Recientemente, en una de mis clases, discutimos sobre la mejor manera de prepararnos para la Segunda Venida de Jesucristo.
Varios de mis alumnos, expresaron nerviosismo por ese día, que será grandioso o terrible. Uno de mis alumnos dijo, con una sonrisa, que preferiría posponer ese día indefinidamente.
“Cuéntanos más, ¿por qué lo pospondrías? ¿por qué desearías que nunca llegara? ¿es porque nuestras vidas no están en orden y tenemos que arrepentirnos?”, le dije.
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Estuvimos de acuerdo en que, si escondiéramos un pecado grave, la venida del Señor sería lo último que quisiéramos que sucediera.
Una de las jóvenes dijo:
“Si bien mi vida no está exactamente donde debe estar. No creo que sea totalmente indigna. Tengo una recomendación para el templo y la uso con regularidad. Sin embargo, todavía me asusta un poco la idea de que el Salvador pueda venir esta noche, mañana o dentro de una semana”, dijo.
Seguimos hablando del tema y pregunté, “¿por qué sienten temor de que la Segunda Venida sea pronto?”
Las respuestas que recibí por parte de mis alumnos fueron reveladoras.
Ellos eran jóvenes Santos de los Últimos Días sobresalientes. Sin embargo, sentían inquietud con respecto a la Segunda Venida, al menos por las siguientes razones:
1. No habían tenido la oportunidad de casarse, formar una familia y vivir hasta una edad avanzada.
2. Algunos de sus familiares se habían desviado del camino correcto y querían más tiempo para intentar hacerlos volver.
3. Se sentían un poco inseguros acerca de su propia posición ante Dios.
Traté de responder a sus dos primeros temores asegurándoles que aún tienen mucho tiempo para hacer lo que desean.
Les dije que tenían mucho tiempo para tener una vida familiar larga y productiva, comprar una casa, continuar orando y trabajando en nombre de los que se han desviado del camino.
Tales oraciones no pasarían desapercibidas o desatendidas por un Señor misericordioso y amoroso (Santiago 5:16).
Reiteré las enseñanzas de los líderes actuales de la Iglesia. Si bien la venida del Señor es algo para lo que debemos prepararnos, no es algo que debamos temer.
Responder a la tercera inquietud requirió un poco más de tiempo, pero el esfuerzo valió la pena.
En general, hablamos de lo que significaba la influencia y el poder del Espíritu Santo en nuestra vida.
Hablamos sobre el camino que estamos siguiendo, los convenios, que el Señor está complacido con el camino que seguimos y que, si seguimos en esa dirección, la vida eterna será nuestra.
Hice hincapié en que era importante tener una recomendación para el templo vigente. De ese modo, podemos participar de los convenios y las ordenanzas de la Casa del Señor. Además, posteriormente, heredar el reino celestial en el mundo venidero.
Al pensar en la Segunda Venida, encontramos el consejo de Juan, que es sumamente pertinente:
“Y ahora, hijitos, permaneced en Él para que, cuando aparezca, tengamos confianza y no seamos avergonzados ante Él a su venida” (1 Juan 2:28).
Enfrentemos el futuro con dulce seguridad, “estando convencidos de esto, que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará [completará, cumplirá] hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1: 6).
De hecho, Dios está trabajando dentro de nosotros, trabajando en nuestra voluntad y nuestro comportamiento. Por lo tanto, unámonos a nuestro Hacedor para salvar nuestra alma y obrar nuestra salvación “con temor y temblor” (Filipenses 2: 12-13).
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Aleah Ingram y fue publicado en LDS Daily con el título “Scared of the Second Coming? We Can Be Confident When He Comes”.