Los obispos y los consejeros a menudo oran para saber a quién deben llamar para servir en sus barrios. Sin embargo, ¿qué sucede cuando, después de haber hecho una oración personal y después de haber pedido guía al Señor, sigues sintiendo que la respuesta es “no”?
“No”.
Es una palabra que puede ser extremadamente difícil de decir, especialmente en una religión que a menudo valora el servicio y espera mucho de sus miembros. No queremos decepcionar a nuestros líderes, y sobre todo no queremos decepcionar al Señor. Decir “no” se siente como si admitiéramos que no confiamos en el plan que el Señor tiene reservado para nosotros, especialmente cuando sentimos que tenemos que decir que no a una tarea tan importante como a un llamamiento de la Iglesia.
Permítanme hacer una pausa aquí y explicar un poco más sobre mí: a mí realmente me cuesta estar con los niños. Me cuesta mucho interactuar con ellos, y siempre he temido a que me llamen en la Primaria. Y como soy una mujer de la Iglesia joven, activa y casada sé que el tener un llamamiento en la primaria no es una cuestión de ‘si me lo dan’, sino de ‘cuándo lo me dan ’. Y cuando ese día llegue, decir “no” es una opción que siento que necesito al menos considerar, aunque sea por el bien de mi cordura y por el bien de cualquier posteridad futura que algún día decida tener.
Pero, ¿qué debemos hacer cuando nos sentimos inseguros de aceptar un llamamiento de la Iglesia? Esto es lo que he encontrado que funciona para mí – y espero que funcione para ti, también:
Pide tiempo
Es difícil no sentirse presionado a aceptar un llamamiento inmediatamente, incluso con el que te sientes incómoda. Pero creo que el Señor quiere que amemos y magnifiquemos nuestros llamamientos, lo que significa que nosotros tenemos que estar de acuerdo con tal llamamiento. Es completamente aceptable pedir una semana para orar y estudiar esta asignación. Hay muchos factores que deben ser considerados ya que algunos llamamientos, especialmente los que consumen mucho tiempo, pueden alterar drásticamente el horario de una familia. Estos llamamientos también pueden ser físicamente o emocionalmente exigentes. Tomar tiempo para llegar a un acuerdo con estos cambios potenciales nos ayudará a servir mejor en el nuevo llamamiento.
Ora y estudia el llamamiento
Como la persona que recibe un llamamiento, creo que somos elegibles para recibir revelación sobre la decisión. Ora por esta oportunidad. Pide al Señor que te ayude a entender lo que Él tiene reservado para ti, incluyendo qué cosas hay que aprender de esta experiencia y cómo Él te puede ayudar a soportar esta carga. La asistencia al templo también es una manera apropiada para buscar revelación en cualquier nuevo llamamiento importante.
Consulta con el obispo
Los obispos son uno de los mayores recursos cuando se trata de entender por qué el Señor ha extendido un llamamiento específico. El obispo puede explicar por qué se sintió inspirado en extender este llamamiento y también puede ayudar a resolver cualquier duda individual acerca de la habilidad de magnificar un llamamiento que está extendiendo en nombre del Señor.
Toma una decisión
Después de tomar el tiempo para orar, estudiar y consultar sobre el llamamiento, es hora de tomar una decisión informada. Si se recibe la revelación personal de que éste es el camino correcto, aunque parezca difícil, acepta el llamamiento y continúa trabajando con el obispo para resolver cualquier otra duda. Sin embargo, si después de estudiar y orar el sentimiento sigue siendo rechazar el llamamiento, espero que sepas que no nos debemos sentir culpables. El Señor puede, de hecho, tener algo diferente reservado para ti, ¡sin duda otro llamamiento!
Por ejemplo, conozco a una mujer que rechazó el llamamiento inicial de su obispo para servir en un comité de la estaca. El llamamiento en cuestión duraría poco tiempo, y no había razones obvias por las que no debería aceptarlo. Pero después de orar y consultar, ella sentía que no era lo correcto. Esta mujer es ahora una fantástica maestra de la doctrina del Evangelio, ¡y no puedo imaginarla haciendo algo más! Estoy segura de ella hubiera hecho un gran trabajo en el comité, y que tal vez otro miembro podría servir tan bien como maestro de la Escuela Dominical, pero las cosas funcionaron de manera diferente. La verdad es que, a veces, va más allá que una distribución de llamamientos que funcionarán bien en un barrio y no debemos sentirnos culpables si recibimos revelación pertinente para nosotros mismos y para nuestro lugar en esa distribución.
Ahora, hay una circunstancia final que aún no he mencionado: después del ayuno y la oración, puede que no haya respuesta. En este caso, en lugar de tomar demasiado tiempo para responder al obispo, confía en él y en el Señor, y acepta el llamamiento. A veces, el no recibir una respuesta concreta nos permite saber que debemos avanzar con nuestro camino actual, y las cosas funcionarán de manera que nunca podríamos prever.
¿Alguna vez ha tenido que rechazar un llamamiento? ¿Qué consejo le darías a aquellos que lo están considerando? Déjanos tu respuesta en los comentarios.