A nivel espiritual, ¿alguna vez te has sentido confundido o con dudas con respecto a las verdades que alguna vez conociste?
Cuando las circunstancias de la vida cambian, ¿alguna vez sentiste que el camino que alguna vez estuvo despejado ahora es un laberinto?
Esos momentos pueden conducirnos a la ansiedad, la depresión y la perplejidad.
Puede ser difícil seguir adelante en estas circunstancias. Pablo les enseñó a los efesios que debemos estar cimentados espiritualmente para evitar ser “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14).
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Si bien los justos inevitablemente enfrentarán la adversidad como parte de su desarrollo espiritual. Asimismo, se les promete estabilidad al mirar al Salvador y esforzarse por guardar sus convenios.
“Y ahora bien, recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán”. (Helamán 5: 12)
Entonces, ¿qué hacemos cuando viene el granizo y la tormenta? ¿Cuándo se agotan las estrategias de afrontamiento y aumentan los factores estresantes para la salud mental?
La promesa de Helamán nos dice que los obedientes no serán “arrastrados al abismo de la miseria y la angustia sin fin”. Sin embargo, no promete que no habrá lucha ni dificultad mientras nos esforcemos por permanecer firmes en la roca de nuestro Redentor.
Se nos ha dado albedrío moral para elegir por nosotros mismos y efectuar mucha justicia (véase DyC 58: 27–28). En gran parte de este proceso ejercemos nuestra responsabilidad de resolver. Entonces, ¿cómo afrontamos los momentos de dificultad?
Conoce tus límites
En sus últimos días, el rey Benjamín dio un discurso extraordinario al pueblo nefita. Les enseñó sobre el advenimiento de Jesucristo y la importancia de tomar Su nombre sobre nosotros.
Hizo hincapié en la necesidad de ser amables y caritativos con los demás. Animó a su pueblo a ser generoso con los que menos tenían.
Luego, a fin de anticipar la posibilidad de que sus fieles seguidores fueran demasiado generosos o, tal vez, malinterpretaran su consejo, dijo:
“Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten.
Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden”. (Mosíah 4:27)
“Porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten”.
Eso parece muy simple. Sin embargo, en la práctica, puede resultar más complicado.
Determinar tu nivel relativo de fuerza requiere conocimiento y práctica. Implica una decisión individual y diaria acompañada de la inspiración celestial.
¿Participas de cada proyecto de servicio? ¿Asistes a las actividades de tu barrio o te tomas un descanso de vez en cuando? No tengo la respuesta. El punto es que esas respuestas son para ti y solo para ti.
Esa fuerza vendrá mediante el poder del Espíritu Santo a medida que busques diligentemente esa dirección.
El presidente Nelson ha suplicado a los miembros de la Iglesia que aumentemos nuestra capacidad de recibir revelación. Necesitamos esa conexión con el cielo para conocer nuestros límites.
Habrá días en los que tu ritmo en la carrera será lento, limitado por la fuerza que tienes disponible. Otros días serás más fuerte y podrás hacer más.
Nuestras circunstancias son únicas, ningún mortal puede comprender completamente tus circunstancias. Sin embargo, el Salvador te comprende y te indicará cuándo es el momento de un descanso.
Persistir en la fe
Ahora considera este consejo que aparentemente es opuesto a la escritura citada anteriormente:
“Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden”. (Mosíah 4:27)
Uno puede decir: Espera, pensé que me acababas de decir que estaba bien tomar un descanso. ¿Ahora dices que necesito ser diligente y ganar el galardón? ¿Como si tuviera que seguir adelante? Sí, creo que eso es exactamente lo que enseñó el rey Benjamín.
Es un equilibrio delicado que puede variar de un día a otro. Creo que uno podría reformular las palabras del rey y leer:
“No, no tienes que correr más rápido de lo que tus fuerzas te permiten. Sin embargo, deberías correr tan rápido como puedas. Haz tu mejor esfuerzo todos los días”.
En un mundo de pensamiento en blanco y negro, puede ser fácil equivocarse. A veces, vamos demasiado rápido y nos cansamos. En otras ocasiones, nos movemos demasiado lento y no progresamos.
Nuevamente, volvemos a la necesidad de comunicación constante y revelación del Espíritu Santo. ¿Cuál es tu mejor esfuerzo diario? Solo tú y Dios lo saben.
Nuestro amoroso Padre Celestial te animará a seguir adelante, superar tus límites, con Su sincronización excepcional y perfecta.
Es fundamental que sigamos Su guía y confiemos en Su juicio. Habrá días en los que pensarás que no puedes seguir adelante, pero Él te pedirá que des un paso más. Da ese paso.
Él nunca te pedirá más de lo que realmente puedes dar, aunque a veces ese esfuerzo puede ser equivalente a nuestras últimas dos blancas (ver Lucas 21: 1–4).
Puedes confiar en tu Padre Celestial y en Su estimación de tus habilidades.
Mientras que el consejo de otros, incluso tu mejor juicio, a veces puede ser incorrecto, Su consejo nunca fallará.
Puedes hacer esto. Reconoce tus limitaciones y esfuérzate por aumentar tus capacidades.
Sintoniza tu mente y corazón para escucharlo. Fortalece tu determinación de seguir Su consejo, incluso cuando la sabiduría convencional pueda dictar un camino diferente.
Confía en él. El mismo Abogado que calma las tempestades, abre los mares infranqueables y convierte el agua en vino, te guiará a través de tus dificultades para que finalmente puedas llegar a puerto seguro.
Fuente: LDS Living