Muchos jóvenes obtienen el Sacerdocio Aarónico con una comprensión limitada de lo que realmente están recibiendo. A menudo, esa comprensión consiste sólo en el papel que desempeñan durante la administración de la Santa Cena.
Sin embargo, el Sacerdocio Aarónico es mucho más que eso, es un poder y autoridad que bendice a cada hombre, mujer y niño en la Iglesia, no sólo a aquellos que lo poseen. Como resultado, es importante que cada hombre y mujer joven entienda la doctrina del Sacerdocio Aarónico.
Las siguientes, son cinco verdades sobre el Sacerdocio Aarónico que todo Santo de los Últimos Días debería saber.
El Sacerdocio Aarónico fue restaurado por Juan el Bautista, el mismo hombre que bautizó a Jesucristo
Todos los niños de primaria saben que Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista. Lo que pocos se dan cuenta es que el mismo Juan el Bautista que se le apareció a José Smith como un ángel para darle el mismo poder para bautizar. Esto significa que tenemos el mismo poder del Sacerdocio que se usó para bautizar a Jesucristo.
Esa es una afirmación grande y poderosa. Igual de grande es la invitación que le damos a cada joven digno en la Iglesia para poseer y ejercer ese mismo Sacerdocio. Cada diácono en esta Iglesia posee el mismo Sacerdocio que Juan el Bautista.
Tanto José Smith como Oliver Cowdery nos han dejado los registros sobre la restauración del Sacerdocio Aarónico. Oliver Cowdery explicó que “después de escribir el relato del ministerio del Salvador” (comenzando en 3 Nefi 11), él y José entendieron que necesitaban el bautismo para ser salvos pero carecían de la autoridad del Sacerdocio para llevarlo a cabo.
Como en muchas otras ocasiones en su vida, la solución de José Smith fue ir a un bosque para orar al respecto. Él describió lo que sucedió después en estas palabras:
“El mes siguiente (mayo de 1829), encontrándonos todavía realizando el trabajo de la traducción, nos retiramos al bosque un cierto día para orar y preguntar al Señor acerca del bautismo para la remisión de los pecados, del cual vimos que se hablaba en la traducción de las planchas. Mientras en esto nos hallábamos, orando e implorando al Señor, descendió un mensajero del cielo en una nube de luz y, habiendo puesto sus manos sobre nosotros, nos ordenó, diciendo:
Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados; y este Sacerdocio nunca más será quitado de la tierra, hasta que los hijos de Leví de nuevo ofrezcan al Señor un sacrificio en rectitud.
El mensajero que en esta ocasión nos visitó y nos confirió este Sacerdocio dijo que se llamaba Juan, el mismo que es conocido como Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, y que obraba bajo la dirección de Pedro, Santiago y Juan, quienes poseían las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, Sacerdocio que nos sería conferido, dijo él, en el momento oportuno; y que yo sería llamado el primer Élder de la Iglesia, y él (Oliver Cowdery) el segundo. Fue el día quince de mayo de 1829 cuando este mensajero nos ordenó, y nos bautizamos.” (José Smith Historia 1:68-69,72)
Una de las principales razones por las que podemos afirmar que somos la única Iglesia verdadera de Jesucristo (DyC 1:30) es porque tenemos la autoridad del Sacerdocio de Dios. Recibimos ese poder y autoridad de las manos de los ángeles, comenzando con Juan el Bautista.
Es increíble saber que el Sacerdocio del diácono que reparte la Santa Cena, o la del que bautiza, es el mismo Sacerdocio que alguna vez tuvo Juan el Bautista.
El Sacerdocio Aarónico nos da el derecho a representar a Jesucristo.
Muchos jóvenes entienden que el Sacerdocio Aarónico es el derecho de repartir la Santa Cena, pero es mucho más que eso. Tal como lo explicó una vez el Presidente Harold B. Lee, el Sacerdocio es el derecho de representar a Jesucristo. Él compartió la siguiente experiencia en una Conferencia General:
La otra noche tuve a un grupo de jóvenes Lobatos, aproximándose a la edad de ser ordenados diáconos, y les pregunté: “Cuando sean diáconos, ¿qué deberes tendrán que desempeñar?”
Todos respondieron: “El deber del diácono es repartir la Santa Cena.”
Y yo dije: “Quisiera que pensaran en forma diferente. Esa no es la manera de explicar el deber de un diácono. ¿Qué significa repartir la Santa Cena? Cuando un diácono lleva los emblemas del pan y el agua, bendecido para beneficio de los participantes se hace una renovación del convenio de que si guardan los mandamientos de Dios y recuerdan al Señor Jesucristo, a quienes estos emblemas representan, tendrán el Espíritu del Señor consigo.”
Por lo tanto, un diácono tiene la responsabilidad de representar al Señor al repartir estos emblemas al cuerpo de la Iglesia, y de este modo es el agente del Señor al hacerlo.
Cuando le preguntáis a un maestro cuáles son sus deberes, quizás responda: “Llevar a cabo la orientación familiar” Pero suponed que le decís: “Cuando hacéis la orientación familiar representáis al Señor, visitando el hogar de cada miembro y asegurándose de que están cumpliendo con su deber y guardando todos los mandamientos de Dios.” Cuando están actuando en estos puestos deben recordar que es como si estuvieran actuando por el Señor y son responsables ante El.
Si [los jóvenes] entendieran esto, ellos desearían siempre… lucir de lo mejor al estar ejerciendo su Sacerdocio, su cabello estaría propiamente arreglado; su ropa y apariencia reflejaría la santidad que deben sentir al ejecutar sus deberes del Sacerdocio. Yo he tenido ese mismo sentimiento. Nunca he efectuado una ordenanza, tal como ungir a un enfermo, sin primeramente disculparme, si es que me encontraba en el jardín o en cualquier otra parte, hasta que me encontrara adecuadamente vestido para presentarme de la mejor manera, ya que ,sentís que al hacerlo me acercaba más al Señor mismo; y deseo tener el mejor aspecto en su presencia.” (“Seguid a los Lideres de la Iglesia”)
Tal como explicó el Presidente Lee, cuando un joven administra la Santa Cena, representa al Señor. Si Jesucristo asistiera a nuestras reuniones dominicales, lo primero que haría sería administrar la Santa Cena. Como no puede estar allí personalmente, llamó y autorizó a los jóvenes de la Iglesia a hacerlo por Él.
Cuando un joven entiende eso, actuará y se vestirá de manera diferente durante la Santa Cena. De hecho, actuará de manera diferente durante toda la semana y durante toda su vida. De manera similar, cuando los miembros de la Iglesia recuerdan que el incómodo Diácono que les reparte la Santa Cena es un representante de Jesucristo, también trataran la experiencia (y al niño) de manera diferente.
Las mujeres también tienen la autoridad del Sacerdocio en sus llamamientos en la Iglesia.
Es importante que un joven entienda que, aunque sólo los hombres poseen el Sacerdocio al ser ordenados al oficio correspondiente, las mujeres en la Iglesia también tienen la misma autoridad para servir en sus llamamientos y representar a Jesucristo.
Como lo ha explicado el Presidente Dallin H. Oaks:
“No estamos acostumbrados a hablar de que las mujeres tengan la autoridad del Sacerdocio en sus llamamientos de la Iglesia, pero, ¿qué otra autoridad puede ser? Cuando a una mujer, joven o mayor, se la aparta para predicar el Evangelio como misionera de tiempo completo, se le da la autoridad del Sacerdocio para efectuar una función del Sacerdocio.” (Las llaves y la autoridad del Sacerdocio)
Por ejemplo, cuando una mujer joven es apartada por el Obispo para servir como Presidenta de clase, se le otorga la autoridad del Sacerdocio para servir en ese llamamiento.
Con esta autoridad delegada por el Obispo, ella tiene derecho a recibir revelación para guiarla a ella y a las jóvenes a las que sirve. Sus responsabilidades y privilegios son similares a los de un Presidente de quórum de diáconos o Presidente de quórum de maestros.
Debido a que las mujeres también tienen autoridad para representar a Cristo en sus llamamientos, el Sacerdocio no debe ser percibido simplemente como una “cosa de hombres”, sino como una doctrina que debe ser entendida y aplicada a todos en la Iglesia.
El Sacerdocio Aarónico bendice a todos los miembros de la Iglesia a través de sus ordenanzas.
Muchos asumen que las bendiciones del Sacerdocio provienen principalmente de los hombres que poseen el Sacerdocio, pero esto simplemente no es verdad. Las bendiciones del Sacerdocio están disponibles para todos en la Iglesia a través de sus ordenanzas.
Esto está perfectamente ilustrado en lo que enseñó Juan el Bautista cuando restauró el Sacerdocio Aarónico. Él explicó que las “llaves” del Sacerdocio Aarónico tienen el poder de dar paso a tres bendiciones específicas: 1) El bautismo, 2) El arrepentimiento y 3) ministración a los ángeles (DyC 13).
Esto significa que el Sacerdocio Aarónico permite la ordenanza salvadora del bautismo que bendice a cada hombre, mujer y niño que lo recibe. De manera similar, el Sacerdocio de Aarón otorga las bendiciones del arrepentimiento para todos, porque es sólo por medio del bautismo (y la Santa Cena) que cada uno de nosotros puede arrepentirse por completo y recibir la remisión de nuestros pecados.
Finalmente, el Sacerdocio Aarónico permite la ministración de ángeles (visibles e invisibles) a todos los miembros de la Iglesia al limpiarnos a través de la ordenanza del bautismo y la Santa Cena, para que seamos dignos de tener ángeles que nos protejan, ayuden y visiten.
El Presidente Dallin H. Oaks explicó este concepto cuando enseñó lo siguiente:
“¿De qué manera tiene el Sacerdocio Aarónico la llave para el ministerio de ángeles? La respuesta es la misma que para el Espíritu del Señor.
En general, las bendiciones de la compañía y la comunicación espirituales están disponibles sólo para aquellos que están limpios. Como se explico anteriormente, por medio de las ordenanzas del bautismo y de la Santa Cena del Sacerdocio Aarónico, quedamos limpios de nuestros pecados y se nos promete que si guardamos nuestros convenios siempre tendremos Su Espíritu con nosotros. Yo creo que la promesa no sólo se refiere al Espíritu Santo, sino también al ministerio de ángeles, porque “Los ángeles hablan por el poder del Espíritu Santo; por lo que declaran las palabras de Cristo” (2 Nefi 32:3). Y así es cómo los poseedores del Sacerdocio Aarónico abren la puerta a todos los miembros que participan dignamente de la Santa Cena para que disfruten de la compañía del Espíritu del Señor y del ministerio de ángeles.” (El Sacerdocio Aarónico Y La Santa Cena).
Como explicó el Presidente Oaks, las bendiciones del Sacerdocio no son sólo para los poseedores del Sacerdocio, todas las bendiciones del Sacerdocio están disponibles para todos los miembros de la Iglesia a través de las ordenanzas que se administran. Esta es la razón por la cual cada miembro de la Iglesia debe entender y apreciar el Sacerdocio.
La autoridad del Sacerdocio proviene de la ordenación, pero el poder del Sacerdocio proviene de la rectitud.
Aunque a veces se usan indistintamente, existe una gran diferencia entre el poder y la autoridad del Sacerdocio. Esa diferencia se ve mejor en la forma en que se recibe cada uno.
El Presidente Russell M. Nelson lo dijo de esta manera: “Cuando se les ordena a un oficio en el Sacerdocio, se les concede autoridad; pero el poder procede del ejercicio recto de dicha autoridad.” (La responsabilidad del Sacerdocio en forma personal).
La autoridad es el derecho a representar a Jesucristo y se recibe por la imposición de manos, pero el poder espiritual para ejercer esa autoridad depende de la rectitud personal.
El Señor dijo: “Que los derechos del Sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo, y que estos no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud.” (DyC 121:36). Como resultado, todos los diáconos en la Iglesia tienen la misma cantidad de autoridad, pero no hay dos diáconos que tengan la misma cantidad de poder.
Por lo tanto, los poseedores del Sacerdocio deben esforzarse por ser siempre dignos de ejercer su poder.
El Elder Jeffrey R. Holland compartió:
“Jóvenes, ustedes aprenderán, si aún no lo han hecho, que en momentos de temor y aún de peligro, su fe y su Sacerdocio requerirá lo mejor de cada uno de ustedes y lo mejor que puedan pedir de los cielos. Ustedes, los jóvenes del Sacerdocio Aarónico, no utilizarán el Sacerdocio exactamente de la misma manera que un Elder ordenado utiliza el de Melquisedec, pero todos los poseedores del Sacerdocio deben ser instrumentos en las manos de Dios, y para serlo, ustedes deben hacer lo que dijo Josué: “Santificaos”. Deben estar preparados para actuar y ser dignos de hacerlo.” (Santificaos).
Conclusión
El Sacerdocio Aarónico es mucho más que el simple poder para administrar la Santa Cena. Es el Sacerdocio restaurado de Juan el Bautista y una parte de la autoridad del Sacerdocio de Dios. Le da a un joven el derecho de representar al Señor Jesucristo y abre para todos nosotros las bendiciones del cielo, pero sólo puede usarse en rectitud. Por lo tanto, el consejo del Señor a sus antiguos poseedores del Sacerdocio Aarónico es igualmente aplicable en la actualidad: “Sed limpios, los que lleváis los vasos del Señor.” (DyC 38:42).
“Este artículo fue escrito originalmente por Jeff Drake, y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “5 Things Your Sons and Daughters Should Understand About the Aaronic Priesthood Before They Turn 12”