“Cualquiera que sea el sufrimiento, cualquiera que sea la preocupación, cualquiera que sea el dolor y la angustia, busquen una manera de darle un uso que beneficie [a otros].
Tal vez sea ayudando a otros a evitar los mismos problemas, o tal vez sea desarrollando una mayor percepción de los sentimientos de los que tienen desafíos similares”- Presidente Howard W. Hunter
“¿Por qué a mí?”
Este grito de dolor muestra un urgente deseo por respuestas a nuestro sufrimiento. Intentamos desesperadamente encontrar razones para nuestro dolor, suponiendo que su propósito nos ayudará a sobrellevar nuestros pesares, mientras que la falta de comprensión los hace insoportables.
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Las respuestas que encuentras dependen en cierto modo del plan y propósito de nuestro Padre Celestial para ti, pero hay una utilidad universal para nuestra miseria; todo lo que hemos sufrido nos permite ayudar a otros.
Nuestro sufrimiento nos faculta para ayudar a otros
“Y [Cristo] saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo.” Alma 7: 11-12
Las personas más calificadas para ayudar a un alma que sufre son aquellas que han pasado por experiencias similares. Pasé por un momento difícil cuando tenía veintitantos. La vida de soltero fue difícil para mí, sólo quería casarme y formar una familia, pero a cambio tuve años de soledad y dudas.
Mi madre falleció inesperadamente, dejando a mi familia con dolor y confusión. Cuando mi padre se volvió a casar, tuvimos que adaptarnos a la vida como una familia mixta. Lo que me parecía, en ese momento, caos era en realidad un tiempo de preparación.
Ahora sé cómo empatizar con los pacientes y amigos que luchan contra la soledad, el duelo y el proceso de formar una nueva familia. Estas son cosas que no hubiera podido saber del todo si es que no fuese por mi propia experiencia.
Por supuesto, las experiencias de dos personas no son exactamente iguales; por esa razón, generalmente es un error decir: “Sé cómo te sientes”. Sin embargo, experimentar dolor puede ayudarnos a aconsejar a las personas que buscan orientación.
Incluso si no tenemos un consejo para dar, el simple hecho de saber que alguien se preocupa y comprende lo que uno pasa es suficiente como para brindar confort y fortaleza.
El sufrimiento produce sabiduría y compasión
Si sufrimos debido a las consecuencias de nuestras malas elecciones, esa también es una oportunidad disfrazada.
Podemos ser una voz de advertencia contra la adicción, el abuso, la impulsividad, el crimen y un sinfín de opciones, hablando por experiencia e influyendo en otros para evitar que comenta nuestros errores.
En el caso de aquellos que sienten que están fuera del alcance del perdón, nuestro recorrido de la oscuridad a la luz puede servir como un ejemplo para que hagan los cambios que sean necesarios.
Nuestro dolor también nos ayuda a ser más compasivos y amorosos hacia quienes sufren, lo que a su vez nos lleva a tener algunas de las relaciones de amistad más felices y satisfactorias de nuestras vidas.
Un verano, después de una ruptura particularmente dolorosa y la repentina muerte de un amigo, traté de aliviar mi pena aligerando las cargas de los demás y comencé a trabajar como voluntario en un hogar de ancianos.
Una o dos veces por semana visitaba a personas cuya salud estaba delicada, que habían perdido a su cónyuge o que no veían mucho a sus familiares o amigos. Jugábamos cartas, veíamos películas y compartíamos historias de nuestras vidas. Estas se convirtieron en algunas de mis amistades más preciadas y me ayudaron a encontrar nuevamente la felicidad.
Hay un sin fin de razones por las que sufrimos, pero lo que nunca cambia es que nuestro dolor nos permite, si lo dejamos, elevarnos mutuamente, crecer y experimentar gozo juntos.
Si estás solo, hazte amigo de alguien y eleva a otros que están solos. Si estás enfermo, hazle saber a otras personas afectadas que no están solos. Si has tomado malas decisiones, utiliza tu experiencia para advertir a otros o hazles saber que la esperanza nunca se pierde.
A veces, el único propósito que tiene nuestro sufrimiento es el que le nosotros le damos. Elige dejar que el tuyo te convierta en una fuerza para bien en la vida de otra persona. Les ayudará a ambos a sanar.
Este artículo fue escrito originalmente por Lds Living Staff y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Latter-day Saint Therapist: How Our Suffering Empowers Us to Help Others”