Incluso cuando era un joven cirujano, el quirófano del Dr. Nelson era un lugar tranquilo y organizado. Asimismo, tenía una actitud de respeto por todos los que se encontraban en la sala.
“Las cosas pueden salir mal en un apuro en el quirófano. Especialmente, si estás trabajando con circuitos, conectores y cosas donde una aorta puede explotar frente a tus ojos. Debes estar listo para tomar decisiones y acciones inmediatas. La única forma de lograrlo es exigir el control absoluto sobre tus emociones. Aprendí esto de la manera más difícil”, explicó.
Cuando era un joven practicante en Minneapolis, el Dr. Nelson se encontraba asistiendo a un cirujano que estaba amputando una pierna gangrenosa. “No era una gangrena isquémica, sino una gangrena gaseosa, botulismo”, describió. “El cirujano estaba nervioso”. La operación era difícil y no estaba yendo como se deseaba.
En cierto punto, uno de los miembros del equipo quirúrgico no pudo realizar la función exactamente según lo prescrito y el cirujano se puso furioso y lanzó un insulto tras otro mientras se burlaba de su colega.
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Mientras hacía eso y cortaba el tejido cargado con la enfermedad, perdió el control de su bisturí y clavó el cuchillo infectado con botulismo en el antebrazo del Dr. Nelson. El peligro fue inmediatamente evidente para el joven practicante y todos en la sala. Pero, incluso este gran error poco profesional no calmó al cirujano a cargo.
“Eso no me gustó mucho”, dijo el Dr. Nelson de manera discreta. “Dije en ese mismo momento, ‘Russell, nunca perderás el control en el quirófano. Siempre podrás manejar las cosas sin enojarte. Decidí que disciplinaría mi cuerpo para estar sujeto al dominio de mi espíritu”.
Hubo otras experiencias de aprendizaje que reforzaron su determinación. Mientras ayudaba a un cirujano durante su estadía en Boston, Russell intentó atar un nudo en un importante vaso sanguíneo cuando se rompió el hilo.
“¡Se rompió!”, le dijo al cirujano más experimentado. Aprovechando el momento de enseñanza, el cirujano detuvo la operación, colocó una sutura sobre la mesa y preguntó, “Ahora, Dr. Nelson, ¿se romperá esa sutura alguna vez?”
“No”, respondió Russell.
“Lo rompió”, dijo el cirujano. “Nunca se romperá por sí solo. Tiene que romperla para que se rompa. Así que asuma su responsabilidad”.
Dicha capacitación temprana de responsabilidad y autodominio tuvo efectos beneficiosos a lo largo de la vida de Russell. Se convirtió en un ejemplo de disciplina. Aunque fue bendecido con un cuerpo delgado, se pesaba todos los días y retenía un poco lo que comía si subía de peso.
Muchos años después, sus hermanos dirían que nunca lo vieron perder el control, ni siquiera en las discusiones más intensas sobre temas importantes. A medida que aumentaban sus viajes internacionales, aprendió a adaptarse a las zonas horarias con actitud, “Estoy viajando a esta zona horaria. Ahora estoy en esa zona horaria”. De la misma manera, el ambiente en su quirófano era peculiar entre los cirujanos.
En noviembre de 2015, la escuela de medicina de la Universidad de Utah honró al Presidente Russell M. Nelson en el sexagésimo aniversario de la primera operación de corazón abierto en el estado. Los cardiólogos vinieron de todas partes para celebrar a uno de sus héroes y mentores profesionales, un verdadero pionero en su campo.
El Élder Gary E. Stevenson, del Quórum de los Doce, asistió y se sentó al lado del ex alumno del Dr. Nelson de cuando era el director del programa de residencia en cirugía torácica en la escuela de medicina. Este hombre, ahora un cirujano experto por derecho propio, describió el estilo único de enseñanza del Dr. Nelson, que tuvo gran prestigio.
Los residentes de cirugía cardiaca, hacen más que aprender en el quirófano, donde realizan cirugías bajo la supervisión de la facultad. Dijo que el ambiente en algunos quirófanos era, “caótico, competitivo, lleno de presión e incluso impulsado por el ego”. La experiencia podía ser degradante y atemorizante todo de golpe porque los cirujanos residentes jóvenes sabían que sus carreras estaban en riesgo.
Sin embargo, describió el quirófano del Dr. Nelson como uno distinto al de los demás: “Era pacifico, tranquilo y digno. Trataba a los residentes con profundo respeto”. Se escuchaba música suave en el intercomunicador y, a pesar de las circunstancias de vida o muerte, el equipo quirúrgico trabajó con concentración deliberada y sin sentido del drama.
Sin embargo, esto no quiere decir que el ambiente fuera relajado. Una vez que el Dr. Nelson demostraba un procedimiento, esperaba que los residentes estuvieran cerca de la perfección. Como resultado este ex alumno dijo, “Los mejores resultados de los pacientes y los cirujanos salen del quirófano del Dr. Nelson”.
El Élder Stevenson resumió: “Esto no me sorprende en absoluto esto es lo que he observado de primera mano y con lo que he sido bendecido en el Quórum de los Doce. Siento como si, en cierto sentido, hubiera sido uno de sus “residentes en capacitación” (Stevenson, “Heart of a Prophet”).
El Élder Gregory A. Schwitzer de los setenta, coincidió: “Conocí a un cirujano que Russell M. Nelson capacitó, que no recibió los más altos reconocimientos por su capacitación. [Russell M. Nelson] le enseñó lo que podrías llamar “las leyes no escritas de la medicina” con respecto a la cabecera, cuidado de personas y observar sus corazones tanto figurativa como literalmente” (Entrevista de Church News/KSL, 8 de enero de 2018).
El Dr. Nelson corregía a los residentes y otros miembros del equipo quirúrgico con respeto. Durante una operación de bypass de arteria coronaria cuádruple. En cierto punto de la delicada operación, la presión arterial del paciente cayó repentinamente, para sorpresa del equipo quirúrgico.
El Dr. Nelson identificó rápidamente el problema, se retiró una abrazadera que debía haberse dejado en uno de los muchos tubos del procedimiento. Al reemplazar la abrazadera, el Dr. Nelson le dijo al miembro del equipo quirúrgico responsable del error, “Todavía te amo”. Momentos después, agregó, “Unas veces te amo más que otras”. A pesar del error, el ambiente se mantuvo positivo.
Sobre el incidente, el Dr. Nelson explicó, “Es cuestión de autodisciplina extrema. Tu reacción natural es: ‘¡Sáqueme entrenador! ¡Quiero ir a casa!” Pero, por supuesto no puedes. Una vida depende totalmente de todo el equipo quirúrgico. Así que debes permanecer tranquilo, relajado y avispado como siempre” (Johnson, “Russell M. Nelson)”.
El Élder Schwitzer dijo: “Russell M. Nelson es reconocido por lo que hizo en su carrera. Fue un innovador y un pionero. Pero, no creo que haya otro médico de alto nivel en el personal médico que también sea descrito con la palabra ‘inspirador’. En verdad, me inspiró” (Entrevista de Church News/KSL, 8 de enero de 2018).
Este artículo es un extracto del libro “Insights from a Prophet’s Life: Russell M. Nelson” de Sheri Dew y fue publicado en ldsliving.com con el título “How a Dangerous Encounter with Botulism Taught President Nelson Spiritual Self-Mastery”.