El 17 de julio de 2025, Kurt Enoch Robey falleció en un trágico accidente aéreo cerca del aeropuerto de West Yellowstone, en Montana. Viajaba como estudiante de aviación junto a su instructor de vuelo y la hija de este. Ninguno sobrevivió.

Enoch tenía 55 años y se encontraba cumpliendo uno de sus sueños más grandes: convertirse en piloto. Su esposa, Brooke Larson Robey, compartió que, aunque la pérdida es devastadora, su muerte ocurrió mientras vivía con plenitud.

“Se fue haciendo lo que amaba”.

Unos días antes de su viaje, Enoch la abrazó y le dijo:

“Estoy tan feliz. Soy feliz cuando vuelo. Gracias por dejarme vivir este sueño. Prometo cuidar de nosotros”.

Un legado familiar

Imagen: GoFundMe

Nacido en Kansas City, Misuri, fue uno de ocho hermanos. Su padre fue piloto de TWA, y su madre, Annie, una figura constante y amorosa en su vida. Desde joven, Enoch mostró una sensibilidad especial y un gran amor por su familia.

Entre 1989 y 1991 sirvió como misionero en la Misión Brasil Recife de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Allí dejó una profunda impresión. Su compañero Todd Shaw lo recordó con cariño:

“Siempre será Elder Robey para mí. Obrigado por tudo, meu amigo”.

A su regreso, estudió en Rick’s College, Brigham Young University y la Universidad de Utah. Sin embargo, su espíritu aventurero lo llevó mucho más allá de los salones de clase.

Imagen: GoFundMe

Brooke contó que los álbumes familiares están llenos de fotos de días de esquí, paseos en moto, pesca, buceo y otras aventuras. “Si existía un manual, él lo había leído. Si existía un gadget, él probablemente lo tenía”, dijo.

Enoch también fue conocido por su calidez y generosidad. Su amigo Fabricio Soares escribió:

“No solo hablaba de amor, lo vivía. Estaba presente cuando más lo necesitabas”.

Vini Pepiollini, amigo y excompañero de trabajo, compartió:

“Tenía el corazón más grande. Nunca se dejaba vencer. Era buena vibra, siempre”.

En diciembre de 2020, se casó con Brooke, y quienes lo rodeaban notaron un cambio. Caminaba más erguido, sonreía más y soñaba más alto.

Imagen: GoFundMe

“Nunca lo vimos tan feliz”, dijeron sus hijos.

Como padre y abuelo, les enseñó a sus seres queridos a confiar en Dios. Les repetía que lo más importante era su relación con el Padre Celestial. También se aseguró de que sus nietos supieran cuánto los amaba.

Enoch deja a su esposa Brooke, sus hijos Forest, Brighton, Rome y Steele, sus hijastros Alec y Zoe, tres nietos y cuatro hermanos. Lo precedieron en la muerte sus padres, tres hermanos y su hijo Hunter.

Hoy, quienes lo amaron encuentran consuelo en imaginarlo reunido con su hijo en lo alto. Una campaña en GoFundMe ha sido creada para apoyar a su familia y cubrir los gastos del memorial.

Su legado vive en cada persona que inspiró. Como dijo Fabricio:

“Te amamos, te extrañamos, y honraremos tu memoria intentando ser un poco más como tú: generosos, presentes y llenos de amor”.

Fuente: LDS Daily