El Señor hizo un convenio con Adán, la cabeza de la primera dispensación, y renovó ese convenio en dispensaciones sucesivas con Enoc y Noé.
Luego vino Abraham, quien buscó el conocimiento, las bendiciones y las promesas “de los padres” (Abraham 1:2). El Señor renovó el mismo convenio con él y le dijo que a través de su simiente serían bendecidas todas las naciones de la tierra (Génesis 18:18; Abraham 2:9).
El mismo convenio se hizo con el hijo de Abraham, Isaac (Génesis 26:1-4, 24) y con el hijo de Isaac, Jacob (Génesis 28:14; 35:9-13), a quien se le dio un nuevo nombre: Israel (Génesis 35:9-13).
Por lo tanto, Israel no es solo un país, sino el nombre de un hombre y su posteridad. La casa de Israel es la gran familia de Jacob.
Debido a que Jacob tuvo 12 hijos, con frecuencia hablamos, por simplicidad, de una tribu correspondiente a cada hijo, sin embargo, la realidad de la conformación de las tribus de Israel fue mucho más compleja.
Para tener una mejor comprensión de lo que podemos aprender de estas tribus, necesitamos saber tres cosas importantes.
1. No siempre hubo 12 tribus
Aunque las tribus se representan consistentemente con el número 12, el número real de tribus varió a lo largo de la historia del Antiguo Testamento.
En diferentes momentos hubo tribus que fueron retiradas (la tribu de Simeón, por ejemplo, fue excluida en Deuteronomio 33) y se agregaron dos tribus y media (Josué 17:1; 22:1).
Estos cambios no son diferentes a los números que asociamos con los líderes de la Iglesia en la actualidad. Por lo general, pensamos que la Primera Presidencia tiene tres miembros, pero ha habido momentos en que se llamó a consejeros adicionales, lo que aumentó ese número.
Relacionamos el número 12 con los apóstoles, pero, incluida la Primera Presidencia, hay 15 apóstoles. Cuando hay vacantes por el fallecimiento de un miembro en el Cuórum de los Doce, todavía nos referimos al grupo como el Cuórum de los Doce Apóstoles. Pasó algo similar con las tribus de Israel.
2. La tribu de Leví se mantuvo separada
Lo segundo que necesitamos saber es que la tribu de Levi era diferente a las demás tribus. Debido a la rebeldía de los israelitas, perdieron la oportunidad de tener el Sacerdocio de Melquisedec y se les dio un sacerdocio menor que fue administrado por Leví y sus descendientes.
Las bendiciones del sacerdocio estaban destinadas a todos, pero la autoridad del sacerdocio se otorgó únicamente a los levitas. Por lo tanto, a los levitas no se les dio ninguna tierra de herencia, sino que se esparcieron entre las otras tribus.
Cuando se hizo un censo para identificar a los candidatos para salir a la guerra, se le dijo a Moisés: “No contarás a la tribu de Leví” (Números 1:49) porque los deberes de ministerio de los levitas los hacían exentos.
Moisés y su hermano, Aarón, eran levitas, y debido a la rectitud de Aarón, sus descendientes se convirtieron en sacerdotes (y los primogénitos de cada familia en los sumos sacerdotes presidentes) en lo que más tarde se llamaría el Sacerdocio Aarónico.
3. José recibió la primogenitura de Rubén
El hijo de Jacob y Raquel, José, fue otro caso especial. Rubén, el hijo mayor de Jacob, tenía la primogenitura, la doble porción, por lo que es lógico que en lugar de una tribu, Rubén tuviera dos.
Sin embargo, Rubén también tenía algo más: un problema de moralidad. De hecho, cometió adulterio con una de las esposas de su padre, Bilha (Génesis 35:22). Por su desobediencia, Rubén se quedó con una sola tribu al igual que el resto de sus hermanos.
La primogenitura, incluida la tribu adicional, no pasó a Simeón (que habría sido el caso si Jacob hubiera tenido una sola esposa) sino a José, el primogénito de la segunda esposa de Jacob (1 Crónicas 5:1).
La mayoría asume que José recibió la túnica de diversos colores porque era el favorito de su padre. Sin embargo, el presidente Russell M. Nelson explicó:
“La primogenitura fue para José, por eso se le dio la túnica de muchos colores. No fue necesariamente porque él era el hijo preferido, fue porque él era el hijo con la primogenitura. La túnica representaba esa designación especial”.
De interés para los Santos de los Últimos Días es el hecho de que la túnica puede no haber sido algo que se usara sobre la ropa sino debajo de ésta. La palabra traducida como túnica en realidad podría haber referido a “una prenda que cubre la piel (Levítico 16:4); también usada por las mujeres… ; generalmente con mangas que van hasta las rodillas”.
Con la primogenitura, José tenía la responsabilidad de cuidar de su familia, lo cual hizo, salvándolos finalmente de la hambruna y la muerte (1 Nefi 5:14).
También se esperaba que él gobernara los asuntos de la herencia de su padre, lo cual hizo, además de gobernar todo Egipto.
José se casó con Asenat y tuvo dos hijos: Manasés, el primero, y Efraín, el segundo (Génesis 41:45, 50-52; 46:20).
Más tarde, en Génesis 48, leemos que Jacob adoptó a los hijos de José para que tuvieran el mismo lugar que los demás líderes de las tribus. Jacob adoptó primero a Efraín y segundo a Manasés (Génesis 48:20; Doctrina y Convenios 133:34).
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó:
“Fueron Leví y José quienes no fueron contados como tribus en Israel. José recibió una doble porción mediante sus hijos, cada uno heredando [una tribu] a través de su adopción por parte de su abuelo”.
Dado que Efraín fue adoptado antes que Manasés, él y sus descendientes se convirtieron en herederos de la primogenitura. Sin embargo, Efraín no recibió esas bendiciones y responsabilidades solo.
Leemos en 1 Crónicas 5:1 que los “derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José hijo de Israel”. El presidente Joseph Fielding Smith confirmó:
“El resto de [la tribu] de José, hallados entre [Manasés]… participan de esta gran obra”.
De manera similar, el presidente Spencer W. Kimball enseñó que los descendientes tanto de Efraín como de Manasés son un “pueblo escogido”.
Un convenio renovado
En nuestra dispensación, el convenio hecho con Abraham, Isaac y Jacob se renovó una vez más (Doctrina y Convenios 124:58). Con la publicación del Libro de Mormón y la restauración del evangelio, comenzó el recogimiento del Israel disperso.
Los descendientes de Efraín respondieron primero, y luego los descendientes de Manasés, y ahora esas dos tribus por derecho de nacimiento obran mano a mano para preparar al mundo para la Segunda Venida del Salvador y Su reinado milenario.
En retrospectiva, podemos ver las contribuciones únicas de ambas tribus en “los asuntos temporales y espirituales” de la edificación del reino. “Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés; y ambos estarán” (2 Nefi 19:21) destinados a enseñarse unos a otros y obrar en conjunto para encabezar el recogimiento del resto de Israel.
Los descendientes de todas las tribus traerán dones y fortalezas únicos. Todos estos serán necesarios a medida que nos esforzamos por hacer avanzar la obra del Señor.
La historia de la casa de Israel no se trata de modelos a seguir sino de la redención. Jacob y sus hijos no eran perfectos, pero el Salvador sí lo es.
Al considerar la historia de la casa de Israel, verdaderamente vemos “que por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6).
El Señor nunca abandonó a la casa de Israel, y eso significa que Él nunca nos abandonará. Él dijo:
“Porque ¿puede una mujer olvidar a su hijo de pecho? […] ¡Pues aun cuando ella se olvidare, yo nunca me olvidaré de ti, oh casa de Israel! Pues he aquí, te tengo grabada en las palmas de mis manos”. -1 Nefi 21:15–16