Escribiendo para un blog, sobre la nueva imagen de la Tierra publicada el 20 de julio por los científicos de la NASA, apodada “la canica azul”, el astronauta Scott Kelly dijo:
“Hay algo especial en la imagen de la Tierra, una vista inmóvil de nuestro planeta en su totalidad, suspendida en el espacio.”
También hay algo espiritual al respecto, señaló Andrew Newberg, neurocientífico de la Universidad Thomas Jefferson y profesor adjunto de estudios religiosos en la Universidad de Pensilvania.
“A veces una foto por sí sola es suficiente para cambiar a las personas”, ayudándoles a reconocer la “profunda interconexión de todas las cosas”, dijo.
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En los 43 años, desde que la publicación de la foto original de “la canica azul” le dio a las personas la oportunidad de ver la Tierra desde el espacio exterior, las imágenes de nuestro planeta natal se han vuelto omnipresentes. Y, sin embargo, como lo ilustra la última foto, la experiencia sigue siendo impresionante, lo que lleva a las personas a reflexionar sobre su lugar en el universo.
Newberg trabaja para aprovechar este tipo de reflexiones en su trabajo con The Overview Institute, una organización centrada en mejorar las relaciones de las personas entre sí aprovechando el poder que brinda el espacio exterior.
El instituto lleva el nombre de una teoría llamada “el efecto perspectiva”, también conocida como The overview effect, que postula que los vuelos espaciales cambian fundamentalmente la forma en que un astronauta percibe la vida en la Tierra.
Al instar a las personas a considerar las preguntas espirituales que surgen al ver su planeta en su totalidad, Newberg cree que el mundo podrá convertirse en un mejor lugar para vivir.
“La espiritualidad le da a las personas una nueva perspectiva del mundo. Las experiencias espirituales crean una sensación de conexión, una unidad, una sensación de que todas las cosas se conectan. Eso se parece mucho al efecto perspectiva.”
El espacio exterior y la espiritualidad
Newberg pasó uno de sus veranos en la universidad trabajando en el Centro Espacial Kennedy, donde pudo presenciar de primera mano el impacto de los vuelos espaciales en los astronautas.
“Había una diferencia muy clara entre las personas que habían estado en el espacio y las personas que no”, dijo, y señaló que la presencia de quienes habían ido al espacio era “increíble y muy poderosa.”
Jake Garn, un senador retirado de los Estados Unidos y piloto de la fuerza aérea, experimentó esta transformación de manera personal, después de orbitar la Tierra a bordo del transbordador espacial Discovery en 1985.
“Es casi imposible explicarle a las personas lo que es mirar [la Tierra] y ver todo el planeta”, dijo Garn, de 82 años.
Al igual que otros astronautas previos y posteriores a él, Garn se refiere a su viaje como un tipo llamada de atención cósmica, que lo ayudó a dejar de lado las pequeñas preocupaciones que pueden consumir la vida humana.
“Fue una experiencia que me cambió la vida”, tanto en lo espiritual como en lo profesional, dijo.
Cuando Newberg continuaba su educación, tenía astronautas como Garn presente en su mente. A través de su investigación en la neurociencia de la espiritualidad, se interesó en el efecto perspectiva, y finalmente ayudó a fundar el Instituto Overview.
La organización recientemente ayudó a lanzar el cortometraje “Overview”, que incluye las perspectivas de cinco astronautas, así como comentaristas de la comunidad científica.
Los participantes comparten cómo el ver la Tierra desde el espacio evoca asombro, lo que lleva a las personas a priorizar la creación de una comunidad que vele por la Tierra por encima de los deseos individuales.
Implicaciones más grandes
Pocas personas tendrán la oportunidad de ver realmente la Tierra desde el espacio exterior, pero los filósofos han escrito en el pasado que ver sólo una imagen de toda la Tierra puede inspirar el mismo tipo de cambio espiritual descrito por Garn y Newberg.
Este impacto emocional y espiritual ayuda a explicar la continua fijación de la humanidad con el espacio exterior, dijo Benjamin Lazier en su ensayo.
La relación entre la humanidad y las imágenes de la Tierra desde el espacio exterior es lo suficientemente fascinante como para inspirar exhibiciones de arte, como “El exterior: Una crisis existencial de proporciones intergalácticas”, organizada por Columbia College en el otoño de 2013.
Al reconocer cuán pequeños somos en el esquema del universo, “podemos romper los límites y conectar a las personas de una manera global e integrada”.
Jake Garn se hizo eco de su evaluación, señalando que su propia vida es un testimonio del poder de verse a sí mismo como una pequeña parte de un sistema increíblemente complejo.
“Todos somos una pequeña partícula de polvo, un grano de arena, sin embargo estamos muy ensimismados en las diferencias artificiales como los idiomas y la raza. Necesitamos recordar que todos somos hijos de Dios viajando juntos en la nave espacial que es la Tierra.”
Fuente: deseret.com