Después de tres años de ministerio, el momento en que Jesucristo debía realizar Su más grande sacrificio por la humanidad finalmente llegó.
Aquel momento marcaría el final de Su ministerio mortal y cumpliría con las profecías de los profetas de antaño.
La última semana del ministerio de Jesucristo, la semana más significativa de la historia del mundo, está compuesta por una serie de eventos que demuestran que Él es en verdad el Salvador de toda la humanidad.
La entrada triunfal – Domingo
La ciudad de Jerusalén estaba muy agitada debido a que la Pascua que se acercaba. Muchas personas llegaron a la ciudad para poder asistir a la celebración.
La entrada triunfal del Salvador se registra en Mateo 21: 1-11; Marcos 11: 1-11; Lucas 19: 29-44 y Juan 12: 12-19. Según las Escrituras, Jesucristo entró en la ciudad de Jerusalén montado en un burro.
Aquello fue muy significativo porque cumplía con lo que dijo el profeta Zacarías (Zacarías 9: 9):
“Alégrate mucho, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén; he aquí, tu rey viene a ti, justo y trayendo salvación, humilde y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”.
En ese momento, Cristo demostró de manera clara que él era el Mesías.
La purificación del templo – Lunes
El acontecimiento más conocido de este segundo día es cuando el Salvador expulsa a las personas que estaban comprando y vendiendo en el templo. Este relato está en Mateo 21: 12-16; Marcos 11: 15-18 y Lucas 19: 45-48.
En el versículo 15 de Mateo 21, se nos dice:
“Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía y a los muchachos que aclamaban en el templo y decían: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron”.
Según la Traducción de José Smith, “muchachos” es traducido como “muchachos del reino”. Según Bruce R. McConkie aquellos hombres “eran discípulos, miembros de la Iglesia, personas que tenían testimonio de la divinidad de Jesús”, eran personas que eran miembros de la Iglesia y que por medio del arrepentimiento y el bautismo” habían nacido de nuevo en Cristo.
En el segundo día, Jesucristo también maldijo una higuera. El manual de Seminario enseña:
“La maldición que el Salvador pronunció sobre la higuera enseñó varias lecciones importantes. La higuera podría servir como representación de los líderes religiosos corruptos de los judíos, que daban una imagen exterior de devoción, pero carecían de verdadera rectitud.
De esa manera, también enseñó que todos debemos esforzarnos por vivir de manera compatible con lo que creemos y enseñamos.
La maldición de la higuera también creó una ilustración visual de la lección que el Salvador enseñó antes en Su ministerio con la parábola de la higuera (véase Lucas 13:6–9) todos se deben arrepentir o perecer.
Después de ser testigo de la reacción de los discípulos a la maldición de la higuera, el Salvador utilizó esa ocasión para enseñarles en cuanto al poder de la fe para lograr milagros aun mayores que el que acababan de presenciar”.
El Monte de los Olivos – Martes
En este día, el Salvador Jesucristo enseñó muchas de sus parábolas más conocidas en el monte de los Olivos. Enseñó la parábola de los dos hijos (Mateo 21: 28-32), la parábola de los labradores de la viña (Mateo 21: 33-41; Marcos 12: 1-9; Lucas 20: 9-16), la parábola de los edificadores que desecharon la piedra (Mateo 21: 42-46; Marcos 12: 10-12; Lucas 20: 17-18), la parábola de la boda real y los mantos (Mateo 22: 1-14), la parábola de las 10 vírgenes (Mateo 25: 1 -13), la parábola de talentos (Mateo 25: 14-30).
Fue en este día que Jesús fue confrontado por sus detractores debido a los impuestos (Mateo 22: 15-22; Marcos 12: 13-17; Lucas 20: 19-26).
Los fariseos, los escribas, los herodianos y todos aquellos que estaban en contra del Salvador querían condenarlo y conspiraron para matarlo (Juan 11:53).
En ese momento, el objetivo de los fariseos era hacer que Cristo caiga en contradicción, pero Jesús respondió con mucha sabiduría.
“[Jesús] les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios?” (Mateo 22:21), en otras palabras, trazaba el límite de cumplir con las leyes terrenal así con lo que viene de Dios. Una clara diferencia de los poderes y los soberanos del cielo y de la tierra y a quién debían buscar servir.
En ese día Jesucristo también les enseñó sobre los dos grandes mandamientos (Mateo 22: 34-40; Marcos 12: 28-34), en el juicio final (Mateo 25: 31-46) y la historia de la viuda pobre (Marcos 12: 41-44; Lucas 21: 1-4)
Miércoles
Las Escrituras no registran lo que el Salvador hizo ese día. Puede que el Señor se haya encontrado en compañía de Sus discípulos.
La Santa Cena y Getsemaní – Jueves
Muchos momentos significativos tuvieron lugar en este día, como la cena de Pascua (Lucas 22: 15-18), el lavamiento de los pies a los apóstoles (Juan 13: 1-20), la institución de la Santa Cena (Mateo 26: 26-29; Marcos 14: 22 – 25; Lucas 22: 19-20), la revelación de que un apóstol traicionaría a Jesús, la predicción de Su muerte (Juan 13), y la gran oración intercesora de Cristo por nosotros en Getsemaní (Juan 17: 1-26)
Sobre la institución de la Santa Cena, recibimos una enseñanza muy valiosa de nuestro Maestro. Cristo participó de la última Pascua y la primera Santa Cena como un recordatorio de Su sacrificio expiatorio.
El élder James E. Talmage enseñó en su libro “Jesús el Cristo”:
“Estando Jesús sentado todavía en la mesa con los Doce, tomó una pieza de pan y, habiendo reverentemente dado gracias, la santificó con una bendición y dio una porción a cada uno de los apóstoles, diciendo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”; o como leemos en Lucas: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”.
Entonces, tomando un a copa de vino, dio gracias, lo bendijo y dio a ellos con este mandamiento: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”…
En esta manera, sencilla pero impresionante, se instituyó la ordenanza que desde entonces se conoce como el Sacramento de la Cena del Señor. El pan y el vino, debidamente consagrados mediante la oración, llegan a ser los emblemas del cuerpo y la sangre del Señor, los cuales se han de comer y beber reverentemente, y en memoria de Él”.
Después de estar con Sus apóstoles una última vez, Cristo se dirigió al jardín de Getsemaní.
Fue allí donde Jesús tomó los pecados del mundo. Fue allí donde sufrió más grande que algún ser humano podría soportar. Fue allí donde sudó gotas de sangre por cada poro. Fue en aquel huerto que tomó la decisión de cumplir la voluntad de Su Padre.
La Crucifixión – Viernes
Durante ese día, nuestro Salvador fue traicionado por Judas Iscariote (Mateo 26-47-50; Marcos 14: 43-45; Lucas 22: 47-48; Juan 18: 3-4), fue llevado ante las autoridades de la época y condenado (Mateo 27: 1-2; Marcos 15: 1; Lucas 22: 66-71; Juan 18: 15-18), azotado y abofeteado (Mateo 27: 39-44; Marcos 15: 29-32; Lucas 23: 35 -37).
Jesús llegó al Calvario y, después de enseñar principios grandiosos en la Cruz (Lucas 23:34, 43, 46, Juan 19: 26-30; Mateo 27:46), entregó Su espíritu.
“Había muerto Jesús el Cristo. No le fue quitada Su vida si no de acuerdo con Su voluntad. A pesar de lo dulce y gustosamente aceptado que habría sido el alivio de la muerte en cualquiera de las primeras etapas de Sus padecimientos—desde el Getsemaní hasta la cruz—vivió hasta que todas las cosas se cumplieron de acuerdo con lo que se había decretado.
En estos últimos días se ha escuchado la voz del Señor Jesús, afirmando la realidad de Su padecimiento y muerte, así como el propósito eterno que se cumplió por ese medio.”. –Talmage, “Jesús, el Cristo”.
El cuerpo del Salvador fue llevado por José de Arimatea y puesto en un sepulcro.
El sepulcro – Sábado
Se colocó una piedra fuera del sepulcro donde el cuerpo inerte de Cristo reposó y se pusieron soldados para cuidar el lugar (Mateo 27: 62-66).
La Resurrección – Domingo
Nuestro Maestro y Salvador resucitó al tercer día (Mateo 28, Marcos 16; Lucas 24; Juan 20), y se apareció primero a María Magdalena y luego a Sus discípulos.
Sobre la resurrección, el élder D. Todd Christofferson enseñó:
“La resurrección de Cristo demuestra que Su existencia es independiente y eterna… Mediante Su expiación y resurrección, Jesucristo ha vencido todos los efectos de la Caída.
La muerte física será provisional y aun la muerte espiritual tendrá un final, porque todos regresarán a la presencia de Dios, al menos temporalmente, para ser juzgados.
Podemos abrigar la máxima confianza y seguridad en Su poder para vencer todo lo demás y otorgarnos la vida eterna”.
Gracias a Él, la muerte no es el final. Gracias al Salvador, podemos volver a vivir con Dios. Podemos encontrar gozo, paz y consolación en esta vida.
El día en que Jesús resucitó, nuestro Maestro cambió la historia de la humanidad permitiéndonos tener a nuestras familias por la eternidad, nuevos comienzos, sanación y felicidad.
Fuente: maisfe.org