro de Mormón y la Biblia existen para testificar de Cristo. El Espíritu existe para testificar de Cristo.
A veces, abordamos temas como: “blasfemias”, “convenios”, “el profeta”, “un discurso reciente de la conferencia”, “modestia”, “bautismo”, “el templo” o cualquier otro tema.
Pero, ¿qué sucedería si se pidiera que habláramos de lo que aprendimos de cierta parábola, sobre el efecto de las profecías de Cristo en nuestras vidas, o cómo el principio de la misericordia se manifestó en tu vida?
Sé con certeza que hay muchos miembros en la Iglesia que anhelan ser edificados durante la reunión sacramental, que alguien se tome el tiempo de entrelazar las enseñanzas y la grandeza de Cristo mientras habla, y que eso suceda semanalmente.
Cristo tiene el poder de conmover a las personas, provocar cambios y despertar los corazones de los que más lo necesitan. Sí, existen otras personas e historias que pueden motivarnos e inspirarnos. Pero, en el sentido del Evangelio, esas personas e historias derivan de la fortaleza en Cristo. Sin embargo, tristemente, a veces, nos olvidamos de enfatizar o incluso mencionar esa parte, la más importante.
Leer de Cristo en las Escrituras y saber cómo ilumina las vidas de las personas que pronuncian Su nombre siempre ha provocado algo especial en mí y he visto que sucede lo mismo con otras personas.
Una solución simple para una infinidad de problemas es Cristo. Enfoquemos la reunión sacramental y nuestro mensaje principal en Él.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Greg Trimble y fue publicado en gregtrimble.com con el título “Sacrament Meeting Should Always Be About Jesus Christ”.