¿Tu matrimonio no es igual que antes? Este consejo puede salvarlo

Boda en el templo de Jordan River

Esta es una traducción y adaptación de la historia de Emily Linder, quien escribió el artículo original. 

El 5 de mayo me casé con Adam Linder en el Templo de Jordan River. Fue el día más soñado de mi vida, pude sentir como los cielos me sonreían.

Nuestro sellamiento en el templo fue una de las experiencias más espirituales que tuve en mi vida.

Cuando cumplamos 85 años, me gustaría que Adam y yo seamos el tipo de matrimonio que recuerde el día de su boda y lo enamorados que pensábamos estar, sin saber que ese amor crecerá con el paso de los años. 

Pero ¿cómo se puede lograr? Hay miles de cosas que podemos aprender sobre cómo tener un matrimonio feliz.

En mi ansiosa búsqueda por lograrlo, encontré un consejo que se destacó sobre los demás y me trajo la misma sensación de paz que tuve aquel 5 de mayo.

Espero que todas las demás novias y novios que lean esto, o ya estén casados, también puedan encontrar un poco de paz.

Un trato diferente

Manos de esposos en la biblia

Si queremos que algo dure para siempre, debemos tratarlo de forma diferente. Imagen: Canva

El élder F. Burton Howard, de los Setenta, pronunció un discurso titulado “El matrimonio eterno” en la conferencia general de abril de 2003.

Solo tenía cinco años en ese momento, pero ahora, como una recién casada de 25 años, mis oídos y mi corazón están bien abiertos.

Si bien había encontrado aquel discurso años antes de casarme en una clase de instituto, siempre recuerdo una simple línea de este mensaje:

“Si queremos que algo dure para siempre, debemos tratarlo de forma diferente”.

Me encantó tanto esa frase, que le pedí a un amigo que le hiciera un diseño a la frase para luego imprimirla y colocarla en un marco dorado. La utilicé como parte de la decoración el día de la ceremonia de mi boda.

Lo valioso se debe cuidar y preservar, al igual que el matrimonio. Créditos: Natthaya Beatty Photography

En su discurso, el élder Howard nos cuenta cómo en los primeros años de su matrimonio, su esposa ahorraba cuidadosamente dinero cada vez que podía para comprar finos cubiertos de plata. 

Después de varios años, ella tuvo el dinero suficiente para comprar cubiertos para cuatro personas.

Su esposa siempre cuidaba meticulosamente cada una de sus piezas de plata. Solo se usaban en ocasiones muy especiales y nunca salían de casa para que no corrieran el riesgo de perderse.

Cada pieza se envolvía cuidadosamente en un paño para que no perdieran su lustre y se guardaba debajo de la cama, donde la hermana Howard sentía que sería el lugar más seguro.

Si aparecía alguna mancha o deslustre en los cubiertos, se quitaba rápidamente con un pulidor.

Años después, cuando fueron llamados a servir una misión, su esposa dijo que tenía que alquilar una caja de seguridad para el juego de plata; ella no quería que llevarlos, pero tampoco quería perderlos. 

cubiertos de plata

El matrimonio eterno debe cuidarse, protegerse y pulirse. Imagen: Canva

Luego, terminó su discurso con estas conmovedoras palabras:

“Durante años pensé que tan sólo era un tanto excéntrica, hasta que un día me di cuenta de que por mucho tiempo ella había sabido algo que yo apenas empezaba a entender: Si queremos que algo dure para siempre, debemos tratarlo de forma diferente. Lo cubrimos, lo protegemos, nunca lo maltratamos ni lo dejamos a la intemperie; no lo convertimos en algo común y corriente.

Si alguna vez se le quita el brillo, lo pulimos con amor hasta que brille como nuevo; llega a ser algo especial porque en eso lo hemos convertido y se torna más valioso con el transcurso del tiempo.

El matrimonio eterno es así. Debemos tratarlo de esa manera. Ruego que lo veamos como el don invaluable que es”.

presidente Nelson discursando

¿Qué señal quiero darle a Dios en mi matrimonio? Imagen: La Iglesia de Jesucristo

¿Acaso esto no es hermoso? Para mí, esta idea de tratar algo como un regalo invaluable que quieres que dure para siempre le da un brillo cálido a la vida.

Esto me ayuda a saber cómo actuar y reaccionar ante las innumerables situaciones que enfrentaremos mi esposo y yo en la vida.

Así como el presidente Nelson enseñó que no debemos hacer una lista de lo que podemos y no podemos hacer en el día del Señor, sino que debemos pensar qué señal le queremos dar a Dios, de la misma forma debemos ver el matrimonio. 

¿Qué señal quiero darle a Dios en mi matrimonio? ¿Cómo le demuestro a Él, a Adam y a mí misma que esta es una relación que quiero que dure para siempre?

Esa mentalidad hace que sea más fácil dejar pasar pequeñas molestias o desacuerdos y encontrar el valor para iniciar conversaciones importantes y hábitos saludables.

personas en un matrimonio

Si siempre tratamos la vida matrimonial como un regalo invaluable, será pulida y resplandeciente, lista para resistir lo que se presente. Créditos: Natthaya Beatty Photography

Sé que Adam y yo tenemos muchos años por delante que traerán pruebas que si las supiera ahora, me harían desear estar en mi armario y quedarme allí para siempre. Sin embargo, de nada me sirve centrarme en lo que podría salir mal.

También me doy cuenta de que, como recién casada, no estoy muy apta para ofrecer consejos. Pero, de nuevo, ¿de qué sirve centrarse en lo que no sé?

Las Escrituras nos enseñan a ser de “buen ánimo y no temer” y que un discípulo de Cristo “todo lo espera”.

Así que, como aconsejó una vez el élder Quentin L. Cook, caminaré por el lado soleado de la calle y elegiré pensar, vivir y trabajar con la confianza de que si siempre trato la vida matrimonial como un regalo invaluable, será pulida y resplandeciente, lista para resistir lo que se nos presente.

Derechos de foto de portada: Natthaya Beatty Photography

Fuente: LDS Living

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