Cuando era muy pequeña sufrí de abuso sexual por un miembro de mi familia, crecí con miedo, con resentimiento y pensando que era culpable de lo sucedido. Me sentía el ser humano más sucio del mundo.
Todo cambió un 16 de junio de 2018, cuando los misioneros tocaron mi puerta y compartieron un mensaje especial conmigo.
Realmente pude sentir mucha paz, pude sentir que mi Padre Celestial y Jesucristo verdaderamente me amaban y que mi valor no había disminuido a pesar de lo que pasé.
Los misioneros continuaron visitándome y me bautice un mes más tarde, nunca antes fui tan feliz.
Un nuevo comienzo
El Evangelio me ha dado la fortaleza para salir adelante, ahora sé que no soy culpable de lo que pasó, ahora sé que solo fui una víctima más de ese terrible acto.
Agradezco tanto la Expiación de Jesucristo, me ayudó mucho a salir adelante. El hecho de saber que no estaba sola, que Jesucristo padeció también por mí, el saber que Él estuvo solo para que yo jamás estuviera sola fue de gran valor para mí.
La Expiación de Jesucristo no solamente nos limpia de nuestros pecados, sino que también nos brinda consuelo y nos ayuda a salir adelante, a ser mejores personas, a perdonar a quienes nos lastiman.
Perdonar no es fácil, pero nos sana.
Dejando atrás nuestras cargas y pesares
Invito a todas aquellas personas que hayan pasado por una situación similar a que oren mucho a nuestro Padre Celestial. Pídanle que les ayude a perdonar y testificó que sentirán esa ayuda celestial que tanto necesitan.
Cuando perdonamos también nos libramos de nuestras cargas.
Ahora tengo casi 19 años y me estoy preparando para servir una misión de tiempo completo, me siento realmente felíz y agradecida con mi Padre Celestial.
Quiero decirles que sean fuertes, no se den por vencidos, el Señor realmente está ahí y nos ama con un infinito amor.
Sé que a veces no comprendemos el porqué de las cosas, pero permítanme decirles que cuando cambiamos la pregunta “¿Por qué me pasó esto?” a “¿Qué quiere enseñarme el Señor con esto?” realmente comprendemos que todo lo que nos sucede es por algo.
El Señor no permitiría que sufrieramos si no fuera con un sabio propósito.
Amo este Evangelio, sé que Jesucristo y mi Padre Celestial me aman al igual que a cada uno de ustedes. Sean fuertes, perseveren y serán muy bendecidos. En el nombre de Jesucristo. Amén