Si bien no debemos preocuparnos demasiado al pensar en Satanás y sus propósitos, al considerar honestamente nuestro deseo de arrepentirnos y seguir más de cerca al Salvador debemos darnos cuenta de que las fuerzas del adversario intentarán frustrar la decisión que tomemos al respecto.
“Por consiguiente, todo lo que es bueno viene de Dios, y lo que es malo viene del diablo; porque el diablo es enemigo de Dios, y lucha contra él continuamente, e invita e induce a pecar y a hacer lo que es malo sin cesar.” –Moroni 7:12
Aunque las tentaciones de Lucifer para hacernos pecar parecen muy razonables, en realidad él “no persuade a ningún hombre a hacer lo bueno, no, ni a uno solo; ni lo hacen sus ángeles; ni los que a él se sujetan” (Moroni 7:17).
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Al hacer nuestros esfuerzos para arrepentirnos y recibir más plenamente el amor de Dios y el perdón por nuestros pecados, el enemigo también expande su engaño, con la esperanza de volvernos una vez más hacia nuestros pecados.
El profeta José Smith enseñó:
“Cuanto más se acerque una persona al Señor, mayor será el poder que manifestará el adversario para evitar el cumplimiento de Sus propósitos.” -Orson F. Whitney, Life of Heber C. Kimball
El ser que llamamos Lucifer era “un ángel de Dios, que tenía autoridad delante de Dios”, pero que “se rebeló contra Dios y procuró usurpar el reino de nuestro Dios y su Cristo” (DyC 76: 25, 28). Jesús declaró que “no hay verdad en él… porque es mentiroso” (Juan 8: 44). Él quiere que seamos “miserables como él” (2 Nefi 2:27).
Cuando comenzamos a acudir a Dios en oración, pidiendo que el poder de la expiación del Salvador entre en nuestras vidas, Satanás con su voz tentadora y seductora llena de pecado trata de evitar que sigamos adelante.
Creer las mentiras de Satanás
Su primer engaño es decir que no tenemos necesidad de arrepentirnos.
“Estas acciones que se llaman pecados”, susurra, “no son pecados en lo absoluto, sino acontecimientos comprensibles en el mundo que nos rodea”.
“Y a otros los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal, de modo que dirán: Todo va bien… [él] les cuenta que no hay infierno… les dice: Yo no soy el diablo, porque no lo hay.” -2 Nefi 28:21–22
Para aquellos que deseen arrepentirse, estas palabras astutas con frecuencia son ineficaces, ya que han visto la tristeza y el dolor que sus pecados han causado, han sentido la culpa y el dolor que viene de hacer lo malo. Saben que se necesita cambiar.
El enemigo tiene otras afirmaciones, sutilmente le dice a una persona que desea arrepentirse que él o ella no es capaz de hacer lo necesario para obtener el perdón, o peor aún, que él o ella no es digna de la ayuda de Dios.
El adversario puede causar un sentimiento de desolación y desesperanza, una sensación de “puede que esto funcione para algunos, pero yo soy muy débil, he fracasado tanto en la vida, es imposible para mí. Estoy condenado a ser excluido de la vida eterna con mi Padre Celestial y Jesucristo”.
Para vencer estas palabras, debemos recurrir a nuestro Padre Celestial en oración y a las palabras de nuestro Salvador Jesucristo:
“¡Oh vosotros, todos los que habéis sido preservados porque fuisteis más justos que ellos!, ¿no os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane?
Sí, en verdad os digo que si venís a mí, tendréis vida eterna. He aquí, mi brazo de misericordia se extiende hacia vosotros; y a cualquiera que venga, yo lo recibiré; y benditos son los que vienen a mí.” -3 Nefi 9:13–14
Si estás decidido a verdaderamente regresar a tu Padre Celestial, no se te negará el don divino del perdón. Queriendo darte la esperanza que necesitas, Jesús contó la parábola del hijo pródigo.
Humillado por el vacío de haber “vivido perdidamente”, el hijo “[volvió] en sí” (Lucas 15:13,17). Se dio cuenta de su error, sabía que debía cambiar. Él dijo:
“Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.” Lucas 15:18
Las escrituras luego nos dicen:
“Entonces, se levantó y fue a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y le besó.” -Lucas 15:20
Te prometo que no importa el vacío y lo indigno que te sientas, nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo aún te esperan (2 Nefi 26:33).
El sufrimiento del Salvador, Su pago por nuestros pecados, fue para ti, así como para aquellos que crees que son más dignos que tú. La expiación de Jesucristo puede elevarte de las profundidades de tu condición actual.
Demorar el día de nuestro arrepentimiento
Una herramienta adicional que el adversario usa es su atractivo engaño de posponer o demorar el día de nuestro arrepentimiento. El presidente Henry B. Eyring dijo:
“Esa tentación de demorar procede de nuestro enemigo Lucifer. Él sabe que nunca podremos ser verdaderamente felices a menos que tengamos esperanza en esta vida, y después, en la siguiente, la realización de la vida eterna, el mayor de todos los dones de Dios…
Y así, Satanás nos tienta con la desidia todos los días de nuestra probación. Cualquier decisión que demore el arrepentimiento le da la oportunidad de robar la felicidad de uno de los hijos espirituales de nuestro Padre Celestial.”
Pedro describió al enemigo con una metáfora notable:
“Sed sobrios, y velad, porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” -Pedro 5:8
La influencia del adversario no es nada comparada con la fuerza de Dios
He pensado en la comparación que hizo Pedro sobre Lucifer. El enemigo es como un león rugiente, sin embargo un león rugiente en un zoológico es peligroso sólo si nos metemos dentro de su jaula.
Sin nuestra voluntad y albedrío, el poder del adversario es muy limitado.
Si emprendemos el camino de rectitud, no debemos preocuparnos demasiado por la influencia del adversario. Nefi explicó que “[Satanás] no tiene poder sobre el corazón [de aquellos] que moran en rectitud” (1 Nefi 22:26).
El apóstol Santiago enseñó:
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” -Santiago 4:7-8
El enemigo no tendrá poder en contra de nosotros a menos que se lo permitamos.
Este artículo fue escrito originalmente por Neil L. Andersen y es un extracto del libro “The divine gif of forgiveness” fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “2 Tricks Satan Uses to Prevent Us from Repenting”