Los Santos de los Últimos Días creemos en la resurrección. Así como Jesucristo venció la muerte y resucitó con un cuerpo perfecto y glorificado, de la misma manera resucitará todo el género humano.
Pero, aquellos que se tatuaron el cuerpo, ¿resucitarán con los tatuajes que se hicieron o no? Esta es una pregunta muy válida e interesante.
Si bien no hay una respuesta oficial por parte de la Iglesia ni una escritura que abarque el tema de los tatuajes después de la resurrección específicamente, podemos deducir algunos puntos.
Resurrección perfecta, cuerpo perfecto
El Libro de Mormón probablemente es el libro dentro de las escrituras que más contenido nos da con respecto a esta incógnita.
Amulek, por ejemplo, testificó:
“El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma
Y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza, sino que todo será restablecido a su perfecta forma, o en el cuerpo, cuál se encuentra ahora”. (Alma 11:43-44)
Podemos entender, en base al versículo, que nuestro cuerpo tendrá una forma perfecta y familiar, es decir, que será el mismo cuerpo, solo que perfecto.
Alma enseñó esta misma doctrina a su hijo:
“El alma será restaurada al cuerpo, y el cuerpo al alma; sí, y todo miembro y coyuntura serán restablecidos a su cuerpo; sí, ni un cabello de la cabeza se perderá, sino que todo será restablecido a su propia y perfecta forma”. (Alma 40:23)
Nuevamente, la doctrina es precisa y clara: el alma será restaurada al cuerpo, y el cuerpo será perfeccionado. No habrá marcas ni cicatrices ni imperfecciones.
En base a esto, podemos concluir que el cuerpo no resucitará con tatuajes.
No se puede burlar a Dios
Con este conocimiento sobre los tatuajes, que en sí es una inducción y no una doctrina enseñada oficialmente por la Iglesia, uno podría pensar en utilizar la resurrección como una justificación para los tatuajes.
Eso, claramente, es una burla al cuerpo que Dios nos ha dado y al sacrificio de nuestro Salvador Jesucristo.
Tal como Nefi registró:
“Y también habrá muchos que dirán: Comed, bebed y divertíos; no obstante, temed a Dios, pues él justificará la comisión de unos cuantos pecados; sí, mentid un poco, aprovechaos de alguno por causa de sus palabras, tended trampa a vuestro prójimo; en esto no hay mal; y haced todas estas cosas, porque mañana moriremos; y si es que somos culpables, Dios nos dará algunos azotes, y al fin nos salvaremos en el reino de Dios”. (2 Nefi 28:8)
Sin embargo, al siguiente versículo, Nefi nos explica que muchos intentarán engañarnos con esas enseñanzas, “falsas, vanas e insensatas doctrinas”, intentando ocultar sus intenciones del Señor. Dios no puede ser burlado.
Nadie va a la Iglesia para aprender a pecar y ser perdonados, o para ser salvos en un reino menor.
Uno va a la Iglesia para alcanzar la perfección divina, justa y misericordiosa que Jesucristo dejó de ejemplo e invita a llegar a ser. Uno va a la Iglesia para alcanzar el máximo reino de salvación.
Vamos a la Iglesia para vivir la vida que el Padre vive debido a que todo tiene como objetivo a la vida eterna.
Nuestro cuerpo, un templo
El presidente Gordon B. Hinckley ha sido muy claro en cuanto a los tatuajes:
“Un tatuaje es un graffiti en el templo del cuerpo”.
El apóstol Pablo nos enseña la base de este pensamiento:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno profanare el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. (1 Corintios 3:16-17)
Los tatuajes no son meramente “marcas” en nuestro cuerpo, representan también la magnitud de nuestro amor y agradecimiento por el Señor. Pues este cuerpo nos ha sido entregado por Él.
Nuestro cuerpo, al igual que un templo del Señor, debe ser cuidado y respetado.
El presidente Hinckley advirtió las consecuencias que conllevan esta práctica:
“Son hijos de Dios; el cuerpo de ustedes es la creación de Él. ¿Desfigurarían esa creación con representaciones de personas, animales y palabras?
Les prometo que llegará el día, si ustedes llevan tatuajes, en que se arrepentirán de sus acciones. No se pueden quitar con agua; son permanentes. Únicamente se pueden quitar mediante un proceso costoso y doloroso”.
El Señor nos ha dado una respuesta para saber qué decisión tomar y se basa en el albedrío.
El nuevo manual “Para la Fortaleza de la Juventud”, en la sección “Tu cuerpo es sagrado“, responde de esta forma al uso de tatuajes:
“¿Cuál es la norma del Señor en cuanto a la vestimenta, el arreglo personal, los tatuajes y las perforaciones?
La norma del Señor es que honres el carácter sagrado de tu cuerpo, aun cuando eso signifique ser diferente al mundo. Permite que esta verdad y el Espíritu sean tu guía al tomar decisiones, especialmente las que tienen efectos duraderos en tu cuerpo. Sé sabio y fiel, y busca el consejo de tus padres y líderes”.
El Señor confía en cada uno de nosotros. Él espera que seamos sabios, busquemos consejos y honremos el carácter sagrado de nuestro cuerpo.
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