“Recibir la ayuda que necesitaba no fue una señal de debilidad o fracaso.”
“Deberías ir a conversar con un terapeuta de salud mental.”
Este consejo llegó como una gran sorpresa. Acababa de contarle a un amigo cercano cuán estresado estaba por ingresar a un prestigioso programa de contabilidad, mantener relaciones y salir a citas como un misionero recién retornado. Nunca consideré la idea de la terapia y pensaba que hablar con un terapeuta solo era para las personas que tenían grandes problemas o que eran demasiado débiles para lidiar con los desafíos por sí mismos. Mi amigo solo tenía cosas buenas que decir sobre su experiencia conversando con un terapeuta, así que comencé a considerarlo.
Pronto, mi ansiedad empeoró. Después de noches sin poder dormir debido a la preocupación, decidí programar una cita. Estaba nervioso por lo que las otras personas podrían decir o pensar si se enteraban de que estaba yendo a ver a un terapeuta, pero en ese momento mi ansiedad estaba afectando mi habilidad para funcionar, así que fui.
También te puede interesar: “Si puedes manejar tu ansiedad, te desempeñarás mejor”: Psicólogos brindan formas de lidiar con la ansiedad
Superar la ansiedad
En la cita, el terapeuta hizo muchas preguntas que me ayudaron a llegar a las respuestas por mí mismo. El terapeuta no me dio una solución mágica para mis desafíos. Tampoco me trató como si estuviera loco, ya que había visto a muchas personas con desafíos similares a los míos. De alguna manera, sentí como si estuviera yendo al doctor. Era un profesional con experiencia en el diagnóstico de problemas y podía enseñarme como prevenir y tratar la ansiedad.
Junto con otras sugerencias, el terapeuta me recomendó que escribiera mis sentimientos y pensamientos en mi diario. Esto fue de gran ayuda para superar la ansiedad. Además, seguí ejercitándome, pasando tiempo con los amigos y la familia, comiendo saludablemente (o, de la manera más saludable que un joven universitario que se cocinaba para sí mismo podía), estudiando las Escrituras, asistiendo a la Iglesia y orando.
Después de reunirme con el terapeuta unas cuantas veces, dos cosas cambiaron para mí: Primero, tuve perspectivas nuevas y más saludables con respecto a mis ansiedades, yo mismo y las demás personas. Y, segundo, sentí que tenía herramientas útiles que podría utilizar en las futuras situaciones que generaran ansiedad. No me curé completamente de la ansiedad, pero sentí que podría lidiar mejor con ella cuando resurgiera. Desde entonces, no he tenido que regresar con el terapeuta, pero si alguna vez lo necesitara, no me preocuparía recibir ayuda.
Aprendí que no hay razón para sufrir en silencio o avergonzarse de buscar ayuda profesional para un problema de salud mental.
Detener el estigma
Desafortunadamente, existen muchos estigmas en torno a las terapias de salud mental, pero eso puede suceder debido a que algunos no entienden que reunirse con un profesional de la salud mental es esencialmente lo mismo que recibir un tratamiento para cualquier otra enfermedad física. El Élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“Si tuvieran apendicitis, Dios esperaría que pidieran una bendición del sacerdocio y que obtuvieran la mejor atención médica disponible; lo mismo se aplica a los trastornos emocionales. Nuestro Padre en los Cielos espera que usemos todos los maravillosos dones que Él nos ha proporcionado en esta gloriosa dispensación.”
Las necesidades de las enfermedades mentales también son temas poco conocidos. No es tan fácil hablar al respecto como contraer la gripe o fracturarse un hueso. Pero son igual de comunes. La Organización Mundial de la Salud estima que muchas personas con problemas graves de salud mental no reciben tratamiento: entre el 35 y el 50% en países desarrollados, y del 76 al 85% en los países subdesarrollados.
Recibir la ayuda que necesitas no es una señal de debilidad o fracaso. El Padre Celestial desea que estemos sanos, mental y físicamente, y Él nos ha dado “dones maravillosos” para ayudarnos a lidiar con los desafíos mentales y emocionales de la mortalidad, incluidos:
El ejercicio
Los amigos y la familia
Vivir el evangelio
Dormir lo suficiente
Los líderes de la Iglesia
Servir a los demás
Profesionales de la salud mental
La alimentación saludable
No siempre podremos superar por completo todos los desafíos de la salud mental en esta vida y, usualmente, no hay soluciones sencillas ni iguales para todos. Pero, mientras nos esforcemos por ayudarnos a utilizar las herramientas que el Padre Celestial nos ha dado, el Salvador nos ayudará a soportar nuestras cargas con facilidad (Mosíah 24:15) y seremos bendecidos con fortaleza y esperanza debido a nuestros esfuerzos.
¿Qué puedo hacer?
Si tú o alguien que conoces puede beneficiarse de visitar a un profesional de salud mental, considera alentar a esa persona a hacerlo. Además, puedes hacer mucho a fin de eliminar el estigma que rodea los tratamientos de salud mental al comprender y apoyar a aquellos que buscan un tratamiento.
Este artículo fue escrito originalmente por Dave Clarke y publicado en lds.org con el título “Why I’m Not Afraid of Mental Health Counseling Anymore.”