Me encanta esta pregunta. Es una pregunta sencilla, pero puede que algunos se sientan un tanto incómodos cuando visitan un barrio y surgen los sostenimientos de las personas que han sido llamadas a servir a los miembros de ese barrio.
Quizás aún más incómodo sea cuando el miembro del obispado pide una expresión de agradecimiento por las personas que son relevadas de sus llamamientos. ¿Cuál es la forma adecuada de actuar?
Antes de que podamos saber si debemos sostener a alguien, tenemos que saber qué significa este sostenimiento.
Este voto a favor o de aprobación por la persona que ha sido llamada a servir no significa que te agrade o que conozcas personalmente a dicha persona. Significa, según el Manual de la Iglesia, que “los miembros se comprometen a apoyar y a estar dispuestos a ayudar”.
El obispo H. Burke Peterson describió que sostener a “alguien en un llamamiento en la Iglesia es [como] una señal de nuestro compromiso personal de defender la elección del Señor de esa persona para ese llamamiento”.
Harold B. Lee, al presentar a Joseph Fielding Smith como profeta, vidente y revelador de la Iglesia, llegó a decir:
“Todo el mundo es perfectamente libre de dar su voto de sostenimiento de la manera en que lo desee. No se obliga a nadie a hacerlo. Cuando votan a favor, hacen un convenio solemne con el Señor de que sostendrán, es decir, darán su total lealtad y apoyo, sin equívocos ni reservas, al oficial que están sosteniendo”.
El presidente Eyring reafirmó esto y, como segundo testigo de las palabras del presidente Lee, declaró:
“Pueden retener su voto de sostenimiento o pueden prometer su fe sustentadora. Al levantar la mano para sostener, hacen una promesa; una promesa a Dios —cuyos siervos ellos son— de que ustedes los sostendrán”.
Cabe señalar que los votos de oposición en el proceso de sostenimiento también se toman en consideración.
Si tienes alguna razón, sabes de alguna acción o un comportamiento que crees que debería descalificar a alguien para el servicio en la Iglesia, es tu obligación moral plantear esa inquietud a tu obispado o presidencia de estaca.
Incluso un visitante que no sea miembro de la Iglesia y que “sabe de alguna conducta que impida a la persona servir en el cargo” puede compartir esta información en privado con un obispado o miembro de la presidencia de estaca (Llamamientos en la Iglesia, Manual General).
Entonces, a aquellos a quienes podemos sostener, ¿cómo les hacemos saber que tienen nuestra lealtad y apoyo?
Nuevamente, el presidente Eyring sugirió algunas preguntas que podemos hacernos en preparación para sostener a nuestros líderes.
1. ¿He pensado o hablado de las debilidades humanas de las personas que me he comprometido a sostener?
2. ¿He buscado muestras de que el Señor los guía?
3. ¿He seguido su liderazgo concienzuda y fielmente?
4. ¿He hablado sobre la evidencia que veo de que son siervos de Dios?
5. ¿Oro por ellos con regularidad, mencionándolos por su nombre y con sentimientos de afecto?
De acuerdo con el presidente Eyring, estas preguntas, “a la mayoría de nosotros, nos conducirán a cierta inquietud y a la necesidad de arrepentirnos”.
Si actuamos de acuerdo con estas sugerencias, ofreceremos más plenamente nuestro apoyo y lealtad a aquellos a quienes el Señor ha llamado para guiarnos.
Además, el sostenimiento de los miembros del barrio puede parecer como asistir a las reuniones de la Escuela Dominical o del Sacerdocio o de la Sociedad de Socorro estando preparados, después de haber leído el material y meditado sobre él.
Significa que estamos dispuestos a dar nuestro apoyo en la lección u ofrecer una oración cuando se nos pida. Significa que consideramos unirnos al coro del barrio cuando el director nos lo ha estado pidiendo durante meses.
Sostenernos unos a otros significa que nos ayudamos unos a otros a tener éxito en magnificar nuestros llamamientos mientras nos esforzamos por servir al Señor y a Sus hijos.
Sabiendo todo esto, ¿qué es apropiado hacer al visitar otro barrio?
El obispo H. Burke Peterson escribió que “no se espera que cada miembro de la Iglesia sostenga a los oficiales de los barrios o ramas en los que no vive, aunque es probable que no se presente ninguna objeción si lo hace”.
Levantar nuestra mano “no es algo que se espera”, es algo que damos y que representa nuestra lealtad y aceptación por el llamamiento de la persona y la obra que realizarán a favor de otros.
¿Estarás en ese barrio con la frecuencia suficiente como para apoyar y sostener a una persona? ¿Tomarás en serio tu compromiso de ayudar a estos hermanos y hermanas a magnificar sus llamamientos? Si la respuesta es no, entonces no hay necesidad de levantar la mano.
De manera similar, si tú o tus seres queridos han sido bendecidos por el servicio de alguien, no hay nada de malo en levantar la mano en agradecimiento, incluso si no eres parte de su barrio. Al igual que el voto de sostenimiento, esto no es algo que se espera de todos los presentes.
Algo más importante que levantar la mano es animarnos y apoyarnos unos a otros en el barrio. El verdadero apoyo mutuo creará más unidad y desinterés y, en última instancia, hará que nuestros barrios y estacas estén más cerca del lugar de Sion en el que deberían estar.
Fuente: LdsDaily