Un contundente y bien documentado artículo de 2015 de Scott Hoyt empieza citando a un cronista católico en Perú llamado Pedro de Cieza de León. Escrita alrededor del año 1550, casi 20 años después de la destrucción del imperio incaico por los conquistadores españoles En el pasaje que cito aquí, Cieza describe la aparición de Viracocha:
“Llegó desde el sur un hombre blanco de gran estatura, quien, por su aspecto y presencia, provocó gran veneración y obediencia. Este hombre que apareció así tenía gran poder, de tal manera que podía cambiar las llanuras en montañas, y las grandes colinas en valles, y hacer que el agua fluya de las piedras.
Tan pronto como se vio tal poder, la gente lo llamó el Hacedor de las cosas creadas, el Príncipe de todas las cosas, el Padre del Sol. Pues dicen que realizó otras maravillas, dando vida a hombres y animales, para que de su mano se le confirieran grandes beneficios maravillosos a la gente.
En muchos lugares les dio órdenes a los hombres sobre cómo deberían vivir, y les habló con amor… les advirtió que deberían hacer el bien… y que deberían ser amorosos y caritativos con todos. En la mayoría de las partes generalmente se le llama Ticiviracocha”.
Las enseñanzas de Viracocha
“Viracocha”, informa otro cronista, “ordenó a estas personas que deberían vivir sin pelearse, y que deberían conocerlo y servirlo”.
Llegó de repente. Un relato de su aparición dice que los ancestros de los incas “pasaron mucho tiempo sin ver el sol, y que, sufriendo mucho mal por su ausencia, se ofrecieron grandes oraciones y votos a sus dioses, implorando la luz que necesitaban. Estando las cosas en este estado, el sol, brillando con mucha intensidad, salió de la isla de (Lago) Titicaca en la que todos se regocijaron” (compare 3 Nefi 8:19-23; 10: 9-10).
Descripciones iguales al Libro de Mormón
Otro relato describe como Viracocha “descendió del cielo a la cima de la montaña y escuchó el llanto de su gente. Estaba tan conmovido por sus gritos que comenzó a llorar y lágrimas brotaron de sus ojos”(compárese con 3 Nefi 11: 8; 17: 21-22).
Quizás también, significativamente, uno de los otros nombres de Viracocha, “Kon Tiki”, parece estar conectado con ruido, truenos y terremotos (véase 3 Nefi 8).
Finalmente, Viracocha se fue, pero no antes de que prometiera regresar. Y esta promesa llevó a un importante giro histórico. Uno de los primeros cronistas informa sobre la reacción del último gobernante inca a la llegada de Francisco Pizarro y los conquistadores españoles: “Cuando Atahualpa se dio a conocer, se regocijó enormemente, creyendo que Viracocha había regresado, como había prometido cuando partió. El error resultó ser fatal para el confiado Atahualpa y para el vasto imperio sobre el que gobernó”.
Viracocha también fue identificado por los incas como la deidad creadora. Sin embargo, vale la pena señalar que no creó el universo de la nada sino, más bien, de la materia preexistente.
Hoyt observa que “existen notables similitudes entre la versión del ministerio de Cristo en las Américas, según consta en el Libro de Mormón y los relatos católicos (crónicas) del ministerio de la antigua deidad peruana Viracocha”.
Similitudes convincentes
Las similitudes son tan convincentes, de hecho , que varios de los cronistas menores e incluso algunos eruditos no Santos de los Últimos Días se han preguntado si Viracocha podría haber sido Cristo o al menos uno de los apóstoles.
Pero estas crónicas (como las historias a veces similares de la contraparte azteca de Viracocha, Quetzalcoatl y el Maya Kukulcan) no estaban disponibles para José Smith. Él simplemente no podría haber tomado de ellos. Tampoco podía haber sabido que, según algunos cronistas españoles, algunos incas afirmaban que sus antepasados habían venido de Israel (al igual que Lehi y su familia).
Sin embargo, a pesar de los sorprendentes paralelos, Hoyt no argumenta que los eventos registrados en 3 Nefi ocurrieron en Perú. Él no parece creer tal cosa. Pero sí tiene la posibilidad de que Jesucristo haya visitado a los antiguos peruanos, ya que puede haber visitado a otras personas en otros lugares (véase 3 Nefi 16:1-3).
Fuente: ldsliving