Algunas personas enfrentan tantos obstáculos y parece que luchan y apenas pueden arreglárselas mientras recorren el camino de la vida. Por otro lado, otros parecen recorrer un camino fácil y pintoresco con hermosas vistas a su alrededor.
En realidad, es probable que ninguna de las suposiciones sea completamente cierta. Por lo general, no descubrimos la verdad hasta que vemos más allá de las apariencias.
El conocido escritor británico C.S. Lewis utilizó un ejemplo industrial para enseñar el mismo principio en su libro “Mero Cristianismo”:
“Al juzgar el manejo de una fábrica, se ha de considerar no sólo sus resultados, sino también la planta misma. A juzgar por la maquinaria y otras cosas en la planta de la fábrica A, puede que uno se quede maravillado de que produzca algo; teniendo en cuenta el buen equipo del que dispone la fábrica B, es de admirarse de los resultados tan pobres en su rendimiento. No hay duda de que el nuevo gerente de la fábrica A va a poner a funcionar máquinas nuevas tan pronto como le sea posible; pero esto lleva tiempo. Mientras tanto los pobres resultados que está obteniendo no constituyen prueba alguna en contra del gerente”.
Este es un buen recordatorio cada vez que nos sintamos tentados a criticar. Cada curso de la vida es muy individual, muy personal. Existen tantas cosas sobre cada persona que no vemos ni podemos ver: experiencias y circunstancias que influyen en esa persona de maneras que no podemos calcular.
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Si supiéramos toda la historia, hay algunas personas de aspecto común que nos sorprenderían con sus vidas productivas y felices. Algunas vidas que pueden parecer mediocres son en realidad bastante milagrosas.
Por supuesto, eso no significa que el futuro esté a merced del pasado. A pesar de lo que sea que haya influido en nosotros, podemos decidir quién queremos ser. Cientos de opciones diarias nos llevan a donde queremos ir y la primera opción es creer que tenemos la capacidad de cambiar, mejorar y encontrar la felicidad.
El Élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dijo:
“Las circunstancias… influyen considerablemente en todos nosotros. Sin embargo, hay un territorio íntimo del que somos soberanos a menos que abdiquemos el poder. En este territorio reside la esencia misma de nuestra individualidad… lo que persistimos en desear es lo que, con el tiempo, llegaremos a ser” (véase “Según Nuestros Deseos”, Conferencia General, abril de 1996).
Cuando veamos a los demás, podemos recordar que solo observamos una parte del curso de sus vidas. Y cuando nos veamos a nosotros mismos, podemos recordar de manera similar que el curso que hemos conocido no es irreversible. Está determinado por nuestros más sinceros deseos y esfuerzos.
Esta es una traducción del artículo que fue publicado originalmente en thechurchnews.com con el título “Why we should look deeper than outward appearances”.
