Un ser querido lastimó físicamente a alguien a quien amo. Fue algo que sucedió hace años, pero que recién me enteré y quedé realmente sorprendido.
Aparentemente, fue algo de una sola vez, pero no sabía que esa persona era capaz de algo tan terrible y no sé cómo debería lidiar con eso.
En una situación normal sacaría a esa persona de mi vida, pero esa no es una opción. Agradecería cualquier consejo que puedas darme, gracias.
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Respuesta
Puedo imaginar lo impactante que fue esto para ti. Si estuviera en tu lugar, podría haberlo visto como una traición y cuestionaría todo lo que sabía sobre mi ser querido.
Me parece que tienes una relación cercana con el agresor, por lo que puedes tener contacto más frecuente con esta persona, lo que puede resultar incómodo para ti. Quizás te estés preguntando cómo abordar la situación, o si es que deberías hacerlo en primer lugar
Lo primero que se debe reconocer es que el Salvador nos dio el mandamiento de perdonar. Él nunca nos dio el mandamiento de confiar en los demás. El perdón debe darse libremente y la confianza debe ganarse.
El perdón es dejar ir la amargura, el resentimiento y la ira. Es querer lo mejor para otra persona y orar por la fuerza para poder amarla, incluso si esta hizo algo mal.
Por lo general, no se trata de algo que ocurre una sola vez, por lo que debemos lidiar con los sentimientos negativos hacia otra persona tan a menudo como surgen esos sentimientos.
Pase lo que pase, el esforzarnos por perdonar a una persona siempre nos traerá paz.
Por otro lado, la confianza se debe ganar.
¿Aquella persona es merecedora de tu confianza? Mencionaste que este acto ocurrió una sola vez. ¿Asumió su responsabilidad? ¿Dio los pasos correspondientes para enmendar su relación con la otra persona? ¿Se esfuerza por comprender y controlar su ira? ¿Se ha arrepentido? ¿Han experimentado un gran cambio de corazón?
Si es así, es posible que desees extenderle nuevamente tu confianza. En caso contrario, puedes decirle que te es difícil volver a darle tu confianza y porqué deberías darle la oportunidad de dar un paso más hacia el arrepentimiento.
La violencia física, salvo en los casos de autodefensa o defensa de otra persona, es moralmente reprensible. El manual de la Iglesia dice:
“La postura de la Iglesia es que el maltrato o el abuso no han de tolerarse en ninguna de sus formas. Quienes maltratan o abusan del cónyuge, de los hijos, de otros familiares o de cualquier otra persona violan las leyes de Dios y las de los hombres”.
Es natural sentir incomodidad ante la presencia de un historial de abuso por parte de un ser querido. El manual de la Iglesia también dice:
“Se insta a todos los miembros, especialmente a los padres y líderes, a estar alerta, ser diligentes y hacer todo lo posible por proteger a los niños y a otras personas contra el maltrato y el abuso”.
Sin embargo, a nadie le gustaría ser definido por sus errores pasados. Todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros. Todos luchamos con el “hombre natural”. Esa lucha es diferente en cada persona.
Si una persona no está verdaderamente arrepentida, si el comportamiento es continuo, si existe una razón para temer o ser precavidos, no hay nada de malo en mantener tu distancia o incluso en alejarte de esa persona.
Si lo contrario es cierto, entonces eso te ayudará a superar el impacto de todo enfocándote en todo lo bueno que sabes que es verdad sobre esa persona.
¿Por qué no te lo dijo antes? ¿Por qué te enteras de esto después de años?
Si la respuesta es porque el problema se resolvió entre ambas partes, entonces puedes estar en paz.
Si la respuesta es porque temió tu respuesta o porque la persona herida era un menor de edad o alguien que no podía defenderse, entonces esa es una situación que deberías de tratar con esa persona.
Fuente: ldsliving.com