Debido a síntomas de ansiedad y depresión, nuestro hijo tuvo que regresar a casa antes de tiempo de su misión.
Esta fue la culminación de semanas de conversaciones con su presidente de misión y profesionales de la salud, quienes determinaron que lo mejor para él sería volver a casa.
En el tiempo que llevó a tomar esa decisión, nuestro hijo estaba orando fervientemente al Padre Celestial para que le permitiera quedarse en el campo misional. Sin embargo, su perspectiva cambió cuando recordó la historia de Sadrac, Mesac y Abednego.
Ellos fueron llevados cautivos a Babilonia y se les mandó a adorar a los dioses paganos del rey Nabucodonosor. Luego, cuando se negaron a hacerlo, fueron sentenciados a morir en un horno de fuego ardiente.
Esa debe haber sido una experiencia aterradora.
A pesar de las terribles consecuencias que les sobrevendrían, se enfrentaron con valor al rey y expresaron su confianza en que el Señor los libraría del fuego:
“Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, oh rey, él nos librará”. -Daniel 3:17
Pero lo que dijeron después contiene la clave para una felicidad y bienestar duraderos:
“Pero si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. –Daniel 3:18
Ese fue el pensamiento que llegó a la mente de nuestro hijo la noche anterior a la noticia de que regresaría antes a casa.
Aunque le había pedido al Señor que le permitiera quedarse, él dijo:
“Pero si no, bendíceme para ser capaz de superar esto y llegar a ser el tipo de persona que necesito ser”.
Me conmueve hasta las lágrimas el pensar en ese sagrado momento: Nuestro hijo de rodillas entregando su voluntad a su Padre Celestial.
Cuando regresó a casa, recuerdo claramente verlo caminar por la salida de seguridad del aeropuerto y sentirme lleno de orgullo y amor por él.
Definitivamente, esta es solo una muestra de cómo será cuando salgamos de esta vida y regresemos a la presencia de nuestro Padre Celestial.
Pero si no
En las escrituras se nos enseña que si pedimos, recibiremos; pero también se nos enseña que nuestra voluntad debe estar sujeta a la voluntad de Dios.
Piensen sobre el momento en el que el Salvador estuvo en el Jardín de Getsemaní.
Probablemente, esas horas cruciales fueron unas de las más dolorosas de su vida perfecta.
A medida que el peso de todo el sufrimiento por los pecados y debilidades de cada miembro de la familia humana comenzó a ejercer su aplastante carga, nuestro Hermano Mayor aplicó los mismos principios de oración que había enseñado y expresó:
“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa…” -Mateo 26:39
En ese momento, el Salvador claramente se preguntó si no había otra manera. Todo lo que podía hacer era esperar a que Su Padre Amoroso lo liberara de esa tan difícil tarea; sin embargo, antes de terminar Su súplica, humildemente concluyó con otro principio esencial de la oración:
“...Pero no sea como yo quiero, sino como tú”. -Mateo 26:39
En las palabras de Sadrac, Mesac y Abednego, podríamos leer:
“Sé que Tú eres capaz de librarme de este desafío, pero si no, continuaré haciendo lo que me has pedido”:
A menudo, he notado que mis oraciones están más centradas en “pedid y recibiréis” que en “no sea como yo quiero, sino como tú”.
He conocido a muchos fieles miembros de la Iglesia de Jesucristo que se cuestionan la razón por la que atraviesan problemas de salud mental. Algunas de sus oraciones pueden sonar similares a las tuyas:
“Padre Celestial, ¿por qué me siento tan deprimido(a)? Por favor bendíceme para estar más feliz y no tan triste todo el tiempo”.
“Padre Celestial, he tratado de ser una esposa fiel, y aún así, mi esposo tiene problemas con la pornografía. Por favor, bendícelo para que deje de ver esas cosas”.
“Padre Celestial, no puedo ir a la Iglesia por mi ansiedad. Por favor, llévate mi miedo para que pueda hacer lo que debería estar haciendo”.
No hay nada de malo en pedir deseos justos, de hecho, se nos manda a hacerlo. Dios nos bendecirá con las cosas que necesitemos y que sean mejores para nuestro desarrollo eterno, que es la parte de “recibir” relacionada a pedir.
No obstante, el tiempo de espera para recibir esas bendiciones puede ser frustrante.
¿Qué tal si agregamos Pero si no a cada una de nuestras peticiones?
Pienso que ese pequeño agregado, si se hace con fe y humildad, puede llevarnos a tener gran paciencia y comprensión.
Por ejemplo, agreguemoslo a algunas de las citas de arriba.
“Padre Celestial, ¿por qué me siento tan deprimido(a)? Por favor bendíceme para ser estar más feliz y no tan triste todo el tiempo, pero si no, continuaré guardando los mandamientos y me esforzaré para mejorar diariamente”.
Incluir esta pequeña frase causa un cambio radical en la forma en la que nos sentimos y en la esencia de la oración.
Aquí hay dos ideas de como agregar esas simples palabras nos ayuda a progresar.
La humildad produce paz
La frase “Pero si no” es un acto explícito de humilde aceptación. Como alguien quien siempre ha querido un alto grado de control en la vida, frecuentemente oro pidiéndole al Señor ciertas cosas.
Le pido que bendiga a mi familia de maneras específicas, que mi negocio prospere y que me inspire al escribir libros y artículos.
No tengo problema en pedir, pero sí para esperar la respuesta.
El periodo de tiempo entre lo que pido y cuando siento que recibo una respuesta puede llegar a ser angustioso y estresante.
Mi mente se llena de pensamientos como:
“¿El Señor va a responder mi oración? ¿Sucederá como quiero que suceda? ¿Qué pasará si toma más tiempo de lo previsto o si el Señor me dice que haga algo diferente?”
Puede ser difícil manejar ese tipo de situaciones, pero si agrego “Pero si no” a mis oraciones, demuestro que ya me he preparado para recibir una respuesta que no deseo.
Mientras que antes temía ansiosamente el resultado no deseado, ahora reconozco más pacíficamente que puedo contentarme con una alternativa que no era lo que esperaba y en lo más profundo de mi testimonio y mi fe, verdaderamente creo que el Padre Celestial me ama y nunca hará algo en contra de mi progreso.
Aunque no entiendo completamente Sus caminos, confío en que son para bien. Sus intervenciones para todos Sus hijos son perfectas, misericordiosas y cuidadosamente diseñadas para nuestro óptimo desarrollo.
A medida que pedimos humildemente lo que queremos y necesitamos, y con aún mayor humildad agregamos “Pero si no”, reconocemos nuestra disposición a aceptar Su voluntad y además recibimos la paz de saber que las cosas eventualmente saldrán bien.
Rendir cuentas nos inspira a actuar
A veces nos quedamos estancados en nuestros comportamientos, sintiendo que no hay nada que podamos hacer para superar los desafíos y las dificultades.
Como psicólogo, veo que esto pasa todo el tiempo con pacientes que sufren problemas de salud mental.
Las personas hablan de cómo han sufrido ciertas condiciones durante años, tal vez desde que tienen memoria; cuentan cómo sus padres y abuelos tenían problemas similares.
No discuto tales historias, la combinación de posibles influencias genéticas y ciertas respuestas aprendidas pueden crear patrones de comportamiento que son muy resistentes al cambio.
Pero eso no significa que el cambio no sea posible; simplemente significa que es más difícil. Siempre hay algo que podemos hacer para mejorar nuestra situación y cambiar nuestro comportamiento.
Volvamos al ejemplo anterior de agregar “Pero si no” a una súplica en oración.
“Padre Celestial, ¿por qué me siento tan deprimido? Por favor, bendíceme para que pueda estar más feliz y no tan triste todo el tiempo, pero si no, seguiré guardando Tus mandamientos y me esforzaré por encontrar formas de manejar la depresión y confiar en Ti”.
La primera parte de la oración pide ayuda, pero deja toda la responsabilidad de hacer algo a Dios.
Si ese fuera el final de la oración, entonces la persona podría fácilmente pensar:
“Bueno, veré si Dios decide quitarme la depresión. Si no lo hace, entonces supongo que no hay nada que pueda hacer”.
Pero si reunimos el valor y la humildad para agregar “Pero si no”, la responsabilidad de actuar se comparte entre Dios y el que pide.
Puede ayudarte pensar:
“Espero que Dios me ayude a aliviar mi depresión, pero mientras tanto, haré todo lo posible para hacer mi parte y guardar mis convenios”.
Hay esperanza en actuar por decisión, nos proporciona una medida de control, significado y determinación que es muy diferente de los sentimientos que provienen de la espera pasiva.
Ser responsables de nuestras propias vidas nos ayuda a avanzar, incluso mientras esperamos que Dios responda a nuestras oraciones.
Nuestro Padre Celestial nos ama mucho. Desde el sacrificio de Su Hijo Unigénito hasta la belleza incomparable del ala de una simple mariposa, la evidencia de Su amor nos rodea.
Él contestará nuestras oraciones.
A medida que tengamos la fe y la humildad para prepararnos para respuestas contrarias a nuestros deseos, lograremos un crecimiento espiritual, una fe más fuerte y una mayor paz para ayudarnos día a día.
Fuente: LdsLiving
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