El Señor te dará la paz que necesitas en medio de las tormentas de la vida

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La vida está llena de tormentas. Tormentas que necesitamos aprender a sobrellevar. Recientemente, hemos sentido que las tormentas de la vida han sido cada vez más fuertes. Podemos sentir incluso que el final no está a la vista. 

Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que hay alivio de cualquier tormenta a través de Cristo.

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Las tormentas de la vida

tormenta

A medida que avanzamos por la vida, experimentamos diferentes tipos de tormentas. A veces, la tormenta es solo una ligera llovizna. Pruebas cotidianas que son frustrantes, pero manejables. 

A veces, es una tormenta fuerte. Los desafíos son aterradores, discordantes y perjudiciales. Y a veces, es un huracán. Este tipo de tormenta es oscura y desconocida. Los vientos son tan fuertes que tu barco es arrastrado a alta mar. Esas tormentas te cambian la vida.

Las Escrituras nos dicen…

Marcos 4 cuenta la historia del tiempo que el Señor estuvo con los apóstoles en su barca de pesca en el Mar de Galilea.

Entonces se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.

Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Y levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento y se hizo grande bonanza.

Y a ellos les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

Y tuvieron gran temor y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?

Hay mucho que apreciar y aprender de este pasaje. ¡Empecemos!

Cristo estuvo allí

Jesus Cristo

“Peace of God” por Yongsung Kim

A menudo, cuando experimento mis propias tormentas personales, siento que me identifico con la conocida canción de la primaria, “Oración de un niño”:

“Padre celestial, ¿dime estás allí? ¿Y escuchas siempre cada oración?”

Le suplico a mi Padre Celestial en oración: “¿Padre? ¿Estás realmente allí? ¿escuchas mi oración?” A veces, puede parecer que nuestras oraciones no son escuchadas ni respondidas. Pero eso no significa que el Padre Celestial no esté allí con nosotros, derramando lágrimas a nuestro lado.

Si leemos esta historia, sabemos que Cristo estuvo allí durante toda la tormenta. En su discurso, “Sumo Sacerdote de los vienes venideros”, el élder Jeffrey R. Holland dijo:

jesus

“Jesus calms the storm” por Youngsung Kim

“Testifico del amor de Dios y del poder del Señor para calmar la tormenta. Tengamos siempre presente el relato bíblico que nos dice que Él también estaba sobre las agitadas aguas, que se enfrentó a los peores momentos junto a los más inexpertos, más jóvenes y más temerosos.”

Jesús estaba en la misma barca que los apóstoles, experimentando las olas escabrosas junto a ellos. Aunque los apóstoles no lo vieron en todo momento porque estaba descansando, él siempre estuvo allí.

Como se menciona en el versículo 38, Cristo estaba dormido durante la tormenta. Cristo debe haber sabido que la tormenta no lastimaría a nadie y la calmó por el bien de los Apóstoles. Cristo no pensó que serían destruidos por la tormenta, pero porque fueron ELLOS los que pensaron que serían destruidos, Él calmó la tempestad.

Algunas pruebas en la vida se sienten como si fueran a destruirnos. Cuando tocamos fondo y parece que todas las ventanas y puertas están cerradas, el Señor sabe que esta tormenta no nos destruirá. Él nos proveerá la paz que necesitamos en medio de la tempestad porque nos ama.

Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

jesus esperanza

Estoy seguro de que cuando comenzó la tormenta, los apóstoles tenían fe en su propia fuerza. Estos apóstoles eran pescadores experimentados. La pesca era su medio de vida. Habían pasado incontables horas en el mar. Debían saber que cuando llegan las tormentas, estas llegan rápidamente. Me imagino que a medida que las olas crecieron, el miedo por sus vidas también aumentó. 

Pero Cristo estaba con ellos. ¿Por qué tuvieron tanto miedo?

Estos apóstoles habían sido testigos de muchos de los milagros que Cristo realizó. ¿Cómo pudieron olvidarlos? Deberían haber sabido que Él podría calmar la tempestad, ¿cierto?

Creo que cuando atravesamos las tormentas de la vida, a menudo olvidamos los poderes que vienen de los cielos. Sé que también olvido mi capacidad de ser paciente con Dios y Jesucristo. 

Pero tal vez, como los apóstoles en el mar de Galilea, la prueba de su fe fue en última instancia más importante que la quietud del mar.

Poder superar estas tormentas y atravesar estas olas con el Señor de nuestro lado es, en última instancia, la experiencia que hace crecer nuestros testimonios.

Debemos creer que el Dios de la vida y el amor comenzó a calmar los vientos y las olas de esta tempestad. Debemos tener esperanza en Cristo. Él mismo tuvo que perseverar, incluso en las horas más oscuras en el Getsemaní y el Calvario, y siguió confiando en el mismo Dios que pensó que por un momento lo olvidó.

Todos experimentamos tormentas

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Sabemos que esta no es la única tormenta que los apóstoles experimentaron en el Nuevo Testamento. En Marcos Capítulo 14 ellos experimentan otra tormenta. ¿Por qué estos hombres, que estaban más cerca de Cristo, todavía atravesaron tormentas?

No importa cuán justos y rectos seamos, todos experimentamos tormentas de vida. Incluso los profetas y apóstoles no están exentos.

Debemos recordar que nuestra fe no elimina nuestra probabilidad de experimentar pruebas. Pesadas cargas vendrán a nuestro camino sin importar qué. Pero DEBIDO a nuestra fe, atravesarlas será posible.

Nuevamente, en su discurso, “Sumo Sacerdote de los bienes venideros”, Jeffrey R. Holland dijo:

“Únicamente alguien que ha luchado contra esas alarmantes olas tiene el derecho de decirnos a nosotros-al igual que a las aguas–: “calla, enmudece”. Sólo aquel que ha soportado la adversidad máxima podría tener la justificación para decir en esos momentos: “Sed de buen ánimo”. 

Ese consejo no tiene como fin el simplemente hacernos pensar de manera positiva, aun cuando esto es algo que se necesita en el mundo. No, Cristo sabe mejor que ninguna otra persona que las pruebas de la vida pueden ser muy difíciles y que el batallar con ellas no nos hace personas débiles.”

Este artículo fue escrito originalmente por Madi Wickham y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “Master, the Tempest is Raging. Can You Calm the Storms?

Comentarios
Gracias por darnos un bálsamo de paz y amor
Gricelda Martínez merida
Muy bonito
Rossana

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