Durante la Semana Santa, los cristianos de todo el mundo reflexionan sobre los acontecimientos sagrados de la vida del Salvador, y siento que este año los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han sido invitados a experimentar esos importantes acontecimientos de una más manera personal.
En el Domingo de Ramos, tuvimos el privilegio de participar en el Grito de Hosanna. Fue una oportunidad para sentir una conexión especial con los antiguos seguidores de Cristo que, dos mil años atrás, se alinearon en las calles de Jerusalén para recibir al Señor.
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De la misma manera que aquellos seguidores de Cristo, exclamamos “¡Hosanna!” con nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo.
En su discurso durante la sesión de la conferencia del sábado por la noche, el Elder Gerrit W. Gong señaló: “Hosanna significa ‘salve ahora’”.
En las notas al pie de su discurso, se hace referencia al Salmo 118: 25 que es la expresión completa de la súplica mesiánica quiástica tradicional: “Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; oh Jehová, te ruego que nos hagas prosperar ahora”.
Hubo un significado muy grande al hacer un Grito de Hosanna el Domingo de Ramos, verdaderamente necesitamos la salvación del Señor.
Cuando el presidente Russell M. Nelson extendió la invitación de participar en un ayuno mundial este Viernes Santo, me quedé pensando en la importancia de realizar un ayuno en ese día sagrado de Semana Santa.
Se nos pidió realizar un sacrificio al recordar “el sacrificio supremo que hizo el Salvador por [nosotros]”.
El presidente Nelson dijo: “¡El Viernes Santo sería el día perfecto para que nuestro Padre Celestial y Su Hijo nos escuchen!”.
Mientras exploraba la importancia del Viernes Santo, encontré varias formas de agregar significado a mi ayuno de este 10 de abril.
1. Una última cena
La noche antes de que el Señor fuera crucificado, se sentó con sus apóstoles para lo que sería la Última Cena. En los pasajes de Mateo, Marcos y Lucas, esta cena se identificaba como la Pascua. Según el Diccionario de la Biblia:
“La Fiesta de la Pascua se instituyó como recordatorio a los israelitas del pasar de largo del heridor sobre las casas de los hijos de Israel, librándolos de los egipcios.”
Durante esta cena de Pascua, Jesús instituyó la Santa Cena con sus apóstoles.
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo convenio, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” -Mateo 26: 26–28
Como el Élder Jeffrey R. Holland dijo, la Santa Cena conmemora nuestra liberación del ángel de las tinieblas.
“Quizás no siempre le demos esa clase de significado a la reunión sacramental de todas las semanas. ¿Cuan “sagrada” y “santa” es? ¿La consideramos como nuestra Pascua, la forma de recordar nuestra protección, salvación y redención?”
Aunque no comenzaré mi ayuno participando de la Santa Cena, sí participaré de una cena especial el jueves por la noche. Reflexionaré sobre cómo Cristo, gracias a su cuerpo y su sangre, detiene al ángel destructor y nos permite ser librados.
2. Servir como Él lo haría
En la Última Cena, el Salvador lavó los pies de Sus discípulos y les indicó que hicieran lo mismo. Él enseñó:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.” -Juan 13: 34–35
El llamado del Profeta a un ayuno mundial no es mundial porque todas las personas del mundo están invitadas a unirse, sino porque es un ayuno para todas las personas del mundo.
Uniremos nuestra fe en ayuno y oración “para que la pandemia actual sea controlada, los profesionales de la salud sean protegidos, la economía fortalecida y la vida normalizada”.
Lo que me encanta de la invitación del presidente Nelson es que si bien esto bendice a las personas, también bendice al mundo. Tal vez esta pandemia no está afectando el lugar en donde vives tanto como a otros, pero puedes ayunar por los lugares que sí lo necesitan.
Tal vez eres bendecido al poder trabajar desde casa, ayuna por las personas que están al frente del batallón que lucha contra esta enfermedad como los profesionales de la salud.
Quizás no estés en la categoría de personas vulnerables, ayuna por aquellos que lo están.
3. El jardín de Getsemaní
Mientras escribo estas palabras, el número actual de casos de COVID-19 en todo el mundo ha llegado a 1,4 millones de personas contagiadas. Solo una cuarta parte de esos casos se han recuperado. Hay personas enfermas en todos los rincones del mundo.
Más de 80,000 personas han muerto por la enfermedad. Eso representa a 80,000 familias separadas temporalmente por el velo y probablemente miles de personas llorando la repentina partida de un ser querido.
Verdaderamente, el mundo necesita de un Salvador, un Salvador que comprende nuestros miedos, nuestras enfermedades y nuestras penas. Jesucristo hizo esto posible en el Jardín de Getsemaní.
El profeta Alma declaró:
“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus debilidades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos.” -Alma 7:12
En el jardín, el Señor tomó sobre Sí nuestras enfermedades. Sus entrañas están llenas de misericordia. Él sabe cómo ayudarnos de acuerdo con nuestras enfermedades, eso incluye al COVID-19.
4. La unión hace la fuerza
El domingo de ramos, la multitud recibió al Salvador con gritos y aclamaciones cuando llegó a Jerusalén. Solo cinco días después, la multitud pidió que crucificaran a Cristo en respuesta a la pregunta de Pilato (Lucas 23: 20–23).
Hay un refrán conocido: “La unión hace la fuerza” y como se muestra durante la Semana Santa y la entrada triunfal del Salvador en Jerusalén, esa fuerza se puede usar para bien, como testificar la venida del Mesías o pedir por un bien común.
Este Viernes Santo nos uniremos, ya sean miembros de la Iglesia o no, en oración y ayuno para pedir por el bien de todos, para que Dios permita que la pandemia de COVID-19 sea controlada. El esfuerzo y sacrificio de muchos puede abrir las ventanas de los cielos.
5. Nunca estamos solos
En el libro de Mateo del Nuevo Testamento, el Señor instruye a sus discípulos sobre el ayuno y enseñó:
“¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entretanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.” -Mateo 9:15
El Viernes Santo, el Salvador fue crucificado. El novio les fue arrebatado. La multitud que se encontraba en el Calvario quedó en una total oscuridad (Lucas 23:45).
De alguna manera, puede parecer que el COVID-19 nos haya quitado al Señor. Actualmente no adoramos en los centros de reuniones y las casas del Señor, los templos, están actualmente cerrados. De alguna manera, es posible que sintamos que nos encontramos envueltos en la misma oscuridad que no parece tener fin a la vista.
Pero tenemos el ayuno, y a medida que ayunamos, sentiremos que el Señor y nuestro Padre Celestial se preocupan por nosotros, tendremos la oportunidad de recordar que nunca estamos solos. Que el Salvador y nuestro Padre Celestial nos escuchan y vendrán a socorrernos.
“Uno de los grandes consuelos de esta época de Pascua de Resurrección es que debido a que Jesús caminó totalmente solo por el largo y solitario sendero, nosotros no tenemos que hacerlo…
La verdad que se pregonó desde la cima del Calvario es que nunca estaremos solos ni sin ayuda, aunque a veces pensemos que lo estamos.
Ciertamente, el Redentor de todos nosotros dijo: “No os dejaré huérfanos. [Mi Padre y yo] vendr[emos] a vosotros [y moraremos con vosotros]’”. – Jeffrey R. Holland
6. Los milagros vendrán
Después de la muerte del Señor, sus seguidores esperaron su resurrección profetizada. Su madre y María Magdalena visitaron la tumba la noche de Su muerte (Mateo 27:61).
Al día siguiente, los principales sacerdotes y fariseos le pidieron a Pilato que ordenara a los guardias que protegieran la tumba para que otros no robaran Su cuerpo y afirmaran que había resucitado (Mateo 27: 62-65). El domingo de Pascua, ambas partes quedarían sorprendidas con la aparición del Señor resucitado.
Fue un milagro.
A medida que vivimos la ley del ayuno, somos testigos de los milagros en nuestras propias vidas.
“Doy testimonio de los milagros, tanto espirituales como temporales, que llegan a quienes viven la ley del ayuno”, dijo el Élder Holland. “Testifico de los milagros que he recibido”.
Al ver estos milagros, y al celebrar la resurrección del Salvador, que sean los gritos de “Hosanna” y “Aleluya” en nuestros corazones lo que nos acompañe esta Semana Santa.
“Los acontecimientos sagrados que ocurrieron entre el Domingo de Ramos y de Pascua son la historia del hosanna y del aleluya.
“Hosanna” es nuestra súplica a Dios para que nos salve. “Aleluya” expresa nuestra alabanza al Señor por la esperanza de salvación y exaltación.
En el hosanna y el aleluya reconocemos al Jesucristo viviente como la esencia de la Pascua y de la restauración de los últimos días.” – Gerrit W. Gong
El Viernes Santo realmente es, como dijo el presidente Nelson, “¡el día perfecto para que nuestro Padre Celestial y el Señor Jesucristo nos escuchen!”
Fuente: ldsliving.com