Hace unos años, me obsesioné un poco con responder preguntas relacionadas con el Evangelio. Algunas de ellas eran algo así, “¿Cuánto demora llegar a Kólob?” mientras otras eran más personales, pero demasiado específicas.
Para encontrar las respuestas a esas preguntas realicé algunas búsquedas inocentes en los mensajes de las conferencias pasadas, devocionales y discursos de BYU, en su mayoría. Me gusta pensar en mí como una miembro fiel de la Iglesia, así que deseaba obtener información de las fuentes que brindaran consejos proféticos.
Hablando sinceramente, no esperaba llegar a estar tan confundida como lo estuve. Quiero decir, estaba realizando una búsqueda sincera de respuestas y tocando todas las puertas que creía que eran correctas. Esa es la ecuación para la revelación espiritual, ¿verdad? Sin embargo, en lugar de que los misterios de Dios se revelaran ante mí, mi visión del Evangelio se hizo más confusa con cada mensaje que leía.
No entendía por qué esto estaba sucediendo hasta que obtuve una idea sobre lo que significaba tener un profeta “moderno” o “viviente”.
Los consejos proféticos para nuestros días
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Es cierto que una gran parte de mi confusión se debía a las preguntas que estaba formulando. Algunas de ellas eran extremas y nada pertinentes para mi salvación. Pero, mi otro gran problema fue que estaba buscando respuestas en las charlas que se dieron hace mucho tiempo.
Estas charlas me enseñaron los principios del Evangelio que estaban vinculados con sugerencias sobre cómo actuar en situaciones específicas.
La instrucción específica fue genial, pero también me pareció incompleta y no una respuesta clara para mi situación. Así que tomé un descanso de mi búsqueda y obtuve muchas ideas sobre la situación. Durante este tiempo, me di cuenta de que creemos en “profetas vivientes”, hombres que son escogidos para ser portavoces de Dios aquí en la tierra, para nuestro tiempo.
Los profetas hablan sobre los problemas y los desafíos que están relacionados con nuestros días. No nos aconsejan sobre asunto que sucedieron hace 50 años, pero sí nos advierten sobre problemas futuros. Esto es lo que hace a un “profeta viviente”.
La idea tiene varios matices que vale la pena explorar. Especialmente, si te sientes confundido sobre qué consejo es pertinente y cuál no.
Un Evangelio eterno
En mi estudio del material antiguo, había muchas recomendaciones sobre cómo los Santos de los Últimos Días deben actuar o reaccionar ante las situaciones difíciles.
Algunas de las sugerencias que recuerdo haber leído se referían a temas como la forma de interactuar con los familiares LGBTQ y las mujeres en el trabajo. Estas sugerencias fueron impactantes porque eran muy diferentes a lo que escuchamos actualmente.
Eso fue lo que realmente provocó gran parte de mi confusión. ¿Qué consejo se suponía que debía aceptar? ¿Quién tenía razón? ¿El apóstol de 1950 o 2014?
La respuesta es ambos. No me malinterpretes, algunos de los mensajes que leí fueron inquietantes, pero promovían los principios del Evangelio de Jesucristo, solo que de una manera diferente a la de ahora.
Me di cuenta de que las sugerencias en estos mensajes se hicieron en contextos culturales e históricos muy diferentes a los míos. Nuestro mundo ha cambiado drásticamente durante la última década e, incluso, más que en el último siglo. En mi búsqueda, me sentí confundida con respecto a cómo actuar porque los consejos que estaba leyendo hablaban sobre los cambios culturales y los acontecimientos que sucedieron en ese tiempo, no en el mío.
Implicaciones del contexto cultural e histórico
En estos dos contextos, históricos y culturales, recuerdo dos principios. El primero es que el Señor nos enseña de manera colectiva, línea por línea. Lo que sucedió en el pasado nos sirve para el futuro. Entonces, lo que dijeron los profetas en la década de 1970 es válido porque ha sido un medio para las conversaciones de hoy.
Hemos estado aprendiendo un poco aquí y un poco allá para comprender dónde estamos ahora. Entonces, todo lo que el Padre Celestial enseñó en el pasado sigue siendo válido ahora y para siempre.
El segundo principio es que el Padre Celestial no cambia. Si bien él puede modificar Su plan de enseñanza, el material siempre es el mismo. Esto se debe a que cambiamos y también lo hace el mundo en el que vivimos. El idioma, las analogías y las metáforas que entendemos cambian. Así, el Padre Celestial usa planes nuevos y diferentes para enseñarnos.
Comprender estos dos principios me ayudó a darme cuenta de que los consejos proféticos aparentemente extremos que estaba leyendo no eran “malos”, anticuados o nulos. Las respuestas a mis preguntas estuvieron ahí, simplemente estaban enmarcadas de manera diferente.
Ahora, cuando leo un mensaje antiguo y me topo con algo que me deja un sabor amargo en la boca, considero el contexto histórico y cultural en el que se dio el mensaje.
Comparar las Escrituras con nuestros días
La segunda parte para resolver mi confusión tuvo que ver con aplicar las respuestas a las preguntas de mi vida.
¿Recuerdas que estaba muy confundida porque los consejos proféticos que estaba leyendo eran muy inquietantes? Bueno, con mi comprensión contextual, pude ver mejor el principio verdadero que se estaba enseñando.
De ese modo, estuve preparada para “comparar” o aplicar los principios del Evangelio a mi vida. ¡Y si he aprendido algo sobre el Evangelio de Jesucristo es que se supone que debemos utilizar estos principios para nuestro bien!
Hace mucho tiempo, Nefi dijo que comparaba todas las Escrituras con él mismo y su familia por esta razón. Se nos ha aconsejado hacer lo mismo, una y otra vez. ¿Por qué? Porque Dios nos ama. Quizá estás cansado de escuchar eso todo el tiempo, pero es un mensaje muy poderoso.
Para aquellos que prestan atención a los consejos proféticos, ya sea que se encuentren en las Escrituras o en un mensaje de la Conferencia General, el Señor dijo:
“Porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca. Porque si hacéis estas cosas, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre”.
¡Las promesas que se hacen aquí son muy importantes! Imagina el impacto que podrían tener en tu vida, ahora mismo. ¿Qué tentaciones podrías superar? ¿A quién podrías perdonar? ¿Dónde podrías servir como fuerza para el bien?
La promesa gloriosa
Me encanta esta promesa de Señor. No solo me siento invencible, sino que también es un buen recordatorio de lo que sucede cuando no “seguimos al profeta”.
Si la bondad triunfa, la luz brilla y los cielos tiemblan de bendiciones cuando aceptamos los consejos proféticos. Entonces, lo opuesto debe suceder cuando no lo hacemos.
Mientras prevalezca el infierno, nos sentaremos en una oscuridad abrumadora, experimentando un cielo silencioso. Yo seguiré al profeta, ¿quién está conmigo?
Al final, el asunto de a quién escuchar y seguir se reduce a confiar en el Padre Celestial, se reduce a comprender que a medida que cambiamos, crecemos, evolucionamos, también lo hace la manera en que el Padre Celestial nos enseña.
Él siempre se comunicará a través de mensajeros celestiales. Pero, Él puede modificar las palabras o ejemplos que usan para traer a Sus hijos de regreso de una manera más efectiva. ¡Gracias por eso Dios!
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Kelsey Mangum y fue publicado en thirdhour.org con el título “How to Study Prophetic Counsel from the 20th Century (And Not Go Crazy)”.