Dios se dirigió a los grandes profetas del Antiguo Testamento de maneras bastante singulares, gran parte de ellas muy visuales.
Ezequiel tuvo visiones maravillosas que captarían la imaginación de aquellos que lo escuchaban, causando que prestaran atención y reflexionaran. En una de esas visiones, vio un gran valle de huesos secos blanqueándose al sol. Visualiza esa escena conmigo por un momento.
Ante nosotros se encuentra un amplio valle, lleno de huesos hasta donde alcanzamos a ver en todas las direcciones. Un gran ejército o un pueblo poderoso murió, y sus huesos están expuesto al clima. Ezequiel se encuentra “en medio de un valle”, cuando el Señor entra en escena y hace que “pase alrededor de ellos [los huesos]… que estaban secos en gran manera” (Ezequiel 37: 1-2).
Después de que Ezequiel recorre el valle, el Señor se dirige a Su profeta con una pregunta: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?”
Ezequiel responde de una manera muy humana: “Oh Señor, Jehová, tú lo sabes” (Ezequiel 37:3). En otras palabras, “¿Por qué me lo preguntas?”
El Señor continua, “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos… yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (Ezequiel 37: 4 – 5). Ezequiel profetiza, y las palabras del Señor se hacen realidad.
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Dar aliento a los huesos secos
Ezequiel describe un momento bastante dramático, que se completa con un ruido. Ahora, junto con nuestra imaginación, necesitamos escuchar y comprenderemos “hubo un ruido y he aquí un temblor, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso” (Ezequiel 37:7). Podemos imaginar esto; podemos escucharlo: todos esos huesos resonando, las costillas alineándose, los cráneos volviéndose a unir.
Vemos este gran ejército de esqueletos reunidos ahí, pero necesitan una carne que los cubra. Mientras Ezequiel mira, “y he aquí tendones sobre ellos, y subió la carne, y quedaron cubiertos por la piel” (Ezequiel 37: 8). Sin embargo, todavía no hay vida en ellos. Solo están reunidos ahí, esperando.
Con esa increíble pregunta aun fresca en nuestras mentes, “¿vivirán estos huesos?” El Señor le dice a Ezequiel que profetice nuevamente: “Profetiza al espíritu; profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Oh espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, y vivirán” (Ezequiel 37:9). Y, ¡Ezequiel profetiza! Ezequiel llama a los cuatro vientos.
Veamos este momento en nuestra imaginación. Los vientos barren desde los cuatro puntos cardinales de la brújula y pasan a través de los hombres sin vida. Luego, puedes oírlo, ese gran ejército toma aire y vive, “y se pusieron de pie, un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10).
¿Cuál es el propósito de esta visión extraordinaria? ¿Es el testimonio de la resurrección? Quizá el Señor tiene algo más en mente. Él le enseña a Ezequiel de qué se trata su maravillosa visión de los huesos secos.
Tiene un significado poderoso, necesario para todas nuestras vidas. El Señor dice, “Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza” (Ezequiel 37:11).
El Señor desea que nos demos cuenta, a través de esa poderosa visión que experimentó Ezequiel, que a pesar de que nuestras esperanzas puedan estar muertas, secas y blanqueadas al sol, debemos anticipar el aliento de Dios. Luego, habrá un gran ruido y un temblor, y nuestras esperanzas se unirán nuevamente, nos pondremos de pie y el espíritu entrará en nosotros. Reconoceremos ese momento en nuestras vidas cuando el gran ejército se levante y avance con audacia hacia el futuro.
Gran parte de esto depende de nosotros. Sucederá si sabemos a dónde mirar. La esperanza es una creación y un don.
Una palabra que no se encuentra en el Diccionario de la Biblia
Estaba preparando una charla sobre la fe, la esperanza y la caridad. Y, decidí que comenzaría con el Diccionario de la Biblia y vi lo que podría encontrar ahí. Busqué esas tres palabras alfabéticamente. Comencé con la caridad, busqué lo que el Diccionario de la Biblia decía sobre la caridad y recopilé algunas escrituras sobre ese tema. Encontré mucho que fue útil.
Luego, estaba la fe. Encontré buena información y referencias sobre la fe, que busqué y, en consecuencia, coseché algunas ideas maravillosas. Por último, volví a la esperanza. ¿Qué crees que descubrí? ¡No estaba ahí! Esperanza no se encuentra en el Diccionario de la Biblia. ¡Me sorprendí!
Sólo para asegurarme de que no se trataba únicamente de mi Diccionario de la Biblia, le pregunté a una amiga, “Por favor, ¿podrías revisar tu Biblia y ver si la palabra esperanza se encuentra en el Diccionario de la Biblia?” Tampoco estaba en el suyo. Tuve que esforzarme un poco para encontrar historias y versículos sobre la esperanza en torno a los cuales pudiera construir mi charla.
Quizá, esta experiencia haga referencia a nuestras vidas. ¡Tenemos que buscar esperanza! ¡Tenemos que crearla!
Este artículo es un extracto del libro “Finding Hope: Where to Look for God’s Help” de S. Michael Wilcox y fue publicado en ldsliving.com con el título “What a Prophet’s Vision of the Valley of Dry Bones Can Teach Us About Hope.”