DyC 18:10 dice, “Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios”. En el Evangelio, creemos que un alma está compuesta de un espíritu y un cuerpo, juntos.
Si bien podemos discutir las formas en que los cuerpos son imperfectos o débiles, ¿con qué frecuencia recordamos cómo se siente Dios con respecto a nuestros cuerpos?
Como nuestros creadores, nuestra Madre Celestial y Padre Celestial ven un gran valor en los cuerpos humanos, al ser admirados y utilizados para servir y amar a los demás.
Sin embargo, por más que esto sea cierto, una persona que ama su cuerpo sin reservas, vergüenza o temor es extraña. Por otro lado, desarrollar trastornos alimenticios como resultado de traumas, inseguridad y vergüenza es mucho menos extraño de lo que parece.
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A continuación, compartiré algunas estadísticas de National Association of Anorexia and Associated Disorders (Asociación Nacional contra la Anorexia y Trastornos Relacionados) que pueden ayudar a ilustrar mi punto:
Casi 1 de cada 100 mujeres en los Estados Unidos sufre de anorexia nerviosa en su vida.
Casi 2 de cada 100 mujeres en los Estados Unidos sufren de bulimia nerviosa en su vida.
Casi 3 de cada 100 estadounidenses sufren de atracones en su vida.
Cada 62 minutos, al menos una persona muere como resultado directo de un trastorno alimenticio.
Los trastornos alimenticios tienen una alta relación con la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo.
Cuando era niña, conocí a una madre joven que intentó volver a su peso después de dar a luz, solo tomaba una Coca Cola Light y comía una barra de chocolate todos los días. Conozco hombres que se ejercitan de forma obsesiva, se lastiman y hacen más ejercicios para convertir cada poco de energía en músculo.
Varios amigos míos todavía se esfuerzan por comer poco porque durante años no pudieron permitir que su cuerpo digiriera.
Durante cierto tiempo, solo sentía satisfacción si, cada día, comía menos de 500 calorías y corría 2 millas.
Los trastornos alimenticios y el poco aprecio por nuestra imagen corporal son problemas que todos enfrentamos, aunque es probable que no lo sepamos.
Entonces, a quien corresponda, le escribo esta carta.
Quién eres
Quizás eres una nueva mamá que intenta “recuperar” su antiguo cuerpo.
O, tal vez, eres un adolescente, que intenta encajar y perder lo que te hace sentir inseguro.
Tal vez, eres un atleta que intenta bajar de peso. O, tal vez, has sufrido un evento traumático importante.
Existen muchas más situaciones que se presentan en nuestras vidas que pueden hacer que no nos sintamos contentos con nuestra imagen corporal y nos conduzcan a trastornos alimenticios.
Sin embargo, para algunos, su día puede arruinarse por pasar un segundo en la balanza o verse desde un mal ángulo en el espejo. Lo mencionado, puede ocasionar que tengamos como objetivo usar ropa que oculte nuestros cuerpos. Un comentario malintencionado sobre nuestros cuerpos puede quedarse con nosotros para siempre.
Bueno, quiero que sepas, que tu cuerpo es hermoso. No malinterpretes lo que estoy diciendo: tu cuerpo no es hermoso porque sea imperfecto, porque no hay cuerpos “perfectos” aquí.
Por más que lo intenten las revistas, las películas y las redes sociales, el mundo no tiene la autoridad para decidir qué cuerpos son aceptables y dignos de amor. Nosotros mismos, de manera personal, tenemos esa autoridad.
Además, tu cuerpo no es hermoso solo porque esté sano. Los cuerpos que no gozan de una buena salud son tan aceptables y divinos como los que están sanos.
Eres valioso porque existes y tu cuerpo también es valioso
Tu cuerpo es hermoso porque es tuyo y existe. El alma que habita en tu interior también es valiosa. Por favor, recuerda esto cuando te mires en el espejo. Es igual de importante que recuerdes esto cuando mires los cuerpos de los demás.
Con la misma frecuencia en que criticamos a los demás por sus defectos físicos aparentes, nuestro cerebro también aprende a criticar el nuestro.
Criticar el cuerpo, independientemente de quién sea, es un juego de perder-perder.
En cuanto a mí, siempre he sido más robusta que otras mujeres de mi familia y amigos. Aproximadamente a los 7 años, comencé a pensar que algo estaba mal con mi cuerpo y que necesitaba cambiar.
Se me hace difícil recordar un momento en el que no me sintiera avergonzada por ocupar demasiado espacio. Del mismo modo, se me hace difícil recordar cuándo comencé a criticar constantemente los cuerpos de los demás en mi cabeza, tal como criticaba el mío.
Solo sé esto: Sé lo que es sentirte indigno por la forma que tiene tu cuerpo, y amar menos a los demás y a ti mismo por ese motivo.
Es un viaje largo y difícil sentirte cómodo y seguro en tu propia piel. Podemos compararnos con los demás hasta el día de nuestra muerte. ¡Pero la mayoría de nosotros tiene muchos días antes de que eso suceda! Y esos días deben estar llenos de nada más que compasión y aceptación por nosotros mismos y los demás.
Eliminar los comentarios hirientes sobre las curvas, los ángulos, el tamaño, la forma y el peso hará mucho más por nuestros cuerpos que eliminar los carbohidratos.
Entonces, ¿qué puedo hacer hoy?
Para recibir ayuda a largo plazo para combatir un trastorno alimenticio, no hay nada mejor que asistir a terapia, preguntar sobre los posibles medicamentos para lidiar con la enfermedad mental concurrente y consultar a un nutricionista.
Estos son pasos irreemplazables en el camino hacia la recuperación. Sin embargo, para empezar, nunca está de más abordar el problema poco a poco. Aquí, mencionaré algunas cosas sencillas que puedes hacer para amar tu cuerpo de una mejor manera hoy:
Primero, tan pronto como puedas (tal vez en plena lectura de este artículo) mírate en un espejo de cuerpo entero. Toma la decisión, antes de hacer algún tipo de juicio evaluativo, de valorar lo que ves y tratar a tu cuerpo como el querido amigo que es. Haz esto tan seguido como puedas.
Segundo, hoy toma la decisión de comer por el bienestar de tu cuerpo y de tu espíritu. Comer debe ser una actividad placentera, pero también una responsabilidad. Asegúrese de llenar tu plato con vitaminas, proteínas y alimentos que proporcionen energía (carbohidratos / otros azúcares) tanto a corto como a largo plazo (grasas). Presta atención a cómo te sientes mientras comes, asegurándote de que estás disfrutando de tu comida y consumiendo exactamente lo que necesitas.
Tercero, ya no te castigues a ti mismo ni a tu cuerpo. Si te sientes cohibido, conversa contigo mismo de manera positiva, no sientas vergüenza de sentir vergüenza. Si comes demasiado, no lo compenses con morirte de hambre. Lo mejor que puedes hacer por tu cuerpo es tomar decisiones con amor.
La conclusión es esta: Trata a tu cuerpo como si lo amaras y esfuérzate por amar tu cuerpo y, poco a poco, el amor vendrá a ti. Te deseo todo lo mejor. Tú tienes un valor infinito, y “tú” incluye tu cuerpo.
Los mejores deseos para ti,
A quién le corresponda ♥
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Caroline Coppersmith y fue publicada en thirdhour.org con el título “An Open Letter About Eating Disorders”.