La violencia familiar se refiere al maltrato físico o psicológico a un miembro de la familia.
Cualquiera puede ser víctima de violencia, independientemente de su sexo, edad, creencia o raza.
Por un lado, la violencia física suele ser evidente a través de lesiones corporales o cicatrices.
Por otro lado, identificar la violencia psicológica puede ser un reto.
Si uno se siente inseguro o intimidado en la presencia del cónyuge, también es víctima de violencia.
Mantener un matrimonio tóxico no es bueno ni para los cónyuges ni menos para los hijos.
A pesar de que los niños no presencian los malos tratos, hay otras maneras en la que pueden percibir la agresividad de la pareja y distinguir la vulnerabilidad.
Efectos de la violencia familiar en los niños
Menores entre cuatro y siete años están atemorizados por la exposición a la violencia dentro del hogar.
Muchos de ellos pueden perder el control sobre su mente y cuerpo.
Con frecuencia, en momentos de pánico o miedo, se ven limitados a llorar o sollozar. Se sienten indefensos.
Por lo general, empiezan a orinarse en la cama o tienen problemas para conciliar el sueño, se esconden o se chupan el dedo para sentirse protegidos de los gritos o peleas.
Además, los menores entre ocho y once años son más conscientes de lo que les rodea. Entienden lo que ocurre a su alrededor, por lo tanto, afloran más sus sentimientos.
No les gusta la idea de que sus padres no se llevan bien y pueden culparse a sí mismos por cualquier motivo.
Lo que escuchan y ven les afecta profundamente, la violencia ocupa su mente y reduce nivel de autoestima.
No pueden concentrarse en los estudios o las actividades extracurriculares con sus amigos.
La culpa y la ansiedad pueden provocarles malestar estomacal y dolores en la cabeza.
Finalmente, los adolescentes tienden a comportarse de manera diferente.
Mientras que la mayoría de hombres tienden a mostrar su lado rebelde, las chicas suelen aislarse o deprimirse.
Sin embargo, ambos sexos son propensos a involucrarse en el consumo de bebidas alcohólicas y drogas.
Efectos graves de la violencia familiar
La violencia familiar tiene un fuerte impacto en la mente de un niño, los incidentes e imágenes traumatizantes se graban en su memoria.
Son incapaces de dejar atrás el dolor y la crueldad incluso después de alcanzar la adultez.
Con frecuencia, estos actos de violencia generan secuelas negativas en los niños testigos de dichos hechos.
En la mayoría de casos, los niños adoptan la conducta de su agresor y más tarde, cuando tienen pareja, la tratan de manera similar a como su padre solía comportarse con su madre.
Por otro lado, las hijas de madres maltratadas repiten sus errores, no sienten confianza y no se resisten a la violencia en sus relaciones.
Los niños expuestos a la violencia doméstica, suelen desarrollar problemas de autoestima y carecen de empatía.
Lo que dice la Iglesia de Jesucristo sobre la violencia familiar
A lo largo de los años, hemos visto, escuchado o leído que la Iglesia de Jesucristo no permite cualquier acto de violencia familiar sea física o psicológica.
Además advierte que los líderes, amigos y familiares deben hacer todo lo posible para detener este tipo de abusos.
Con respecto cómo se sienten las víctimas, la Iglesia recomienda lo siguiente:
“Las víctimas de abuso suelen batallar con sentimientos de confusión, duda, culpa, vergüenza, recelo y temor. Puede que se sientan desamparadas, indefensas, solitarias y aisladas.
Tal vez incluso cuestionen el amor del Padre Celestial y su propio valor divino.
Sin embargo, tanto las víctimas como quienes les dan apoyo pueden tener la certeza de que, mediante Su expiación infinita, el Salvador les brinda socorro, sanación y poder”.
El proceso de recuperación
La psicología y percepción de cada niño es diferente a la de los demás, unos son fuertes y otros excesivamente sensibles.
Muchos niños son capaces de recuperarse por lo que pasaron, mientras que otros no logran superar el trauma a pesar de la ayuda profesional que reciben.
Sin embargo, los familiares, conocidos del niño, pueden marcar una gran diferencia gracias al sistema de apoyo de la Iglesia, familia y educación.
Si hay personas en la vida de los niños que se preocupen por ellos y los apoyen en los momentos difíciles, entonces su recuperación será más fácil.
Fuente: Moroni Channel