Me siento feliz de ayudar. Y a veces, pasar la Santa Cena me ofrece una experiencia verdaderamente única y llena de humildad. Me permite ver cuándo ciertas personas no toman la Santa Cena. Y francamente, me gusta ver cuando eso sucede.
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No me malinterpretes
No me malinterpretes, tomar la Santa Cena cada semana es importante. Es un mandamiento. Es una ordenanza. Es una bendición. Pero cuando alguien no la toma, me detengo.
Probablemente también hayas experimentado esto. Le pasas la bandeja con el pan a alguien, y ellos la siguen pasando a la persona de al lado.
La inevitable pregunta viene en tu cabeza, “¡Caray! ¡¿Qué hicieron para no ser dignos de la Santa Cena?!” Esa es realmente una pregunta que con facilidad nos hacemos. Tal vez simplemente asistieron al barrio anterior tomaron la Santa Cena allí y no quisieron tomarla dos veces. Pero incluso si no son dignos de la Santa Cena, nuestro pensamiento inicial no debería ser: “¿Qué hicieron?”, Sino “Mira lo que están haciendo”.
Mira lo que están haciendo
Supongamos que el juicio inicial es correcto y que en realidad no son dignos de participar de la Santa Cena.
Cualquiera que sea el pecado que hayan cometido o no, es irrelevante para ti y para mí. Lo que importa es que, por el motivo que sea, están intentando volver al camino.
La mayor parte del arrepentimiento ocurre en privado. Sucede entre tú, Dios y tal vez un tercero que fue afectado por el pecado. Lo mantenemos en silencio. Nadie quiere que sus errores sean gritados a los cuatro vientos y tampoco es necesario.
No obstante, cuando te abstienes de la Santa Cena, debes aceptar que la gente probablemente se dará cuenta. No se pretende atraer la atención de la gente al proceso de arrepentimiento de la persona, pero la realidad cultural es que hay personas están sentadas a cada lado de uno y tienen ojos.
Es un problema social muy real con el que esas personas tienen que lidiar. En un mundo ideal, tal vez sería un acontecimiento más privado. Pero en este momento, no lo es. Deben asumir que se convertirá en conocimiento público porque ocurre en un entorno público.
Así que tenemos a una persona que ha cometido un grave error, está de acuerdo con que la gente lo sepa e incluso es lo suficientemente humilde como para permitir que el público llegue a sus propias conclusiones al respecto.
Eso. Es. Tan. Increíblemente. Valiente. Cuando un individuo conoce la que está en juego, los riesgos y las presiones, y aún así decide abstenerse públicamente de la Santa Cena, ese valor es verdaderamente hermoso.
Es probable que tanto tú como yo tengamos experiencias en las que hemos sido juzgados moralmente y hemos estado solos al defender lo que es correcto. Es difícil de hacer. Pero puede ser incluso más difícil (y más poderoso) el estar solo cuando significa admitir que hiciste algo mal.
Significa que lo están intentando
La gente siempre está cambiando. La persona que fuiste hace un año probablemente no sea la misma persona que eres hoy. Siempre estamos evolucionando, cometiendo errores y tratando de ser más como Cristo.
A menudo, en tono de broma, le menciono a mi esposa que cualquier cosa tonta que diga expira automáticamente después de 45 días y no puede estar en mi contra. Es una regla tonta, pero el principio detrás de ella es cierto.
Cuando vemos a alguien que no toma la Santa Cena, es porque están en transición. Están dejando atrás a la persona que cometió el pecado, y se están arrojando a los pies de Cristo. Si estamos haciendo juicios y suposiciones acerca de su pecado, estamos juzgando a una persona que probablemente ya no existe.
Así mismo, con lo que podemos contar, es que la persona frente a nosotros está luchando con uñas y dientes para mantenerse en el camino estrecho y angosto. Ellos están buscando reconciliarse con Dios. Ellos están usando el don inestimable de la expiación de Cristo.
Es inspirador
Por eso me encanta ver que los Santos de los Últimos Días no toman la Santa Cena. Siento el espíritu. Siento una efusión de amor por esa persona. No es una lástima auto justificada. Es sincera simpatía, gratitud y esperanza. Aprecio su convicción.
En una cultura donde la Iglesia a veces se puede convertir en un juego de “¿quién es el más perfecto?”, ansío la cruda humildad y humanidad de estos mansos miembros. Es el Evangelio en acción y lo veo funcionar ante mis ojos.
Si este artículo se trata de ti, si eres tú quien dejó pasar el pan y el agua durante la reunión sacramental, gracias. Gracias por tu fe, tu determinación y tu ejemplo.
Me encanta que seas lo suficientemente valiente como para no participar en la Santa Cena. No puedo esperar a pasar por tu fila una y otra vez, hasta que finalmente llegue el día en que puedas renovar tus convenios una vez más. No te rindas, puedes hacerlo.
Este artículo fue escrito originalmente por David Snell y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “Why I Love to See Latter-day Saints NOT Take the Sacrament”