Uno de los principales pilares de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la restauración del sacerdocio, el poder de Dios dado a los hombres para que puedan actuar en Su nombre.
En la actualidad, en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, todos los hombres dignos pueden poseer el sacerdocio y todos los hombres y mujeres pueden participar en las ordenanzas sagradas del templo.
Sin embargo, eso no siempre fue así.
Durante gran parte de su historia, desde mediados del siglo XIX hasta 1978, “la Iglesia no ordenó a hombres afrodescendientes negros a su sacerdocio ni permitió que hombres o mujeres negros participaran en la ceremonia de investidura del templo u ordenanzas de sellamiento” (Ensayos sobre temas del Evangelio).
Para tener un mayor conocimiento sobre el tema, necesitamos entender un poco el contexto histórico de la época para comprender algunos puntos que se abordarán a continuación.
Prejuicio y segregación
Cuando José Smith restableció la Iglesia de Cristo en la tierra, había una gran división racial en los Estados Unidos. En ese momento, el prejuicio y la segregación de los afrodescendientes era muy fuerte en el país.
Aun así, José Smith se opuso abiertamente a la esclavitud y “nunca hubo una política general de congregaciones segregadas en la Iglesia” (Ensayos sobre temas del Evangelio).
La prueba de esto está en los hombres negros que durante la vida de José recibieron el sacerdocio, como Elijah Abel.
Sin embargo, unos años más tarde, se adoptó el entendimiento de que el sacerdocio no debería darse a los negros.
Mitos sobre la descendencia de Caín
Algunos mitos afirmaban que las personas de ascendencia africana eran descendientes de Caín que fueron maldecidos. Desafortunadamente, esta era una creencia que muchas denominaciones religiosas tenían en común. Era un concepto antiguo que muchas personas simplemente daban por sentado.
Asimismo, había mucha gente dentro y fuera de la Iglesia que creía que los negros eran descendientes del Hijo de Noé, Cam, que fueron maldecidos. Sin embargo, tenemos la aclaración de la Iglesia en cuanto a “La raza y el Sacerdocio”:
“Con el tiempo, los miembros y los líderes de la Iglesia propusieron muchas teorías para explicar esas restricciones con respecto al sacerdocio y al templo. Ninguna de esas explicaciones se acepta en la actualidad como doctrina oficial de la Iglesia”.
La necesidad de una revelación
Aunque nunca hubo una revelación formal que instituyera la restricción del sacerdocio, los líderes de la Iglesia finalmente sintieron que era necesario que hubiera una revelación de Dios sobre el sacerdocio y los miembros negros.
Ya en 1954, el entonces presidente David O. McKay hizo la siguiente declaración en una reunión sobre la restricción del sacerdocio:
“No hay en la actualidad, y nunca hubo una doctrina en esta Iglesia que indique que los negros se encuentran bajo una maldición de Dios. No existe una doctrina en la Iglesia de ningún tipo con respecto a los negros.
Creemos que tenemos un precedente bíblico para restringir el sacerdocio a los negros. Es una práctica, no una doctrina y dicha práctica algún día cambiará”. –“David O. McKay and the Rise of Modern Mormonism”
En esta declaración es posible observar que el presidente McKay hace referencia a otra justificación para la restricción basada en unos versículos ambiguos del Libro de Abraham que hablan de una restricción del sacerdocio.
Sin embargo, ese mismo año, el presidente McKay nombró un comité para investigar a fondo dicha restricción.
El comité descubrió que “no había una base bíblica sólida para la política, pero que la membresía de la Iglesia no estaba preparada para su revocación”.
En 1963, durante una conversación entre el élder Spencer W. Kimball y su hijo, vemos un pequeño presagio sobre la restricción. Él dijo:
“Ojalá el Señor nos hubiera dado un poco más de claridad en el asunto… Sé que el Señor podría cambiar Su política, levantar la restricción y perdonar el posible error que provocó esta privación”. – Kimball, “Lengthen Your Stride”, carta del 15 de junio de 1963 a Edward Kimball.
La búsqueda de una revelación
Cuando Harold B. Lee llegó a ser Presidente de la Iglesia en 1972, declaró su intención de “estar atento hasta que el Señor se manifestase”.
En 1976, Spencer W. Kimball dijo que “oró por [la restricción] durante 15 años sin obtener respuesta… pero que iba a seguir orando al respecto”.
Para 1978 todavía no había recibido ningún tipo de revelación trascendental de Dios, pero seguía estaba buscando esa revelación. Él expresó:
“Sabía que podíamos recibir las revelaciones del Señor solo si somos dignos y estando listos para recibirlas, aceptarlas y ponerlas en práctica”.
Después de reflexionar sobre el tema durante cierto tiempo, a pesar de la falta de una gran revelación, el presidente Kimball decidió que había llegado el momento de levantar la restricción.
Presentó esa decisión a sus consejeros y miembros del Cuórum de los Doce que pudieron asistir al Templo de Salt Lake City el 1 de junio de 1978. Los apóstoles apoyaron unánimemente la decisión del presidente Kimball.
El presidente Kimball luego dirigió al grupo al llevar esa decisión a Dios mediante la oración, pidiendo confirmación de que estaban tomando la decisión correcta.
Y luego, de manera extraordinaria, finalmente llegó la revelación de confirmación. Gordon B. Hinckley, uno de los apóstoles presentes compartió lo siguiente de aquella experiencia:
“Había un ambiente sagrado y de reverencia en la habitación. Para mí, fue como si hubiera surgido una conexión directa entre el trono celestial y el profeta de Dios que se encontraba arrodillado, orando al lado de los apóstoles. …
Todos los hombres de ese círculo, por el poder del Espíritu Santo, recibieron la misma certeza…Ninguno de los que estuvimos presentes en esa ocasión volvió a ser el mismo después de eso. Ni siquiera la Iglesia fue la misma”.- Restauración del sacerdocio, Charla Fogonera Mundial de la Iglesia para conmemorar el Aniversario Nº 159 de la Restauración del Sacerdocio. 15 de mayo de 1988
Cómo el Profeta y los Doce buscan revelación
Una forma en que los líderes de la Iglesia reciben revelación es a través de un proceso recurrente de oración y deliberación conjunta. Ellos hablan sobre el asunto y tratan de estar todos de acuerdo, desean ser uno al momento de tomar decisiones.
De hecho, el Señor les indicó que así lo hicieran en Doctrina y Convenios. La sección 107 describe los deberes de la Primera Presidencia, el Cuórum de los Doce Apóstoles y el Cuórum de los Setenta.
El versículo 27 dice:
“Y toda decisión que tome cualquiera de estos cuórums se hará por la voz unánime del cuórum; es decir, todos los miembros de cada uno de los cuórums tienen que llegar a un acuerdo en cuanto a sus decisiones, a fin de que estas tengan el mismo poder o validez entre sí…”
Los líderes de la Iglesia, como todos, son producto de su tiempo. Son personas, y las personas en ocasiones tienen opiniones arraigadas.
Es por esa razón que el presidente Kimball trabajó con sus consejeros y los Doce como grupo y de manera individual para sentar las bases y fomentar la unidad.
La revelación que se convirtió en escritura
Después de llevar el asunto de la restricción del sacerdocio a Dios, todos los presentes estaban en la misma sintonía. La semana posterior a la revelación, antes de que se publicara la noticia, el presidente Kimball se reunió con el Quórum de los Setenta.
La semana posterior a la revelación, antes de que la noticia se hiciera pública, el presidente Kimball se reunió con el Cuórum de los Setenta.
En alineación con DyC 107, les dijo:
“…Ha llegado el momento de que todos los hombres dignos reciban el sacerdocio. Compartí esto con mis consejeros y los Doce, y después de recibir su respuesta, se las presento ahora. Pero, no lo anunciaré al mundo sin consultarlo primero con ustedes”. -Paul H. Dunn, entrevista, 8 de agosto de 1996 citado en “Spencer W. Kimball and the Revelation on Priesthood” por Edward L. Kimball, BYU Studies (2008), pág. 64
La decisión fue aprobada por unanimidad y pronto se hizo pública. Más adelante, la declaración se convirtió en la Declaración Oficial 2, una escritura en Doctrina y Convenios.
“Por consiguiente, se puede conferir el sacerdocio a todos los varones que sean miembros dignos de la Iglesia sin tomar en consideración ni su raza ni su color”.
“Dios no hace acepción de personas”
La declaración sobre el sacerdocio para todos los hombres dignos trajo mucha alegría a toda la Iglesia de Jesucristo. Después de esta nueva revelación, muchos miembros pudieron servir en una misión, participar en las ordenanzas del templo y hacer la obra de salvación por sus antepasados.
Haciendo referencia a la declaración en un discurso en BYU, el élder Bruce R. McConkie “habló de la nueva ‘luz y conocimiento’ que dio fin a una ‘comprensión limitada’ anterior”.
Hoy en día, la Iglesia tiene miles de miembros de diferentes etnias, razas y procedencias, y no hace distinción entre los miembros. Todos tienen el derecho a ser bendecidos en el Evangelio de Jesucristo.
La postura de la Iglesia es que se desaprueba cualquier tipo de racismo, ya sea pasado o presente. La Iglesia también afirma:
“Dios “no hace acepción de personas” y declara enfáticamente que cualquier persona que sea justa, sea cual sea su raza, es favorecida por Él”. –Ensayos sobre Temas del Evangelio: La raza y el sacerdocio
Fuente: Saints Unscripted