El corazón, como símbolo, es poderoso y universal. Si bien usamos el corazón para dar sentido a muchas emociones y experiencias, parece que el corazón se usa con mayor frecuencia para describir lo que significa estar completamente roto.
Solo las palabras “corazón roto” pueden evocar muchas imágenes y encapsular una variedad de emociones que van desde un intenso anhelo hasta una pérdida devastadora.
Hay corazones con diminutas astillas, que los lastiman lentamente. Hay corazones que están tan destrozados que parece que se han reducido a polvo.
Incluso las Escrituras usan el corazón para describir el dolor, el temor o la rebelión. Josué dice “ha desfallecido nuestro corazón”, Ezequiel describe un “corazón de piedra”, y múltiples referencias nos dicen que los corazones pueden pasar por momentos de dificultad, fallar y enfermar.
Cuando sentimos que nuestro corazón está roto, puede parecer imposible que se recupere. Sin embargo, el Evangelio nos ayuda a comprender cómo podemos sanar un corazón roto.
La respuesta simple
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Por supuesto, la respuesta simple es Jesucristo. Solo a través de la Expiación, nuestros corazones pueden sanar. Pero, Dios no solo quiere sanar nuestros corazones rotos, Él quiere cambiarlos. Estamos aquí para aprender a ser como Él, amar como Él amaría y hacer lo que Él haría.
Puede parecer contrario a la intuición. Sin embargo, a menudo, Dios usará nuestro corazón roto para ayudarnos a amar de manera más profunda.
Una de las formas de lograr que nuestros corazones amen con más intensidad es no permitir que nuestros corazones se endurezcan y usarlos de la mejor manera que podamos.
El corazón duro
Aprendemos acerca de los peligros de un corazón duro mediante las Escrituras.
Se dan múltiples advertencias en todo el Antiguo Testamento para “no endurecer nuestros corazones” (Deuteronomio 15: 7) y Cristo se lamenta en el Nuevo Testamento cuando los fariseos se niegan a creerle, “entristecido por la dureza de sus corazones” (Marcos 3:5).
Sin embargo, uno de los ejemplos más desalentadores de los corazones duros se encuentra en el Libro de Mormón, en la historia de Laman y Lemuel. En repetidas ocasiones, desobedecieron el consejo de Dios y se pusieron en contra de su profeta y hermano, Nefi.
Cuando ataron a Nefi al mástil del barco, nada más que el poder de Dios que amenazaba su propia destrucción “podía ablandar sus corazones”.
Hay muchos más ejemplos en las Escrituras sobre corazones duros. A través de ellos, aprendemos que un corazón duro nos aleja de Dios, nos vuelve insensibles y dificulta que sintamos las impresiones del Espíritu Santo.
Usar un corazón roto
Si bien puede ser doloroso, usar nuestro corazón roto puede ayudar a sanarlo. Esto permite que entre la luz y que Cristo tome los pedazos de tu corazón y cree algo hermoso. Se nos invita a amar, servir y presentarnos con valentía ante el trono de Dios. ¿Cómo podemos usar un corazón roto? Aquí, hay algunas ideas:
- Ora para entender mejor tus emociones y sentimientos
- Expresa amor sincero y gratitud por aquellos que te importan
- Se vulnerable y cuéntales a tus amigos de confianza qué pruebas atraviesas
- Haz todo lo posible por continuar construyendo relaciones saludables
- Esfuérzate por perdonar a los que te hicieron daño
- Medita y reflexiona a diario
- Evita hacer cosas para “volverte insensible”
- Consagra tu corazón a Dios al guardar tus convenios diligentemente
- Adopta una actitud de “hágase tu voluntad” cuando te acerques a Dios
- Se sincero con Dios en espíritu de oración sobre cómo te sientes
Usar nuestros corazones es cuidarlos y cambiarlos. Dios nos ha dado un corazón para ayudarnos a ser más como Él. Si tu corazón está roto, no tires los pedazos. Haz tu mejor esfuerzo para usar lo que te queda para acercarte a Cristo. Eso es suficiente para que Él trabaje.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Aleah Ingram y fue publicado en ldsdaily.com con el título “The Best Way to Heal a Heart is to Use It”.