“Y se ensañó Cain en gran manera y decayó su semblante” (Génesis 4:5)
La ira se vuelve el sentimiento predominante en el comportamiento, es una emoción que expresa a través del resentimiento o de la irritabilidad. Mientras más te enojas, más dejas de pensar.
El sentimiento de la ira, daña todo nuestro ser y nuestro espíritu, a lo largo de la vida hemos vivido experiencias de ira o enojo emocional, lo cual no hemos podido controlar y hemos actuado erróneamente. Podemos escoger qué hacer o qué decisión tomar, pero no podemos escoger las consecuencias de aquellas acciones.
¿De dónde proviene la ira?
¿Existe alguna fórmula que haga que sintamos enojo e ira en nuestro interior hacia los demás, hay alguna razón por la cual nuestro corazón se resienta o irrite hacia los demás?
El Señor enseñó a través de sus profetas: “Y él irrita el corazón de los hombres para que contiendan unos con otros, he aquí esa no es mi doctrina, agitar con ira el corazón de los hombres”. (3 Nefi 11.29-30).
La decisión de enojarse es de nosotros
Una persona que vive con ira, no vive feliz, no vive bien, interiormente su corazón y alma está deteriorada. Si esperamos o deseamos que los demás cambien perderemos parte de nuestro tiempo, quien debería cambiar debemos ser nosotros mismos desechando todo tipo de orgullo y maldad que este dentro de nuestro interior.
Lograremos desechar la ira dejando a un lado lo malo y lo negativo, transformándolo en algo bueno; si nos dejamos influir por el Santo Espíritu. Entonces podremos decir “Confía en el Señor, alma mía y no en tu propia inteligencia, reconócelo en todos tus caminos y el enderezara tus pasos…” (Proverbios 3:5).
Encuentra ser feliz
Una de las formas que más evita tener es ira, es trata de ser feliz, ¿cómo lo logro?
El consejo de élder Jeffrey R. Holland nos indica el camino:
“Las personas felices no son negativas ni cínicas ni crueles, así que no esperen que eso sea parte de vivir “de una manera feliz”. Si la vida me ha enseñado algo, es que la bondad, la amabilidad y el optimismo basado en la fe son características de la gente feliz. En las palabras de la Madre Teresa: ‘No dejes que nadie venga a ti sin irse mejor y más feliz. Sé la viva expresión de la bondad de Dios; bondad en tu rostro, bondad en tus ojos, bondad en tu sonrisa, bondad en tu saludo afectuoso’”.