Miles de millones de personas en todo el mundo creen en Dios de una u otra forma. Una de las doctrinas más universales es que Dios ama a todos Sus hijos.
A veces, las personas creen que “Dios ama a todos simplemente porque es Dios”. Para mí, esa es una teología vaga y poco práctica.
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Si Dios ama a todos arbitraria, vaga y colectivamente, entonces no hay nada especial en ninguno de nosotros.
Si este fuera el caso, todos tendríamos el derecho a sentir autocompasión o desprecio por nosotros mismos, independientemente del afecto divino.
¿Por qué Dios te ama?
Déjame decirte exactamente por qué pienso que Dios te ama. Él te ama porque te conoce, me conoce y nos conoce profundamente a cada uno de nosotros.
Su amor por ti no es un afecto ambiguo dirigido a ti como parte de un grupo, sino un amor personal dirigido a ti como individuo.
Él te ama porque te conoce y ve en ti cosas específicas que son dignas de amor. Por lo tanto, si te odias o te compadeces de ti mismo, es porque no te ves como Él te ve.
Estás pasando por alto, o minimizando, las cosas buenas. Otra forma de decir esto es que Dios ama a todos porque busca y encuentra lo bueno en todos.
El ejemplo de Cristo
Creo en Jesucristo. Creo que Él es Dios, como lo es Su Padre. Durante Su vida, Jesús constantemente encontró lo bueno en las personas, incluso y especialmente en las personas que otros consideraban que no tenían valor.
Del soldado romano “inmundo” que trató de curar a su amado siervo, Jesús dijo: “De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8:10).
Mientras que todos vieron a Mateo como un recaudador de impuestos despreciable, Jesús vio su potencial como un buen hombre y lo invitó a unirse a los discípulos.
Cuando la mujer pecadora ungió los pies del Señor y los lavó con sus lágrimas, otros criticaron su estilo de vida. Sin embargo, Jesús buscó y encontró lo bueno en ella.
“Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho”, dijo (Lucas 7:47).
Así como éste, hay muchos otros ejemplos.
El mandamiento de amarte a ti mismo
La película “Dan in Real Life” contiene esta frase conmovedora y profunda:
“El amor no es un sentimiento; es una capacidad”.
La capacidad de Dios para amar consiste en encontrar algo en nosotros que valga la pena amar.
Si te ves a ti mismo como alguien indigno, patético, sin esperanza, debes saber que Dios te ama por lo que eres y por lo que puedes llegar a ser.
Dios no está fuera de sí. Si Él te ama, y así es, por tus rasgos dignos, tanto actuales como potenciales, entonces hazte un favor y ámate a ti mismo.
Con humildad y sin minimizar, acepta todas las cosas buenas que hay en ti. Esto te dará la fuerza para trabajar en aquellas cosas que debes mejorar.
Amarse a uno mismo es el inicio de un romance de toda la vida.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por el Dr. Jonathan Decker y fue publicado en LDS Living con el título “Latter-day Saint Therapist: Here’s Why God Loves You and Why You Should Love Yourself”.